He sido honrado con la invitación del Dr. Blithz Y. Lozada Pereira para comentar su libro Filosofía de la pandemia. Es un gran honor y también una responsabilidad que cumplo ahora con base en mi formación médica con conocimientos sobre las enfermedades infecciosas y parasitarias y el grato acercamiento que tengo con la Filosofía.
Tuve la suerte de conocer al Dr. Lozada Pereira cuando me inscribí en la Carrera de Filosofía de la Universidad Mayor de San Andrés como estudiante regular, siendo él mi catedrático en varias asignaturas. Lo recuerdo por su erudición en los temas, su orden y disciplina, como por su sistema y estilo de enseñanza, solicitando la participación de los estudiantes, guiando las investigaciones que se redactaban según normas de publicación y orientando las exposiciones como impecables; posteriormente, él ampliaba y comentaba los temas. Enriquecí mi labor docente universitaria propia con tal modalidad de enseñanza. Tuve después el privilegio de que aceptara ser tutor de mi tesis de licenciatura cuando comencé a elaborarla, siendo él que me sugirió el tema de bioética. Fue un tiempo prolongado de arduo trabajo intelectual por las exigencias en la elaboración metodológica de alto nivel académico, que en algunas ocasiones me pusieron al borde de abandonar el emprendimiento, pero mi trabajo culminó con la sustentación de la tesis y la obtención de la calificación Summa cum laude. Posteriormente, tuve la ocasión de publicarla, teniendo muy buena recepción del público. Esta notable experiencia, como otras invitaciones posteriores para que contribuya con artículos que fueron publicados en distintos medios académicos, sirvieron de enorme estímulo para continuar una labor de investigación, leyendo, escribiendo, editando, exponiendo y publicando numerosos artículos en revistas indexadas, y además, hasta ahora, tres libros, labor estimulada por el Dr. Lozada Pereira, por lo que reconozco y le reitero mi agradecimiento.
Desde sus orígenes, los seres humanos han padecido enfermedades que al propagarse se convierten en pandemias, diezmando la población y provocando cambios en todos los órdenes de la vida. Las epidemias han modificado la cultura en la más amplia acepción del concepto, cambiando desde los hábitos cotidianos de higiene hasta la arquitectura, dando lugar al despliegue del urbanismo como un acicate para la prevención civilizada.
Los literatos, junto con los historiadores, se han ocupado ampliamente de estos temas. La literatura occidental se inicia con las obras de Homero que, en La Ilíada, relata en su rapsodia primera, lo siguiente sobre Apolo irritado con el rey Agamenón:
El hijo de Leto y Zeus, airado con el rey, suscitó en el ejército maligna peste, y los hombres perecían por el ultraje que el Atrida infligiera al sacerdote Crises.
La Biblia, texto en el que las enfermedades y las plagas son consideradas castigos divinos, refiere lo que se señala a continuación:
Jehová traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas3.
Cabe referir las siguientes obras literarias: de Sófocles, Edipo rey, que trata de una peste similar a la descrita en La Ilíada, que al parecer no es una evocación de la peste de Atenas del año 429 a. C. descrita por Tucídides. El Decamerón, novela cumbre del italiano Giovanni Boccaccio, que fue escrita a propósito de la tristemente célebre peste negra de mediados del siglo XIV. El Diario del año de la plaga, del inglés Daniel Defoe, que relata las características de la peste que azotó la ciudad de Londres en 1665. El último hombre, de la autora inglesa Mary Shelley, que imagina un mundo futurista devastado por una peste que ocurre a fines del siglo XXI. La peste escarlata, del estadounidense Jack London, que transcurre también en el futuro, el año 2013; la gente huye al campo a causa de una extraña dolencia que acelera el ritmo cardiaco con fiebre incontrolable. La peste, del francés Albert Camus, que relata una epidemia que azotó a la ciudad de Orán, en Argelia. El Ensayo sobre la ceguera, del portugués José Saramago, que muestra una sociedad en la que de la noche a la mañana las personas pierden la visión, por una epidemia de ceguera. El amor en los tiempos del cólera del colombiano Gabriel García Márquez, que narra momentos de precipitación e impacto de una epidemia de cólera. Por último, del autor boliviano, Edmundo Paz Soldán, que publicó su novela Los días de la peste, que relata un ambiente asfixiante, opresivo, sucio y violento, agudizado al declararse una epidemia en medio de una crisis política.
Que los filósofos se ocupen del tema desde su visión racional y crítica, considero que se constituye en un desafío trascendental. El título del libro, Filosofía de la pandemia, genera interrogantes tanto en el ámbito de la Filosofía como de la Medicina, como ocurrió al presentar mi libro Temas de Filosofía de la Medicina, recibido con reserva por profesionales de la salud y de las humanidades. Encuentro una excelente aclaración a tal interrogante cuando el autor afirma lo siguiente en la página 293 de su libro:
Comprender y evaluar el peso de la pandemia es una labor multidisciplinar. La diversidad de enfoques sustenta la filosofía de la pandemia […] se trata de la visión integrada y conexa, múltiple, aceptablemente profunda y con la especialización suficiente para desbrozar el objeto de estudio más importante que inauguró la tercera década del siglo XXI.
Antes que comentar la presente obra del Dr. Blithz Lozada Pereira, tarea por demás exigente para mis limitaciones, prefiero exponer mi percepción de la misma, que de por sí destaca su contenido:
La primera parte del libro, “Los filósofos ante la pandemia” presenta, en mi modesta opinión, el trabajo fundamental de la obra: labor de interpretación del autor sobre el pensamiento, las ideas, los sistemas y las definiciones de catorce filósofos clásicos de Occidente, en lo concerniente a lo que habrían afirmado si hubiesen tenido conocimiento o habrían vivido durante la pandemia. Es un recorrido histórico y filosófico que apasiona y que indica, de inicio, lo que hubiese opinado el filósofo presocrático Heráclito: […] la enfermedad fluye indefinidamente como un río y […] nadie se infecta igual dos veces, ni de la misma cepa. Inmediatamente después, lo que el sofista Protágoras, con base antropocéntrica, aseveraría: El virus es la medida de las cosas; de las que son, en cuanto que son; de las que no son, en cuanto que no son.
Por su parte, el maestro Platón, contrastando sus ideas del conocimiento verdadero, indicado como episteme, en oposición al concepto doxa, habría postulado lo siguiente respecto del virus y la enfermedad: […] se trata de alcanzar el saber de la episteme que consiste en el conocimiento científico; nuclear, directo, substancial, central y profundo, viendo los discursos […] de manipulación que ejercen las noticias falsas a través de los medios masivos de comunicación.
En la Edad Media, respecto de la que, en opinión de algunos autores, no debiera hablarse de Filosofía sino de Teología; destaca Agustín de Hipona con influencia de más de un milenio y medio sobre la cultura y las ideas de Occidente. Con base en sus convicciones sobre el pecado original, el castigo consecuente y la sexualidad humana, aseveraría que la enfermedad es núcleo del pecado y la causa que ocasionaría que en el mundo reine la inmundicia, mereciendo el castigo divino.
En la Filosofía moderna y contemporánea destaca el pensamiento de René Descartes que, con base en su principio: Pienso, luego existo, afirmaría: Infecto, luego existo; en tanto que el ginebrino Jean-Jacques Rousseau alegaría: El hombre ha nacido libre y por doquiera se encuentra encadenado al coronavirus. Immanuel Kant, basado en su imperativo categórico que ordena: Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo, que se torne ley universal; de la pandemia afirmaría: Obra de manera tal que la máxima de tu acción respecto de la enfermedad se convierta en ley universal. Finalmente, Karl Marx arengaría: Ciudadanos del mundo, ¡uníos contra el virus capitalista y socialista!, debéis perder vuestra vulnerabilidad a la enfermedad.
Los filósofos del siglo XX y XXI, consubstanciados con el desarrollo de la ciencia y la tecnología médicas, estando presentes ante casos de enfermedades, expresaron sus ideas que el libro expone y proyecta. Hannah Arendt desarrolló temas como la mentira política, ostensiva de la falta de sinceridad de los gobernantes respecto de gestionar la enfermedad, también teorizó sobre la violencia política, aplicable a las medidas que se implementaron. El existencialista ateo, Jean-Paul Sartre, afirmaría que, en la realidad del aquí y del ahora de este espacio y de este momento, con el coronavirus como fatalidad global: El virus son los demás, como personas contagiadas o como posibilidad de las personas de riesgo con las que nos codeamos. Michel Foucault, por su parte, gracias a su vasta e influyente obra referida a la sociedad contemporánea, habría expresado conceptos taxativos sobre la pandemia del siglo XXI, referidos, por supuesto, al bio-poder y a la sociedad panóptica.
Finalmente, cuatro filósofos de moda en el siglo XXI no han resistido a la tentación de buscar notoriedad expresando conceptos basados en la desinformación y la ignorancia, como el italiano Giorgio Agamben, que negó la existencia de la pandemia; el esloveno Slavoj Žižek, que anunció la presencia del coronavirus como un golpe mortal al capitalismo tendiente a la reinvención del comunismo; la norteamericana Judith Butler, que denunció convertir la pandemia en un recurso para ganar votos y la prueba de discriminación de gestión; además del surcoreano Byung-Chul Han, que dibuja una distopía global en la que la humanidad apenas sobrevive, en un mundo de vigilancia y cuarentena bio-política.
La segunda parte, “La pandemia desde la filosofía de la historia”, trata los paradigmas de la filosofía especulativa. El paradigma teleológico de la historia, creado por la filosofía y la teología de Agustín de Hipona, concibe que los acontecimientos humanos se dan según el curso lineal hacia el final único y global. Cualquier hecho del decurso de la historia, incluso las guerras, la desolación y las peores calamidades como las enfermedades, no carecen de sentido. En tal visión, la pandemia del siglo XXI es vista como designio divino determinado desde el principio de los tiempos y que al final pasará, descubriéndose el contenido religioso del acontecer y aceptándolo con fe en la omnisciencia divina.
En cambio, según la visión ilustrada francesa de Voltaire, las enfermedades infecciosas y las epidemias en la historia son rechazadas por referir suposiciones fanáticas y supersticiones religiosas. Para el alemán G. W. F. Hegel, la historia es la totalidad del ser con componentes dialécticos; asume la enfermedad como la antítesis de la salud, con su superación como eliminación: la sanación está en el escenario del mundo, donde la enfermedad es la antítesis con la salud como tesis y la sanación como síntesis, aunque, cabe referir la contraposición a la vida que es la muerte. En relación con el paradigma teleológico cabe destacar lo siguiente: En primer lugar, el discurso utópico o el telos de la historia muestran una situación soñada, sin enfermedades y, si hubiese, los recursos infinitos del mundo de la civilización perfecta descubrirán los remedios, incluso los requeridos para tratar la pandemia que se declare. En segundo lugar, el discurso distópico, de padecimiento por el sufrimiento, el dolor, la muerte y la incertidumbre ante la enfermedad global, da lugar a precipitar acciones extremas de las personas carentes de esperanza y rebosantes de angustia.
Respecto del paradigma cíclico de la historia, donde el ciclo da lugar a que todo aparezca de nuevo siguiendo un orden de sucesión de contextos y niveles determinados; lo que acaece es fijado por el pasado como algo que se repetirá en el futuro: se dará una y otra vez. Por mucho que cualquier peste o pandemia afecte a la humanidad, pasará; pero, volverá, una y varias veces en el futuro infinito, sin que se sepa con certidumbre cuándo. Las características del fenómeno de la pandemia y las reacciones de la humanidad, además de la superación de la situación transitando varios escenarios, corrobora la visión circular de la historia. Es una visión cíclica parecida al ciclo cósmico. Por ejemplo, la enfermedad es concebida en los Andes como castigo de una deidad o de una entidad sagrada debido al incumplimiento de los ritos de reciprocidad. La enfermedad restituye el equilibrio cósmico perdido por la acción humana. Tal visión, a escala global, concibe a la pandemia como reciprocidad negativa de las fuerzas sagradas que movilizan una reconvención, reponiendo el equilibrio mediante la venganza sideral como recurso extremo.
La tercera parte, “La pandemia en la larga duración: Genealogía e historia”, incluye tres componentes.
El primero se refiere a las bases teóricas y conceptuales del concepto de paradigma de Thomas S. Kuhn, como antecedente a la exposición del paradigma de la sociedad del conocimiento, entendido como la estructura epistemológica que, por ejemplo, estudia la pandemia con base en evidencias empíricas, teorías científicas y el empleo de la tecnología; en contraposición a las bases filosóficas del paradigma fundamentalista, dentro del que se despliega el modelo indianista prevaleciente en Bolivia. El autor afirma categóricamente que es su tesis, que siendo la pandemia el objeto de estudio del trabajo intelectual, debe tratársela a partir del paradigma de la sociedad del conocimiento.
El segundo componente, la genealogía de la pandemia en la larga duración, desarrolla la recopilación, análisis y exposición de las epidemias y las pandemias en la historia de la humanidad, desde las plagas de la Antigüedad a la peste negra del siglo XIV, saltando de la consolidación del Renacimiento a las pandemias del siglo XX y reparando en la pandemia de la tercera década del siglo XXI. Es un trabajo exhaustivo que incluye aspectos históricos médico-biológicos y consideraciones científicas y filosóficas detalladas.
Finalmente, el tercer componente se refiere a los retos urbanos, educativos y culturales pospandemia, atendiendo la formación del sujeto y el desarrollo de la Filosofía de la Arquitectura como base para el análisis de la afectación de las ciudades, con recomendaciones para alcanzar logros urbanos y culturales futuros contra la enfermedad cuando se presente.
En suma, es una obra monumental que ofrece un enorme contenido de conocimientos, ideas y reflexiones, constituyéndose en un valioso aporte a la literatura nacional e internacional.
Daniel Elío-Calvo Orozco
(Comentario del Dr. Daniel Elío-Calvo leído en el acto de presentación el libro Filosofía de la pandemia, llevado a cabo en el Salón Marcelo Quiroga Santa Cruz de la Universidad Mayor de San Andrés, el día lunes 28 de julio de 2025)
Daniel Elío-Calvo Orozco es médico cirujano, titulado por la Universidad Mayor de San Andrés, donde también obtuvo el título de Licenciado en Filosofía con la calificación summa cum laude. En la Bristol Royal Infirmary se especializó en gastroenterología y tiene maestría en Salud Pública por The Johns Hopkins University de Baltimore. Ha aprobado los siguientes cursos de diplomado de la UMSA y de la UNESCO: Psicopedagogía y Educación Superior en Salud; Medicina basada en Evidencias; Bioética Clínica y Social; además de Ética de la Investigación en Seres Humanos. Publicó tres libros sobre Medicina y Filosofía, y alrededor de un centenar de artículos científicos; su último libro es Temas de la historia de la Medicina. Fue docente emérito de la Carrera de Medicina; con desempeño en pre- y postgrado, habiendo asistido a numerosos eventos académicos, nacionales e internacionales. Ha cumplido funciones profesionales en el Instituto Nacional de Laboratorios de Salud y en el Instituto de Gastroenterología Boliviano Japonés; dirigió como presidente a la Academia Boliviana de Medicina, donde es miembro de número; también es en la Academia Nacional de Historia de la Medicina. Fue vicepresidente del Colegio Médico Departamental de La Paz, donde es miembro de número actualmente; finalmente, cumplió la labor de vicepresidente del Tribunal de Ética y Deontología del Colegio Médico de Bolivia.