Lola Rodríguez llegó nerviosa y con media hora de retraso la noche del miércoles 12 de noviembre de 2014 al Hogar Virgen de Fátima. Debía estar al menos a las 19:50 para hacer cambio de turno con la otra enfermera y comenzar su trabajo a las 20:00. Algo la detenía, algo le decía que no vaya y como señal de ese presentimiento no había vehículo público de Villa Fátima hacia la Zona Sur de La Paz.
Más tranquila después de la difusión de un audio en el que la exjueza Patricia Pacajes contó detalles de cómo procesaron y sentenciaron al médico Jhiery Fernández por una violación que nunca sufrió el bebé Alexander, la enfermera Lola narró a RimayPampa cómo sucedieron los hechos aquella desgraciada madrugada.
Después de soportar por unos minutos el mal humor de su colega que ya tendría que haberse retirado a su casa a las 20:00, preparó los medicamentos para dar “el tratamiento” de las 21 horas a los niños huérfanos del hogar Virgen de Fátima, hoy Niño Jesús.
Entró a la sala 2, donde estaba el bebé Alexander y no encontró a la joven educadora Madelein Paola Pahe Chambi, responsable de su cuidado. Mucho tiempo después, en la reconstrucción del caso, se enteró que había estado en el baño.
Al ver que los niños dormían tranquilos, fue a las otras salas y se retiró.
Aproximadamente a las 23 horas, Jhiery Fernández llegó al Hogar a realizar su ronda de valoración habitual. Lola acompañó la visita, no se desprendió ni un solo minuto del médico. Identificó a los niños que estaban mal y ambos fueron de sala en sala.
En la visita de esa noche, el médico Fernández no valoró, no vio ni tocó a Alexander porque no era necesario debido a que no tenía ninguna alteración de salud. Chequeó a dos niños que sufrían fiebre; ella le ayudó a tomar la temperatura de ambos.
Después que Fernández dio las indicaciones para las historias clínicas respectivas, Lola lo acompañó hasta la puerta del Hogar y se despidieron.
Cerrado el recinto, nadie más podía entrar ni salir sin ser visto por el portero Ramiro, que aquella noche estaba de libre, pero había dejado una reemplazante en su lugar. Ninguno de los empleados tenía una copia de las llaves.
Lola se entera de Alexander a las 06:15
Ya el jueves 13, cuando Lola hacía sus primeras tareas en el consultorio del Hogar, apareció en la puerta Madelein Paola Pahe Chambi.
—Le pasa algo al bebé Alexander, está raro— alertó la madre sustituta sin la preocupación que quizá debería haber tenido por la gravedad del caso.
El reloj marcaba las 06:15; Lola lo recuerda muy bien. No había dormido prácticamente durante la noche porque tenía una prioridad: cuidar a una niña que había sido operada de uno de sus ojos.
El anuncio de la madre sustituta lo sorprendió. En la ronda de anoche, Alexander dormía tranquilo, aunque estaba afectado por una diarrea no había requerido atención.
—¿Raro? ¿Cómo raro? Anda a traer al bebé— interrogó e instruyó Lola a Madelein.
Apenas llegó, la joven madre sustituta puso al bebé en la camilla y dijo a a la enfermera que había despertado llorando por lo que le dio leche y nada más.
Al verlo pálido, Lola le auxilió con oxígeno, controló sus signos vitales y al constatar que eran imperceptibles, entregó su teléfono móvil a Madelein para que llame urgente al médico Jhiery Fernández, que estaba en el Instituto de Rehabilitación Infantil, ubicado a dos cuadras del Hogar.
La enfermera no tuvo tiempo de revisar el cuerpo del pequeño, pero se percató que estaba en estado crítico y que su cabecita y pechito estaban mojados. Pensó que Madelein hizo caer al Alexander y la recriminó, pero ella le juró que no.
Cuando contestó el médico Jhiery al teléfono, Lola sólo llegó a decirle: doctor; y se cortó la llamada.
Ante la urgencia, decidió evacuar al bebé al Hospital del Niño, pero no tenía dinero para su pasaje, apenas Bs10 y necesitaba al menos Bs15.
Corrió a prestarse unos pesos donde el portero del Hogar, que había retornado de su permiso por la madrugada. Ante la respuesta negativa, Lola tomó el cambio que debía a una trabajadora social, envolvió al bebé y salió en busca de taxi.
Al no poder encontrar uno, pidió auxilio a una ambulancia que pasaba ocasionalmente por la calle Héctor Ormachea de la zona de Obrajes. Madelein se quedó y Lola subió al vehículo con el bebé.
En el trayecto, sintió que Alexander se había orinado. Sus conocimientos de enfermería le ayudaron a deducir que el infante estaba perdiendo la vida. Ese mismo rato sonó su teléfono, era el médico Jhiery que le devolvía la llamada, pero no podía sacar el móvil de su bolsillo y menos contestar porque sus manos estaban ocupadas.
Inmediatamente, decidió constatar qué pasaba con el niño, le cambió la ropa y lo limpió. Vio que Alexander estaba escaldado y no vio sangre ni nada anormal.
Hoy se arrepiente de no haber tomado unas fotografías de esa parte del cuerpo del Bebé, hubieran probado que no tenía ningún tipo de lesión y evitado la hipótesis de la violación, lanzada esa mañana del jueves 13 de noviembre por un médico del hospital Juan XXIII.
Entre el Hospital del Niño y el Juan XXIII
La ambulancia llegó entre las 07:30 y 07:45 al Hospital del Niño.
Lola reportó al médico Delgadillo que traía un bebé muy enfermo. En el box de reanimación y al ver la gravedad, ordenaron transferir a otro centro de salud porque ahí no había camas en terapia intensiva.
Ya en el hospital Juan XXIII, el personal que atendió a Alexander detectó que el pequeño sangraba profusamente por el ano. Lola recibió el informe en ese sentido y quedó sorprendida cuando uno de los médicos hizo un gesto de gravedad y le dijo: “esto parece que fuera violación”.
Ella no lo podía creer porque sólo minutos antes, cuando limpió el trasero del bebé, había constatado que éste no tenía ninguna lesión. Inmediatamente, llamó por teléfono a la jefa del Servicio Departamental de Gestión Social de La Paz (Sedeges). También telefoneó al médico Jhiery para informarle de la situación.
A las 08:45 murió el bebé.
Después, aproximadamente a las nueve de la mañana, personal de Sedeges y el médico Jhiery Fernández llegaron al hospital Juan XXII.
Lola tenía la esperanza de que la forense (Ángela Mora) certifique lo que ella había visto esa mañana. Por el contrario, suscribió la impresión de uno de los médicos del Juan XXIII.
Hoy entiende por qué aquel miércoles 12 de noviembre de 2014 algo la detenía, algo le decía que no vaya a su fuente laboral, el Hogar Virgen de Fátima, a donde había llegado a trabajar recién en agosto.
Blanco pidió ayuda a Lola
La enfermera Lola Rodríguez contó esta misma versión a la Fiscalía que, según dijo a RimayPampa, fue ratificada por otras dos educadoras: doña Lidia y doña Eugenia.
Entre el miércoles 12 y jueves 13 de noviembre, el médico Jhiery Fernández no tocó ni vio al bebé Alexander.
La hipótesis de la violación fue una insistencia del Fiscal del Departamento de La Paz, Edwin Blanco, que, en la oportunidad de la reconstrucción, dijo a la enfermera Lola a solas que ya sabía dónde había pasado (la violación) y que no fue en el Hogar.
El 27 de marzo pasado, el Tribunal Décimo de Sentencia de La Paz condenó a 20 años de prisión al médico Jhiery Fernández por el delito de violación que no cometió y a dos años de cárcel a la médico internista Sandra Madeny por homicidio culposo y a la enfermera Lola Rodríguez por el delito de encubrimiento.
Vea la entrevista a Lola Rodríguez: