Hasta entonces, sólo sabemos tres cosas: debemos evitar la violencia a cualquier precio, deshacernos absolutamente de todos los odios y rencores y evitar por todos los medios que la voz más plural de los bolivianos, esa que no tiene los filtros de los llamados movimientos sociales, ni de los medios de comunicación y sus empresarios, ni de los viejos políticos, sea secuestrada por nadie, que se mantenga fuerte y sea saludable. Esa es la voz que toca escuchar, si de verdad vamos a pensar primero en la patria.