En esta breve alocución deseo agradecer, en primer lugar, al Instituto de Estudios Bolivianos debido a que ha auspiciado durante cuatro años la investigación que culmina hoy con la publicación y presentación de mi libro Filosofía de la pandemia. Lo hago, encomiando la gestión del actual director, el Dr. Ignacio Apaza Apaza, y de la anterior directora, la Dra. Beatriz Rossells Montalvo. En segundo lugar, agradezco a los doctores Hugo Celso Felipe Mansilla Ferret y Daniel Elío-Calvo Orozco, que gentilmente aceptaron mi solicitud de redactar, respectivamente, el “Prólogo” y el “Prefacio” de la obra.
Finalmente, le digo gracias al personal administrativo de la institución que colabora con eficiencia en las tareas concernientes, incluso hoy día. La investigación del libro que ahora está a disposición del público, tiene una larga historia. Comenzó como dos artículos independientes de mi autoría que se publicaron en órganos de la entidad; por otra parte, tuve la ocasión de dirigir personalmente la compilación de dos cuadernos de investigación del IEB que reunieron once ensayos y artículos científicos de profesionales de alto perfil, contribuyendo con excelentes textos a tratar la problemática de la pandemia en las áreas de Biología, Medicina, Psicología, Sociología, Educación, Estudios culturales y otras. Hubo, asimismo, tres programas de Los lunes del IEB dedicados a tratar la pandemia, en tanto que tuve la oportunidad de participar en más de media docena de actos académicos exponiendo mis opiniones y los avances de mis investigaciones, presencial y virtualmente. 2 Resultado del aprendizaje inter- y multi-disciplinar, de mis productos de investigación y de la interacción con pares académicos, es el libro que presentamos ahora, donde enfatizo la pertinencia de la Filosofía para reflexionar acerca de la realidad lacerante causada por la pandemia.
La “Introducción” de mi libro señala una cita atribuida a Óscar Wilde: “Si nunca se habla de una cosa, es como si no hubiese sucedido”. La escogí porque después de concluida la pandemia por la declaración de la Organización Mundial de la Salud el 5 de mayo de 2023, advertí la tendencia generalizada a olvidarse de ella recurriendo al mecanismo de defensa de la represión, debido al impacto traumático que ocasionó la enfermedad a escala global. Coincido con el autor de La importancia de llamarse Ernesto donde, a fines del siglo XIX, escribió: “La verdad es raramente pura y nunca simple”.
Es decir, mi libro pone en evidencia la complejidad de la pandemia y muestra la necesidad de que sigamos estudiándola porque, estoy convencido, de que volverá a ensañarse. Filosofía de la pandemia trata diversos tópicos atados por el hilo conductor de tres partes que estudian lo que la OMS llamó COVID-19, un mal global desde marzo de 2020. Hasta mayo de 2023, la pandemia oficialmente tuvo la duración de 1151 días, equivalentes a poco más de 164 semanas, o equivalentes a casi 38 meses; o tres años, un mes y 24 días. Mi libro motiva a que el lector forme una opinión propia sobre el acontecimiento más importante del siglo XXI; para esto, lo acompaña con análisis y reflexiones de carácter filosófico sobre la pandemia, de manera que, al conocerlos, fundamente su posición sobre un mal global que afectó a la humanidad y que, en algunos casos, fue dramática y mortal; en tanto que, en otros, generó secuelas de diverso impacto. Brevemente, resumo ahora las tres partes del libro. La primera titula: “Los filósofos ante la pandemia” y presenta la envergadura filosófica de la reflexión sobre la enfermedad y la muerte. Comentando el libro de Bernard Schumacher, publicado en 2018, Muerte y mortalidad en la filosofía contemporánea, esta parte hace consideraciones sobre el mal mortal, 3 glosando a alrededor de media docena de filósofos, no contemporáneos solamente, sino también clásicos.
El itinerario reflexivo se completa con la definición de la pandemia que, siguiendo el pensamiento de 14 filósofos relevantes, es posible inferir hoy. Tal procedimiento está epistemológicamente justificado a partir de referencias teóricas atingentes a la trasposición lingüística de sintagmas filosóficos. Se trata de ejercicios que ofrecen definiciones o expresiones enfáticas de Heráclito, Protágoras, Platón, San Agustín, René Descartes, Jean-Jacques Rousseau, Immanuel Kant, Søren Kierkegaard, Arthur Schopenhauer, Karl Marx, Friedrich Nietzsche, Hannah Arendt, Martín Heidegger, Jean-Paul Sartre y Michel Foucault. No se trata de un entretenimiento erudito trivial; sino, de la comprensión multilateral, en clave filosófica, de lo que la pandemia de la COVID-19 ha dado lugar retrospectivamente. Tales consideraciones terminan con mi definición personal de la pandemia fundada en los 14 filósofos: Mundus est immundus (SAN AGUSTÍN).
El virus está en todas partes, porque viene de todas partes (FOUCAULT) y no es algo que deba considerarse terminado, definitivo ni estático. Sea en una persona contagiada o sean las distintas cepas del coronavirus, contingentemente, aquí y ahora, el virus cambia según las circunstancias. Aunque la Filosofía y la Ciencia (PLATÓN) descubren el ser-así de una cepa, el virus variará e incluso mutará, convirtiéndose en otro que, de nuevo, irrumpirá en el mundo.
El coronavirus es la medida de todas las cosas: de las que son, en cuanto que son; y de las que no son, en cuanto que no son (PROTÁGORAS). El hombre ha nacido libre; y aunque por doquiera se encuentre encadenado a la enfermedad (ROUSSEAU) asume que el virus son los demás (SARTRE) no él, son los otros, distintos a él mismo. El hombre no se asume según el axioma: Inficio, ergo sum (DESCARTES) ni acepta que la vida esté rebosante de desgracias, sea pobre en gozos y la muerte ronde, indefectiblemente, al final (SCHOPENHAUER) aún hoy, con mayor proximidad gracias a la causa de la pandemia del coronavirus.
Pero, nadie se infecta dos veces en las mismas condiciones y con similar gravedad, tampoco contagiándose de la misma cepa (HERÁCLITO). 4 La enfermedad fluye y es el vértigo de la libertad (KIERKEGAARD). Dado su ser, el destino encubierto del virus ha sido dispuesto como nuevas cepas que se transforman a sí mismas, cambiando con recientes contagios en un mundo oscilante entre lo divino y lo demoníaco (HEIDEGGER). Aunque, a pesar de que el virus no sea radical y solo sea extremo, a pesar de que carezca de profundidad y de cualquier dimensión demoníaca propia; es posible que crezca de manera desmesurada y reduzca el mundo a escombros porque se extiende como un hongo por la superficie (ARENDT). Ante él, cabe instar en la tercera década del segundo milenio de la historia de la humanidad, lo que se indica a continuación: Ciudadanos del mundo: ¡uníos contra la pandemia patente en el capitalismo y en el socialismo! Debéis perder vuestra vulnerabilidad ante la enfermedad (MARX). ¡Obrad de manera tal que la máxima de vuestra acción respecto de la COVID-19 se convierta en ley universal! (KANT). La primera parte del libro acaba criticando la posverdad que dio lugar a que cuatro filósofos de renombre mundial: el italiano Giorgio Agamben, el esloveno Slavoj Žižek, la estadounidense Judith Butler y el filósofo de Corea del Sur, Byung-Chul Han, sin escrúpulos y en procura de raitings de propaganda, cometieron exabruptos a inicios de 2020. Sus opiniones fueron apresuradas, por ejemplo, negando la existencia de la pandemia, mostrándola como destructora inclemente del capitalismo o haciendo responsable de ella a sus enemigos políticos. La segunda parte de mi libro titula: “La pandemia vista desde la filosofía de la historia”.
Consta de los siguientes parágrafos: 1. La presentación de los dos grandes enfoques de la filosofía de la historia: el analítico y el especulativo, contraponiéndolos y mostrando cómo, ante la pandemia, hubo tendencias metafísicas implícitas y, en general, inconscientes, claramente especulativas. 2. La sistematización de los cuatro paradigmas de la filosofía especulativa de la historia forman y estructuran nociones del mundo. Se trata de la concepción teleológica, la inspiración utópica, el terror distópico y la visión cíclica. Aplicadas a la pandemia dieron lugar a cuatro maneras de comprender y enfrentar prácticamente la angustia y las crisis sanitarias. 5 Los siguientes parágrafos desarrollan los cuatro paradigmas, cuya teoría epistemológica se presenta en el primer parágrafo de la tercera parte. 3. El paradigma teleológico de la historia se desarrolla filosóficamente con base en la filosofía y la teología de San Agustín, la concepción ilustrada y racional de Voltaire y el pensamiento de los siglos XVIII y XIX, con Jean-Jacques Rousseau, Immanuel Kant, la filosofía hegeliana de la historia y Karl Marx. Del siglo XX, está el análisis de Jürgen Habermas. 4. Relacionado con el paradigma teleológico, se halla el discurso utópico. Es analizado en el siguiente parágrafo, mostrando el mundo idealizado que se enfrenta y supera la enfermedad, e incluso, la elimina de raíz. El utopismo es considerado desde los albores de la humanidad, aun con ideas religiosas, mitos y obras literarias. La utopía, desde los profetas hebreos, Platón y otros pensadores, hasta Thomas Moro y los filósofos del Renacimiento, concibe el futuro como perfecto, con conceptos y narraciones, mensajes e imágenes que ponen de manifiesto el destino de la humanidad, el sentido de la vida y el valor de la existencia conjunta e individual en el mundo. Se incluyen análisis de los socialistas de los siglos XVIII y XIX y; del siglo XX, la consideración más importante es de las ideas de Herbert Marcuse. 5. El tercer paradigma que sustenta actitudes ante la pandemia, más inconscientes que conscientemente, es el distópico. Su amplia difusión se explica por la extensión del sufrimiento, el dolor, la muerte y la incertidumbre ante la enfermedad masiva. Desde mediados del siglo XX, la creación literaria, difundida ampliamente en la filmografía de moda, ha presentado visiones extremas del futuro, por ejemplo, con la desaparición de la humanidad o la destrucción del planeta, a veces, debido a algún virus letal. Otras tramas compiten en imaginación describiendo catástrofes globales o narrativas del peor mundo posible, encaminado irremisiblemente a su destrucción, con escritores como Herbert Georges Wells, Aldous Huxley y Georges Orwell. Posterior a la primera mitad del siglo XX, se cuentan premios Nobel de Literatura, además de una sabrosa herencia cinematográfica. Cabe mencionar a 6 William Golding, Albert Camus y Kazúo Ishiguro. Además, están Philip Dick, Jack London, Yevgueni Zamiatin, Pierre Boulle, Isaac Asimov, Karel Čapek, Stephen King, Ray Bradbury, Anthony Burgess, Ursula Le Guin, Kris Marker y Harry Harrison. 6. Pensadores como Giambattista Vico, Oswald Spengler, Friedrich Nietzsche y Arnold Toynbee conforman la ocupación de mi libro en el cuarto y último paradigma de la segunda parte: el paradigma cíclico. Filosóficamente, expresa el despliegue inocente, ambulatorio y azaroso del devenir y de los mundos que se repiten, con la historia en cambios circulares, en espiral o sinusoidales, hacia ninguna meta, sin sentido; en recorridos por caminos diversos que se reproducen una e infinitas veces. Es una concepción incluso clásica, sustentada por Heródoto, Tucídides, Heráclito, Empédocles, Aristóteles, Eudemo, Nemesio, Marco Aurelio y Séneca. El recorrido circular se da entre los estoicos, en tanto que la repetición sinusoidal es sostenida por científicos, historiadores y filósofos que creen en la necesidad de las ondas y ciclos.
El libro presenta las ideas de pensadores y autores tan prestigiosos como Nikolai Kondratieff, Joseph Schumpeter; Ernest Mandel y Leo Nefiodow. La tercera parte de mi obra, Filosofía de la pandemia, titula: “La pandemia en la larga duración: Genealogía e historia”. Contiene los parágrafos que resumo a continuación. 1. Puntualizaciones teóricas para comprender la terminología de la obra, precisando sus significados.
Se trata de delimitaciones teóricas sobre conceptos como el de “paradigma”, entendido, según Thomas Kuhn, como una matriz disciplinar; además, sobre la noción de Peter Drucker de la sociedad del conocimiento, que generó el paradigma de la sociedad del conocimiento; entendido como la estructura epistemológica con base en evidencias empíricas, teorías científicas y empleo de la tecnología. Este parágrafo remarca que, según la UNESCO, la Ciencia es la base para conocer y superar las pandemias, enfrentando la exclusión, contra las desigualdades económicas, la afectación al medio ambiente y los efectos deletéreos de los conflictos armados. 7 2. El parágrafo “Políticas públicas de prevención de las contingencias” evidencia la necesidad de prepararse para próximas pandemias como futuribles, al menos, desde cierta previsión. Desarrollar la Ciencia, la investigación y la educación son directrices de políticas públicas en áreas y programas prioritarios para el mañana, incidiendo en la formación de calidad, la investigación de alto nivel y la definición de políticas de Estado para el bienestar sustentable. 3. El tratamiento de los componentes filosóficos sobre el paradigma fundamentalista se da en el libro a contrahílo del paradigma moderno que fortalece la sociedad del conocimiento. El paradigma indianista expuesto a partir de las ideas de Javier Medina, expresa en Bolivia, tendencias racistas, fundamentalistas y retrógradas. No evidencia aprecio alguno por los principios democráticos ni por la libertad individual; aplasta la exigencia de transparencia y crítica informativa; atentando en contra del Estado de derecho. Convierte a la educación en la reproducción de la ignorancia manipulada, carente de espíritu crítico y en procura de una ideologización cínica de la masa; usando la tecnología para vigilar, perseguir y reprimir; y prohijando la venalidad y la impunidad imperantes. Tal paradigma llegó al extremo de auspiciar para que se protagonizara el asalto y la destrucción de ambulancias que atendían a las víctimas de la pandemia. 4. La historia de las pandemias en larga duración es vista en perspectiva genealógica, según la repetición cíclica de las enfermedades globales, de la Antigüedad al siglo XXI. Desde la peste de Atenas, acontecida y registrada en el contexto de la Guerra del Peloponeso, la breve información histórica refiere la peste antonina de la segunda mitad del siglo II, la peste de Cipriano del siglo III y la peste de Justiniano del siglo VI. El libro analiza las enfermedades desde el Renacimiento, con la peste negra de mediados del siglo XIV; después, en el siglo XVI, cómo los españoles contagiaron a los indios del Nuevo Mundo ocasionando catastróficos efectos de males y muerte masiva. También estudia la sífilis exportada de América a Europa y al mundo; y las pandemias del viejo continente, Asia y África; la llamada tercera peste bubónica que duró 8 más de un siglo; la gripe española de inicios del siglo XX, la peste rusa del tifus que, como la influenza, se declaró en 1918, y el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida; además de otros síndromes respiratorios, incluso que brotaron en el siglo XXI. 5. Tratar genealógicamente las pandemias da lugar a fijar tres momentos que no son necesariamente consecutivos y que se caracterizan por lo siguiente.
Desde la Antigüedad occidental hasta fines de la Edad Media, el paradigma pestífero, con duración de dos milenios, que fue catastrófico y de dimensiones bíblicas, con descomposición social extrema y horror generalizado por la muerte contigua e inmediata de miles de cadáveres acopiados ante la presencia inane de facultativos toscos e ignorantes. En segundo lugar, el paradigma periplexis, desde el Renacimiento hasta el siglo XX, incluye a Europa y a los continentes próximos, además de la conquista y la colonia temprana en el Nuevo Mundo. Hace referencia a la perplejidad ante las pandemias extremadamente letales; pese a que los males se oscurecieron y fueron menoscabados y confundidos en medio de acontecimientos políticos y militares extremos que los minimizaron. El conocimiento de la vida se replegó en el vacío de la enfermedad y de la muerte.
El tercer paradigma es paradoxum, es el contexto rebosante de optimismo médico, debido a los conocimientos y a las técnicas de salud hasta el siglo XXI; no obstante, constatándose la vulnerabilidad humana; los descubrimientos científicos fueron una decepción global. 6. Reflexiones sobre las limitaciones humanas, incluso en el siglo XXI, concernientes a las situaciones colectivas e individuales, institucionales y sociales, médicas y familiares, de los pacientes y sus entornos, ocasionadas por la pandemia. Solo el cercioramiento de la realidad lacerante y la previsión del entorno permitirá diseñar políticas públicas que enfrenten situaciones potencialmente lacerantes, en particular, políticas referidas al rediseño urbano, la formación profesional, la educación de la población, los planes de contingencia y las decisiones que se den según el paradigma de la sociedad del conocimiento. 9 7. Consideraciones de la filosofía de la Arquitectura que establece los fundamentos de los diseños urbanos; colectivos, públicos, individuales y particulares, con previsiones de emergencias sanitarias que retornen potencialmente; respondiendo eficientemente a las demandas de salud como cuarentenas rígidas y la adecuación eficaz de recintos diversos.
El parágrafo muestra la responsabilidad de los políticos y profesionales en esta tarea, pero también, la necesaria participación de la ciudadanía en cada nivel de la vida urbana. Generar normas e implementar controles y sanciones son tareas imprescindibles, incluso en lo que concierne al resguardo del medioambiente. 8. Desplegar políticas que formen una cultura moderna es necesario para formar y preparar a la población de modo que geste actitudes sociales civilizadas. Es tiempo en el que las personas reflexionemos y cultivemos actitudes racionales que prevean las contingencias, sabiendo que la angustia, el dolor, la incertidumbre y la muerte, son parte de la realidad del siglo XXI en el que vivimos. Pero esto no es sustentable si el Estado no genera credibilidad con infraestructura instalada, si no forma profesionales idóneos y suficientes para el área de la salud, y si no pone a disposición los recursos materiales y humanos imprescindibles.
Basta de que Bolivia lidere la corrupción en el continente americano ostentando solo carencias en salud, sin previsión alguna ante la próxima pandemia. Es suficiente el deterioro que ocasiona el paradigma indianista; basta ya de que la educación deplorable solo reproduzca el folklorismo y la ignorancia. Es tiempo de valorar con objetividad y relativismo su dimensión restringida, viendo su valor y sus saberes tradicionales, no como panacea alguna ni como una lacra contra el desarrollo civilizado, evitando que distorsione la cultura y el imaginario colectivo mediante prejuicios culturalistas hiperbólicos y con prácticas en contra del bien común y la democracia. 9.
Es imprescindible que el retraso, la dependencia, la pobreza, la venalidad y la impunidad en nuestro país, evidentes incontestablemente durante la crisis de la pandemia, cambien radicalmente mediante gobiernos que generen acciones enérgicas nunca antes vistas. Deben 10 diseñar, implementar y reajustar políticas que generen empleo formal y fomenten el desarrollo humano a través de la educación de calidad. Deben promover la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación a la altura de la tercera década del siglo XXI, proyectando al país como un actor postindustrial global y competente.
Solo cuando algún gobierno proyecte el desarrollo de nuevas ciudades, forje una cultura política civilizada y moderna, brinde servicios de calidad, implemente una gobernanza racional con funcionarios idóneos y honestos, solo cuando prevea enfrentar emergencias sanitarias futuras; estará libre de la responsabilidad de la postración y de la absoluta carencia de relevancia internacional en la que está sumido nuestro país desde su historia democrática que abarca más de cuatro décadas. Es de lamentar, sin embargo, que lo más probable sea que esto tampoco ocurra en los próximos cinco años.
Blithz Yorgen Lozada Pereira