¡Salvemos al Cerro Rico!

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Andrés
Gómez Vela
Si un día
cae o se hunde el Cerro Rico de Potosí, tendremos que borrar su imagen del
escudo de Bolivia. El mítico Sumaj Orkjo llega a ser para el país como las
pirámides del Valle de Gizeh para Egipto, aunque no es una obra humana, sino de
la naturaleza, pero su peso simbólico es tan grande que sin él no se explica el
origen del Estado boliviano.
Por esta
trascendencia histórica fue designada en 1986 por Naciones Unidas como
“Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad”. En otras palabras, el mundo
reconoció su “valor universal”. Pero, hay un grupo de bolivianos,
cooperativistas mineros ellos, que no tiene consciencia de la importancia
mundial de esta montaña y causa cada día el hundimiento interno de tres
centímetros de su cima, que alcanza aún 4.702 metros sobre el nivel del mar.
Da la
impresión que no les importa mucho que sea un símbolo o patrimonio universal y
siguen explotándolo con la misma rapacidad que en la época colonial, sólo que
esta vez con la aquiescencia de las autoridades estatales, que teóricamente se
preocupan, pero en la  práctica no hicieron ni hacen nada para evitarlo
desde que se advirtió hace años el peligro.
Quien sí
se preocupó, recientemente, pero en serio, es la Directora de la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco), Irina
Bokova. En su visita a Bolivia, indicó que varios expertos propusieron
declarar en riesgo al Cerro Rico y adelantó que será el Comité de Patrimonio de
ese organismo el que decida qué hacer para protegerlo.
Hace un
tiempo, el gobierno boliviano se planteó hacer un relleno hidráulico en la cima
para aliviar los daños causados por los mineros. Hasta la fecha no se movió una
sola piedra, por el contrario se siguió permitiendo su explotación cerca de la
cúspide, pese a las prohibiciones, causando gigantescos huecos que crecen y deterioran
continuamente la forma cónica del Cerro Rico.
Debemos
tomar muy en cuenta la alerta de Irina Bokova y sumarnos a la campaña, pues, es
inadmisible dejar que se hunda un “Patrimonio Natural y Cultural de la
Humanidad” sólo por privilegiar a un grupo de cooperativistas que se niega a
reconocer que esa montaña vale hoy más por su valor intangible que por los
recursos que todavía tiene en sus entrañas.
Cada
sitio donde hay un Patrimonio de la Humanidad deja de ser sólo del país donde está
para pertenecer a la comunidad internacional. Hasta 2013, había 981 sitios,
entre ellos está el Sumaj Orkjo.  Por su
importancia, 191 países se trazan como objetivo permanente preservar estas
obras del ser humano y la naturaleza para las futuras generaciones.
Una
declaratoria en riesgo por parte de la Unesco permitirá que la comunidad
internacional se movilice para salvar este patrimonio, como ya sucedió cuando
se lanzaron campañas de protección de Venecia y su laguna, las ruinas de
Mohenjo-Daro en Pakistán o el templo Borobudur en Indonesia.
El Comité
del Patrimonio Mundial de la Unesco celebrará desde este domingo hasta el
miércoles 25 su trigésima octava sesión en Doha, donde analizará las nuevas
postulaciones a su listado y el estado de conservación de sitios ya inscritos,
entre estos el Cerro Rico.
No tengo
nada contra estos cooperativistas, pero tengo mucho en favor de un patrimonio
que no sólo es boliviano, sino mundial.
De hecho
una acción de desalojo privará a los mineros de su derecho al trabajo, pero
ellos están a punto de privar a la humanidad de un bien histórico.
Para
evitar injusticias, las autoridades deben pensar en una economía alternativa o
una relocalización (pero en buenos términos) de los cooperativistas, y éstos
deben pensar en que del valor intangible de este Patrimonio comerán, a través
del turismo, sus hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y no serán borrados del
futuro como la imagen del Cerro Rico del Escudo y de la historia de Bolivia en
caso de que se caiga.

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