La industrialización y el concepto de valor agregado se han convertido en ejes centrales del discurso económico. Sin embargo, en los últimos años, el lema de la “industrialización con sustitución de importaciones” se ha vaciado de contenido. El fallido intento de impulsar un proceso sostenido de industrialización no ha hecho más que debilitar la propia estrategia que pretendía fortalecer. El litio no es la excepción.
Bolivia inició su proceso de industrialización del litio en 2008. Desde entonces, el Banco Central otorgó a la empresa estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) créditos extraordinarios por un total de 885 millones de dólares, desembolsados gradualmente en cinco operaciones. El plan contemplaba comenzar con plantas piloto para validar técnicamente los procesos, y luego escalar hacia plantas industriales. Sin embargo, más de 15 años después la transición de lo experimental a lo industrial no ha logrado consolidar una producción sostenida.
La Rendición Pública de Cuentas de cierre de YLB de 2024 informó que la producción anual alcanzó 2.065 toneladas métricas, lejos de las 3.982 toneladas proyectadas al inicio de ese año (1.031 provenientes de la planta piloto y 2.951 de la planta industrial). Esta brecha entre lo anunciado y lo ejecutado, sumada a inconsistencias en los reportes oficiales, ha generado dudas sobre la verdadera capacidad productiva.
De acuerdo con el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), en los 10 años transcurridos desde la inauguración de la planta piloto de carbonato de litio (2014), Bolivia ha exportado apenas 4.422 toneladas de este producto. En 2024, el año que mas se exportó, las exportaciones de carbonato de litio sumaron 16,6 millones de dólares por una cantidad de 1.847 toneladas, una cifra muy pequeña considerando que se invirtieron cerca de 1.000 millones de dólares, y que la planta industrial de carbonato de litio tiene una capacidad de producción de 15.000 toneladas anuales.
Uno de los cuellos de botella más graves se encuentra en el suministro de materia prima desde las piscinas de evaporación. Documentos oficiales de YLB, presentados para justificar un contrato con una empresa rusa para implementar tecnología de Extracción Directa de Litio (EDL), reconocen que la tasa global de recuperación de litio en las piscinas es de apenas 4% a 6%.

A ello se suma una gestión deficiente. En lugar de priorizar el mantenimiento de las piscinas y resguardar las inversiones, el gobierno de Luis Arce Catacora impulsó procesos judiciales contra ingenieros que en su momento diseñaron la técnica de recuperación.
Es importante aclarar que el método boliviano de concentración por evaporación solar produce sulfato de litio como materia prima para la planta de carbonato, además de una salmuera enriquecida con altos niveles de litio. Esta última —erróneamente llamada “salmuera residual”— fue un elemento central tanto en el anulado acuerdo con la alemana ACI Systems GmbH de 2018, como en el contrato con el consorcio chino Hong Kong CBC de 2024.
El problema no ha sido la falta de interés de socios extranjeros. Desde el inicio del proceso, empresas coreanas, chinas, rusas, francesas, alemanas, argentinas y de otros países han mostrado disposición para invertir y asociarse con el Estado boliviano. La convocatoria internacional para la implementación de EDL recibió múltiples propuestas, reflejando que el atractivo del salar de Uyuni —uno de los yacimientos más grandes del planeta— no está en duda. La dificultad radica en la ejecución interna, la tecnología, la gestión de las inversiones y la capacidad de convertir el potencial en un resultado tangible.
Las convocatorias impulsadas por YLB para implementar tecnología EDL en Bolivia, así como para aprovechar salmueras en distintos salares, han atraído la participación de 37 empresas en los últimos años. En la primera convocatoria, de enero de 2021, de las 20 empresas solicitantes, la mayoría eran de China, seguidas por empresas estado unidenses y luego francesas. En la segunda convocatoria, publicada a inicios de 2024, se registró el interés de 23 empresas dispuestas a participar en diversas actividades productivas relacionadas con los salares bolivianos.

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El interés del capital internacional es innegable. No depende de la existencia de Tratados Bilaterales de Inversión ni de la adhesión de Bolivia al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI). El litio, al igual que el zinc, el cobre o cualquier mineral para la llamada transición energética, despierta un apetito global creciente. En el contexto de la transición energética promovida desde los centros de poder económico, hoy, estos minerales cumplen un papel esencial: sostener la oferta de insumos para una industria automotriz que se reinventa con los vehículos eléctricos, pero que sigue alimentando el mismo engranaje de producción, consumo y acumulación de capital.
El litio es uno de esos insumos clave, pero no el único. Y es necesario subrayar que la producción de carbonato de litio representa apenas una etapa dentro de un ciclo extractivista más amplio que se ha reconfigurado para adaptarse a las exigencias de la llamada transición energética.
La realidad de la implementación y el despliegue industrial
La puesta en marcha de proyectos de litio —ya sea mediante EDL o evaporación solar— es un desafío empinado y lleno de obstáculos. El caso de Eramet, empresa francesa que en el salar Centenario Ratones, en Argentina, logró completar su inversión para producir industrialmente 24.000 toneladas anuales de carbonato de litio equivalente, es un ejemplo que ilustra estos desafíos. En su primer año de operación anunciaron una meta de entre 10.000 y 13.000 toneladas, pero problemas en la implementación los han llevado a ser moderados y apuntar al límite inferior de esa proyección.
Estos contratiempos no son excepcionales, forman parte natural del despliegue industrial. En marzo de 2025, despues de 3 meses de haber comenzado producción, exportaron su primer lote de 40 toneladas de carbonato de litio a China, iniciando así su inserción en el mercado internacional y su recorrido por la cadena de valor global. La empresa espera continuar su producción y alcanzar al menos las 10.000 toneladas de carbonato de litio equivalente en 2025 y en los próximos años acercarse a su capacidad de producción de 24.000 toneladas.
En la industria del litio, los obstáculos más críticos se presentan en todas las fases del proceso de inversión, pero son de destacar los problemas durante la puesta en marcha de una planta. Durante los primeros años, la gestión de contingencias es constante: basta una falla en la red de bombeo o en los ductos para detener las operaciones, y en zonas remotas sea Salta, el sudoeste potosino o los salares chilenos, conseguir repuestos no siempre es rápido. A esto se suma que la tecnología de extracción no se puede replicar de forma idéntica en diferentes yacimientos: cada uno requiere ajustes específicos.
En cuanto a los desafíos tecnológicos, tanto en evaporación solar como en EDL, la concentración del mineral es esencial; sin embargo, el verdadero reto llega después: purificar el carbonato hasta alcanzar grado batería. Este proceso —eliminar impurezas metálicas microscópicas— es tan complejo que se asemeja más a la industria farmacéutica que a la producción de cemento.
Por todo ello, la prudencia en las expectativas es fundamental. Un proyecto de litio puede tardar más de una década desde su concepción hasta su estabilización productiva: Exploración: ~3 años; Prefactibilidad: 1 año; Factibilidad definitiva: 2 años; Construcción: 2 años; Estabilización de planta: hasta 3 años. Ante estos plazos, se impone la cautela frente a promesas excesivamente optimistas que declaran alcanzar la producción de carbonato de litio grado batería en los próximos cinco años.
El camino hacia la industrialización no es una carrera de velocidad, sino una triatlón técnica y tecnológica que exige paciencia, inversión y capacidad de adaptación constante.
¿El lugar del litio boliviano en el mundo?
El principal desafío no radica solo en la extracción de litio, sino en las perspectivas reales para generar valor agregado y avanzar hacia la salida del modelo extractivista. ¿Es factible alcanzar ese valor agregado? ¿En qué plazo? ¿A qué costo? ¿Y con qué socios?
Según el informe Global Critical Minerals Outlook 2024 de la Agencia Internacional de Energía (AIE), la demanda mundial de litio podría multiplicarse por diez y superar las 1.200 kilotoneladas anuales para 2050. Sin embargo, el informe también señala que, para 2030, la producción estará concentrada principalmente en tres países: Australia (33%), China (23%) y Chile (12%). En el ámbito de la refinación, se proyecta que China lidere con un 57%, seguida por Chile (15%) y Argentina (13%).
Proyecciones de minería y refinación al 2030

El panorama de la distribución geográfica en la agregación de valor de la cadena del litio está aún más concentrado. En 2023, China participó con menos del 20% en la extracción, pero concentró más del 65% del procesamiento de materiales (refinación). En la producción de materiales catódicos su participación ascendió a 85%, y en el caso de los ánodos superó el 95%. En la fabricación de baterías, el dominio de China también es contundente: 82% de la oferta mundial.

Este patrón de concentración se repite en otros minerales clave para la transición energética, como el cobre, níquel, cobalto, grafito y tierras raras, donde la participación de China en la refinación será —y ya es— decisiva para el mercado global hacia 2030.
Las promesas electorales
Las ocho candidaturas electorales, con excepción de ADN, se refieren de manera directa o indirecta a la agregación de valor en la cadena del litio en Bolivia. Unas hablan de industrialización sin especificar si se trata de carbonato de litio grado batería, materiales catódicos o baterías de litio. Otras hablan explícitamente de la producción de insumos o baterías de litio hechas en Bolivia.

La mayoría de los candidatos a presidente evitan aclarar las cantidades, tecnologías, inversiones y socios a los que recurrirán para alcanzar sus promesas electorales entorno al litio. Algunos como Doria Medina afirman que producirán medio millón de toneladas de carbonato de litio cuando toda la producción mundial en 2024 fue de 240.000 toneladas. Ninguno es preciso en sus planes, pero todos mencionan al litio como una oportunidad de generar ingresos para el país en un tiempo indeterminado.
Todos fantasean con el litio para cautivar al electorado. Manfred Reyes Villa es el más descabellado porque afirma que puede conseguir de forma inmediata 10.000 millones de dólares por la venta futura de litio, sin tomar en cuenta que, al precio actual de 10.000 dólares por tonelada, eso significaría vender un millón de toneladas, es decir cuatro veces la producción mundial del litio.
Ninguno de los candidatos plantea un plan responsable y creíble sobre el litio que guarde relación con la producción mundial del litio, y las capacidades tecnológicas, de mercado e inversión de los diferentes países. El litio ha sido probablemente una de las palabras mas pronunciadas por los candidatos, y sin embargo al final de sus campañas electorales sólo queda una falta total de propuestas concretas y realistas.
José Carlos Solón, Mateo Velásquez y Leonel Mamani son investigadores de Fundación Solón