La historia del pueblo donde se rebeló Tomás Katari y Melgarejo incendió las casas

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Tiene tres certificados de nacimiento. Pero el original se lo extendió la naturaleza, cuando el tiempo no tenía calendario y comenzaban a asentarse los primeros habitantes en esta parte de la Tierra. En su nacimiento, la Pachamama fue generosa, la dotó de tres ríos: una con agua permanente y dos con corrientes temporales; y hundió abruptamente, solo en esa partecita, el uniforme y extenso altiplano para colgar Pocoata entre macizas montañas y pisos que bajan de 3.000 a 2.000 metros sobre el nivel del mar.

La historia que viajó de boca en boca y de oído en oído narra que antes de que los musulmanes fueran forzados a abandonar lo que hoy es España y mucho antes de que Cristóbal Colón naciera, vivían en la región Los Wankarani y después la Nación Charca.

Esa misma historia cuenta que Los Charcas eran aguerridos guerreros, hábiles para el combate cuerpo a cuerpo por su agilidad en los puños. Esa afición los llevó a organizar torneos regulares de lucha y desde entonces viene lo que hoy se llama el Tinku.

Por el Siglo XIV, aparecieron Los Incas, una civilización más organizada política y militarmente, y conquistaron la Nación Charca. Los vencedores, al ver que en el lugar producía abundantemente el maíz, lo bautizaron con un nombre en quechua: “Poqjoj Wata” (año productivo o que produce cada año), y como los españoles mutju qjallus (lengua sin filo) no podían pronunciar esa palabra, terminaron llamándolo Pocoata.

La corona española ordena la creación de Pocoata

Viene a ser el segundo certificado de nacimiento. Se materializó mucho tiempo después de 1532, año en que los españoles llegaron a territorio del Imperio Inca.

Cuentan los recuerdos de los hijos de este pueblo que el descubrimiento del Cerro Rico de Potosí en 1545 trajo buenas y malas noticias. Entre las buenas estuvo la orden de la corona española en 1575  para crear “los pueblos indios”, entre ellos Pocoata.

Y entre las malas estuvo el objetivo de su creación:

  • Aglutinar en un solo pueblo a los 134 ayllus que vivían a lo largo de cinco leguas para cobrarles fácilmente impuestos y reclutar jóvenes indígenas para la mita (trabajo forzado) en el Cerro Rico, donde en casi tres siglos murieron alrededor de 8 millones de indios, de ellos miles eran de Poqjoj Wata.

Entre 1575 y 1675, los españoles trazaron Pocoata según el modelo castellano. Diseñaron las calles conforme a un trazado perpendicular y pusieron en el centro la Plaza de Armas, donde edificaron las instalaciones para las autoridades políticas y religiosas.

Lo asentaron sobre una colina para evitar que los serpenteantes ríos que lo rodean se desborden y lo inunden. En el lado norte de la plaza edificaron su imponente templo estilo barroco mestizo en honor a San Juan el Bautista, Patrono del Pueblo. De la majestuosa construcción, destaca su cúpula blanca y su alargada bóveda, que se extiende de este a oeste y termina en una torre, de donde cuelgan dos campanas, una de ellas gigante, cuyo tañido se escucha a más de cinco kilómetros a la redonda.  

Los tatarabuelos pocoateños que entraban al templo cuando aún acogía a San Juan Bautista, al Tata Santiago, a Santa Bárbara y a San Andrés contaban, en sus tertulias de fin de año, que de sus altas paredes colgaban valiosas pinturas de Melchor Pérez de Holguín.

El descuido y la ignorancia derrumbaron parte de la infraestructura del templo y tuvieron que construir uno precario para alojar a los santos y las pinturas, que en un mal día fueron robadas y luego recuperadas, pero ya no volvieron al pueblo; se los llevaron a Potosí. El templo está hoy entre la reconstrucción y otro largo olvido.

Entre 1575 y 1700, Pocoata ya era un importante lugar de tránsito entre Potosí – Cochabamba y Charcas (hoy Sucre) – La Paz.

Los abuelos de las abuelas rememoraban, en días de siembra, que durante la colonia, el clima templado iba de agosto a abril, lo que convirtió a Pocoata en una incubadora natural, a donde las esposas de los españoles, que vivían en Potosí, llegaban al pueblo a dar a luz a sus hijos para evitar que se mueran por el intenso frio potosino, como sucedía en aquel tiempo.

La rebelión de Tomás Katari

Mientras sus habitantes, indios y españoles, iban creando una nueva cultura, resumida simbólicamente en el charango (hijo de la guitarra), la montera del tinku (muy semejante al casco español) y la cúpula del templo de Pocoata, el pueblo no vivía en paz por los abusos de los españoles, que cada año reclutaban en la región más de 4.000 mitayos para obligarlos a trabajar en las profundidades del Sumaj Orkjo.

En medio de esta humillante existencia, a mediados de 1777, el cacique Tomás Katari se rebeló contra el español Blas Bernal por haberle usurpado el cargo de curaca. A este movimiento se sumaron su esposa Kurusa Yawi (a quien los españoles rebautizaron Kurusa Llave), sus hermanos, Nicolas y Dámaso; e Isidro Achu, otro líder indígena.

En 1778, Katari organizó dos cabildos grandes de las 365 comunidades de Potosí en Poqjoj Wata y Macha, donde recibió el mandato de marchar hasta Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de La Plata. Katari caminó, acompañado de Tomás Achu (hijo de Isidro), 2.300 kilómetros porque por entonces los indios estaban prohibidos de montar a caballo.

Entre 1778 y 1980 fueron infructuosos sus reclamos y fue apresado en varias ocasiones. La última vez que fue liberado el calendario marcaba 23 de julio de 1780; ese día, sus seguidores llegaron armados desde Huancarani, aldea cercana a Poqjoj Wata, y rodearon al corregidor para exigirle libertad para Tomás Katari y rebaja de impuestos.

El día de San Bartolomé, 24 de Agosto, mientras el corregidor reclutaba  quechuas para la mita y se armaba la festividad en honor al Santo, Katari encabezó la rebelión en la Plaza de Pocoata, hecho que en justa historia debe ser entendido como el primer grito libertario de los indígenas contra la corona Española.

Un año después, el 15 de agosto de 1781, Katari fue asesinado a causa de su rebelión en el barranco de Chataquilla, cerca a Quila Quila (provincia de Yamparáez, Chuquisaca), donde lo empujaron atado de manos y pies.

“Albahaca para el Tata Belzu, alqjoaca (mierda de perro) para Melgarejo”

Cuentan hoy que Eleuterio Troncoso, benemérito de la Guerra del Pacífico, solía contar cómo fue incendiado Pocoata por orden del dictador Mariano Melgarejo.
El abuelo Eleuterio no recordaba exactamente el día, pero sí el hecho y las frases que enfurecieron a Melgarejo.

El dictador iba de Sucre a La Paz y tenía que pasar por el pueblo, donde supuso que lo iban a recibir con honores. No sabía que los Pocoateños eran afectos a Manuel Isidoro Belzu. Menos esperaba que le griten en su cara: “Albahaca para el Tata Belzu, alqjoaca (mierda de perro) para Melgarejo”.

Apenas escuchó repetir dos veces el estribillo, Melgarejo ordenó quemar Pocoata. Como en ese entonces (1866) las casas tenían techo de paja, el fuego saltó con la agilidad del viento de techo en techo y ardió el pueblo como una apocalíptica bola de fuego.

Capital de la tercera sección 

A 100 años de la creación de Bolivia, Pocoata fue declarado capital de la Tercera Sección de la provincia Chayanta del departamento de Potosí el 11 de noviembre de 1925 por el gobierno de Hernando Siles.

Sin embargo, desde la colonia marcó como su fecha de aniversario el 24 de Junio, Día de San Juan el Bautista.

Pocoata tiene tres certificados de nacimiento, pero el original se lo extendió la naturaleza entre pasacalles, huayños, cuecas, tonadas, tinkus, sicuris, charangos, guitarras, acordeones, saxos y trompetas. En su nacimiento, la Pachamama fue tan generosa que pinto la tierra, sólo en esta partecita, de un inconfundible rojo tomate para que contraste con el verde albahaca de los sauces, los molles, los tjaqjos (churquis), las jarkas, los duraznales, los maizales, la papa… y produzca el maíz para elaborar la aceitosa chicha pocoateña.

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