Un baño de casi medio millón, un alcalde «fantasma» y la molestia achacacheña con el MAS

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Ella no quiere revelar su nombre. Teme ser encarcelada como sus dirigentes. Sin embargo, se anima a decir que “ahí adentro todo es eléctrico”. ¿Dónde? Dirige su mirada hacia una esquina de la Plaza Eduardo Avaroa de Achacachi, donde está el baño que costó 479 mil bolivianos y que fue una de las causas del conflicto que estalló en febrero de 2017 en esa población. 
La pequeña infraestructura tiene seis letrinas (tres para varones, tres para mujeres) y sus correspondientes lavamanos, por ahora sin grifos. Ni el material ni el tamaño justifican casi medio millón de bolivianos. Del costo se deduce el origen del chisme que circula en la población: “Han dicho que todo es eléctrico” (como los baños en Japón).

Con la sospecha de que en esa obra había y hay sobreprecio, vecinos de Achacachi pidieron en febrero de 2017 un informe al Alcalde Edgar Ramos (MAS). No hubo informe, sí conflicto, saqueos, violencia y detenidos. Desde entonces, exigen la renuncia del representante edil.

Un año y cuatro meses después, la puerta del baño está tapada con viejas calaminas y basura. Casi nadie se acerca al lugar: uno, porque no funciona; y dos, porque la plaza donde está tiene rejas y sus puertas están casi siempre cerradas. 
Ramos, un Alcalde «fantasma»
También desde febrero del año pasado, Ramos no llega al pueblo, menos a su oficina. La gente que habló con RimayPampa desconoce su paradero. Es un fantasma cuyo nombre está en la boca de la gente, pero casi nadie lo ve físicamente.
Para el Ejecutivo Cantonal Achacachi, Freddy Tallacagua, “es doloroso hablar de lo que pasó con el Alcalde” por todas las consecuencias que generó en contra de su pueblo.
El edificio de la Alcaldía está en la esquina sureste de la plaza principal. Su abandono se nota de lejos. Se asemeja a una vieja casa donde habitan malos espíritus. Un pedazo de cortina raída y sucia se descuelga desde un orificio de la ventana cuyo vidrio está roto. Desde ahí se ve cómo el polvo va cubriendo una computadora, su teclado y materiales de escritorio.
“Era una oficina de impuestos”, dice un vecino. En ella, hay una mesa donde además de otros equipos está una cinta masking a medio usar; en una de sus paredes, se divisan folders apilados en cada cubículo de un improvisado estante. Dos sillones mal dispuestos ayudan a deducir que la oficina fue abandonada sin previo aviso.
El secretario de Organización Sindical de la Provincia Omasuyos, Nicolás Huallpa, que lleva en la espalda su bastón de mando sobre su poncho rojo, está convencido que Achacachi funciona mejor sin alcalde. Aunque no sabe con certeza sobre el paradero de Ramos, por rumores está enterado que se fue a Warisata, una población vecina.

El presidente del Comité Cívico, Javier Quisbert, que tiene un chulo de lana con las orejeras levantadas, comenta que el alcalde “siempre trabajó” desde su casa, luego desde la ciudad de El Alto; ahora no sabe con exactitud desde donde.

Achacachi es un pueblo con alcalde y concejales ausentes, pero con autogobierno. Se organizó por barrios para superar su principal problema: la basura. Sin embargo, en las calles, el tenue y gélido viento juega con bolsas nylon, papeles, botellas de plástico y otros desechos.
Desde que la Alcaldía está cerrada, los vecinos no pagan impuestos de sus bienes muebles e inmuebles porque no saben dónde hacerlo. 
Pero la ausencia de los representantes ediles no paralizó la vida económica, los negocios abiertos en la plaza principal funcionan como si nunca hubieran sido saqueados. Lo que sí están paralizadas son las obras. No hay una sola en la población desde que fue expulsado el Alcalde.
En opinión de Quisbert, “el pueblo ya no reconoce a Edgar Ramos como alcalde».

Tallacagua cuenta que el cantón Achacachi decidió no recibir ningún proyecto del alcalde Ramos y sugiere al gobierno central hacer inversión directa. “Sólo algunos ponchos azules apoyan al Alcalde”, ironiza.
Unidad y molestia con el MAS
Tallacagua, Quisbert y Huallpa están convencidos que Achacachi es la cuna del llamado “proceso de cambio” y que Evo Morales debe su ascenso a los pobladores de ese lugar.
Por eso, “nos molesta que el gobierno apoye al Alcalde (masista)”, dice Tallacagua y sindica a los ministros Eugenio Rojas y César Cocarico de pretender dividir a los achacacheños.

“Eugenio (Rojas) se sirvió de Achacachi; estamos resentidos, queremos que (el gobierno) nos mire a todos por igual y no sólo dé proyectos a los hermanos que apoyan al gobierno. Ellos discriminan”, comenta.
Quisbert indica que hay “una molestia con el Presidente (Evo Morales)” porque él mismo pidió denunciar a cualquier funcionario público corrupto, pero cuando “hicimos eso, nos han hecho llorar, han hecho llorar a los niños, a las señoras y no se han respetado los derechos humanos en los bloqueos”.
“Las bases han indicado ya no más. Ya no más a esa opresión ni a la persecución política”, puntualiza.
Huallpa compara al Presidente del Estado Plurinacional con Nicolás Maduro, dictador de Venezuela. “Ya no mantenemos simpatía con el gobierno, tanta opresión, nos duele; es ya gobierno de facto como ahora mismo actúa el señor Evo Morales”, asegura.
Tallacagua y Huallpa coinciden en indicar que los pobladores de la ciudad de Achacachi y de las comunidades hicieron un pacto de unidad y que no cesarán en su decisión de pedir la renuncia del alcalde masista, Edgar Ramos.

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