Hernán Cabrera M.
El rol del periodista en tiempos electorales no se debe concentrar en ser caja de resonancia de declaraciones y acusaciones de los bandos en pugna. Eso déjelo para las charlas de café o discusiones y borrachitos. El periodismo no puede ni debe estar en esos bajos niveles.
Los tiempos actuales exigen mucho al periodismo, además ya pasaron varios turbiones debajo del puente como para seguir alimentando la incertidumbre. Bolivia es un país intenso, lleno de conflictos, porque los conflictos sociales son parte incluso del arte de gobernar. Llegaremos a octubre muy pronto, para ello hemos sido protagonistas tantos hechos histórico: la reelección de Evo Morales el 2015; el referéndum constitucional de febrero de 2016; la sentencia constitucional que lo habilita para que se postule a otro periodo; las elecciones primarias de 2019; el rol vergonzoso del Tribunal Supremo Electoral; la visita estruendosa y aparatosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos; las marchas y concentraciones por el NO a Evo Morales, y por el SI por otro mandato.
Todo en democracia, sin recurrir a la violencia y así debemos seguir, bajo el ritmo democrático. Ni miremos a Nicaragua y sus muertos; a Venezuela y sus heridos, muertos, detenidos y arrogancia de Maduro. Dejemos a esos países que retomen la ruta democrática o el caos, pero sin duda, habrá que hacer todo para evitar los extremos de ambos países, que están con tufillo dictatoriales en el poder.
Pero ante todo ese vendaval de situaciones y desafíos que ha pasado el país, es el turno del buen periodismo, del responsable, del ético, del capaz de responder a las problemáticas inmensa del país, del comprometido con la Constitución, las leyes y siempre en la búsqueda de la verdad. Al fin de cuentas, el periodista no es un ser amorfo, de piedra o que esté en las alturas, es un ser humano de carne y hueso, y que en el momento de las grandes decisiones y de sus coberturas periodísticas tendrá que hacer opciones, no bajo el cuento de la independencia o la neutralidad, sino bajo la premisa de la credibilidad, la objetividad y su compromiso con la democracia, la Constitución Política del Estado, la Ley de Imprenta y de los altos valores de la no discriminación, la igualdad, la equidad, la justicia, la libertad, que son el sustento de los derechos humanos.
El periodista no es neutral ni independiente, ese es falso; pero puede ser objetivo y comprometido con los derechos humanos. Los extremos del periodista militante se los observa en los deportivos, quienes cuando narran los partidos, o bien son de Oriente, Blooming, Bolìvar y más aun, cuando la Selección de Fútbol juega un partido, ahí no miden palabras ni posiciones. Igual les pasa a los periodistas de los medios estatales, están con la camiseta azul, y para ellos no hay otra verdad, que no sea la que dicta el presidente y su gabinete.
Pero también en los medios privados no existe la independencia que siempre arengan, y eso se observa cuando se registra un hecho que comprometen a grandes empresarios, a ciertos intereses vinculados con sus actividades e incluso a esferas del poder política nacional, departamental o municipal, que son los que invierten mucho dinero en publicidad en esos medios.
Es así, que el periodista en tiempos electorales está ante enormes desafíos y complejidades que los debe enfrentar, no al simple ritmo de la tamborita que haga sonar un determinado candidato, ni por una cena que ofrezca. Tampoco puede ir a colocar el micrófono sin informarse debidamente de que se trata o lanzar preguntas como loro.
Recuerde mi amigo periodista del área política, que un Estado y una sociedad democrática se desarrollan, se fortalecen y generan las condiciones para su gente, en la medida que exista una opinión pública libre y muy informada, y si mantiene a esa opinión pública en la nebulosa en base a las manipulaciones, las mentiras, las tergiversaciones, las insulsas peleas de los candidatos, pues tendrá un mal periodismo y un proceso electoral viciado y violento.
“Constituye una base esencial de toda democracia la posibilidad de formarse una opinión independiente acerca de los asuntos públicos, manifestar y discutir las propias convicciones con criterio independiente. Solo en estas condiciones es posible realizar la plena democracia política”, señala el periodista argentino Eduardo Zukernik.
En cierta ocasión el periodista Andrés Gómez, planteó que el hombre y la mujer de la prensa deben definirse, si están en la ruta por el respeto a la Constitución o que la vulneren, pues bien, ahí uno de esas grandes decisiones que tendrá que tomar al momento de sus entrevistas, coberturas especializadas, reportajes de investigación, porque recuerden que en Bolivia todo debe hacerse, bajo esta premisa: Todo dentro de la Constitución, nada fuera de la Constitución.