Rusia mantiene el apoyo a Maduro, pero protege sus inversiones en Venezuela

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No fueron a orar: recordaban al difunto líder venezolano Hugo Chávez, quien desembolsó miles de millones de dólares en armas y maquinaria rusas. Además, mostraban su apoyo por Nicolás Maduro, su sucesor asediado.

Maduro intenta salvar el sistema político que, durante dos décadas, construyó con Chávez y el apoyo de Rusia. Su catastrófica gestión económica ha ocasionado que la oposición reclame el liderazgo del país con el apoyo de Estados Unidos, la Unión Europea y la mayoría de las naciones suramericanas.

Para Rusia eso se ha convertido en el intento más reciente de Occidente para derrocar a un gobierno adversario y limitar el alcance global del presidente Vladimir Putin. El Kremlin reaccionó cerrando filas con Maduro y ofreciéndole su apoyo diplomático, lo que fue evidente en la ceremonia celebrada el miércoles en la iglesia de San Luis de los Franceses.

Alexander Shchetinin, principal diplomático latinoamericano de Rusia, e Igor Sechin, el poderoso dirigente de la mayor estatal petrolera rusa, Rosneft, fueron algunos de los que llevaron flores al monumento a Chávez. Sin embargo, detrás de los actos oficiales, las élites políticas y económicas de Rusia se están dividiendo sobre cómo preservar sus intereses de la mejor manera.

Mientras Maduro y Juan Guaidó, el líder de la oposición, se disponen a librar una guerra de desgaste, el Kremlin enfrenta una fuerte decisión: aumentar el apoyo a su aliado o formar parte de los que eligieron a su sucesor.

El camino que tome Putin ayudará a determinar si Venezuela tendrá una transición gubernamental pacífica, si se iniciará una guerra civil o se consolidará el modelo represor del gobierno de Maduro.

“La imagen y la influencia global de Rusia están en juego en Venezuela”, dijo Vladimir Rouvinski, politólogo de la Universidad Icesi en Cali, Colombia. “El impacto inicial y el miedo en Rusia de que perderían todo en Venezuela se está remplazando con la posibilidad de que puedan volverse parte de una transición negociada y asegurar que se respeten sus intereses”.

Esos intereses abarcan desde los proyectos petroleros y los contratos militares de las firmas estatales rusas en Venezuela hasta el valor geopolítico de tener un aliado contrario a las políticas de Estados Unidos en el hemisferio occidental.

En años recientes, Rosneft se ha convertido en el socio petrolero más grande de Venezuela y un prestamista de emergencia, pues ha adquirido acciones en cinco proyectos de producción de crudo y le ha prestado al gobierno de Maduro alrededor de 7000 millones de dólares a cambio de petróleo. Venezuela aún le debe a Rosneft alrededor de 2300 millones de dólares, según una presentación de la compañía realizada en febrero.

Venezuela también debe 3100 millones de dólares al Ministerio de Finanzas de Rusia por armas, camiones y granos adquiridos a crédito. Finalmente, el exportador de armas estatal de Moscú tiene contratos de servicio multimillonarios para dar mantenimiento a los tanques, los aviones de combate y los sistemas de defensa aérea fabricados en Rusia con los que cuenta Venezuela.

“Son sumas significativas, pero no es algo que hundiría a la economía rusa”, dijo Alexander Gabuev, académico del Centro Carnegie de Moscú. “Se trata de la habilidad de Putin para proyectar a Rusia como potencia global”.

Los vínculos cercanos con Rusia han permitido que Putin desafíe a Estados Unidos en su propio territorio. Tanto Chávez como Maduro han viajado a Rusia, visitado fábricas de ametralladoras y granjas estatales. Chávez fue uno de los pocos líderes en reconocer a las repúblicas separatistas de Osetia del Sur y Abjasia, respaldadas por Rusia, mientras que Maduro apoyó la campaña militar rusa en Siria.

Rusia respondió con gestos simbólicos como enviar en avión a un coro ruso a la ciudad de origen de Chávez en las llanuras verdes y cálidas de Venezuela e inaugurar una calle con el nombre de Hugo Chávez en Moscú.

Estos vínculos económicos y personales probablemente han convertido a Rusia en el único aliado, además de Cuba, que puede ejercer influencia sobre Maduro, dijo Rouvinski, el politólogo. También han aumentado los costos que enfrenta el Kremlin ante la caída de Maduro.

Para tratar de bajar la tensión, la oposición de Venezuela ha dicho en repetidas ocasiones que el nuevo gobierno respetará las inversiones de Rusia en Venezuela. El país necesitará capital para recuperarse de su atroz crisis económica, señalaron, y las empresas rusas serían bienvenidas en la etapa de reconstrucción.

Al seguir siendo leal a Maduro, Rusia aumenta la dependencia de la oposición en Estados Unidos, que podría presionar al nuevo gobierno para cancelar los contratos de Rosneft y destruir las armas rusas, dijo Ángel Alvarado, legislador de la oposición.

“Cuanto más esperen, más se arriesgan a perderlo todo”, comentó. “Sus inversiones están a salvo aquí, pero deben venir a la mesa de negociaciones antes de que sea demasiado tarde”.

El gobierno de Trump ha dicho varias veces que considerarán todas las opciones con el fin de obligar a Maduro a renunciar al poder, incluida la intervención militar, una posibilidad que ha dividido a los altos funcionarios rusos.

En un bando están los tecnócratas pragmáticos y los diplomáticos de carrera que creen que el desastroso desempeño económico de Maduro vuelve insostenible a su gobierno.

Los diplomáticos rusos han reabierto canales de comunicación con la oposición venezolana después de una breve pausa tras la proclamación de Guaidó, según los líderes opositores y personas cercanas al Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia.

En las últimas semanas, mediante comunicados públicos, los funcionarios de la cancillería rusa han pasado de apoyar de manera inequívoca a Maduro a ofrecer mediación en negociaciones con la oposición o sostener charlas sobre Venezuela con Estados Unidos.

Venezuela ha desaparecido de los programas de entrevistas en la televisión rusa del Estado. Esto es un gran contraste respecto de la postura de línea dura adoptada por la élite rusa de defensa y seguridad, que incluye a Sechin de Rosneft, exagente de la KGB. Consideran que la crisis política de Venezuela es parte de una campaña global de subversión estadounidense en contra de Rusia, y creen que respaldar a Maduro es una cuestión de principios y autodefensa.

El “objetivo de Estados Unidos es acabar con los gobiernos de países inconvenientes y socavar la soberanía”, dijo en una conferencia el general Valery V. Gerasimov, el influyente jefe de la estrategia militar rusa en una conferencia en Moscú, la semana pasada. “Ese tipo de actos se observan actualmente en Venezuela”.

Rosneft ha sido una vía de escape para Maduro desde que Estados Unidos impuso duras sanciones a la industria petrolera de Venezuela a finales de enero. La compañía dijo que aumentará su producción en el país este año y ha comenzado a absorber algunas de las exportaciones de petróleo que solían enviarse a Estados Unidos.

El envío de gasolina y diluyentes de aceite a Venezuela ha impedido el colapso de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). También ha sido un buen negocio para Sechin. Sin más compradores alternativos, PDVSA se ve obligada a venderle a Rosneft con grandes descuentos, según un funcionario de Rosneft y un operador de petróleo que habló sobre las transacciones con la condición de mantener su anonimato.

“Sechin se ha presentado ante Putin como el protector de Venezuela, la persona que mantendrá ondeando allá la bandera de Rusia”, dijo Gabuev del Centro Carnegie. “Le ha apostado mucho a Maduro”.

Más allá de las compras oportunistas de petróleo que realiza Rosneft, el apoyo efectivo del Kremlin a Maduro se ve limitado por las realidades económicas de Rusia.

Los ingresos reales en Rusia se han estancado desde que Putin anexó Crimea en 2014, antes territorio de Ucrania, lo cual debilitó el apoyo nacional a las intervenciones extranjeras, como la campaña de Putin para apuntalar a Bashar al Asad de Siria.

“¿Cuánta leche les podemos dar a nuestros hijos si no construimos otro misil para Siria?”, preguntó Maria Potapova, gerente de la planta de productos lácteos Blagoveshchensk en el extremo este de Rusia. “Tienen todo ese dinero para Crimea y Siria. ¿Por qué no darnos un poco a nosotros?”.

La amenaza de las sanciones estadounidenses ha ahuyentado a la mayoría de las corporaciones rusas que tienen negocios en el país. Lukoil, el segundo productor de petróleo más grande de Rusia, dijo el mes pasado que dejó de comerciar con petróleo venezolano; Gazprombank, dirigido por el Estado, alguna vez uno de los principales banqueros de PDVSA pero ha dejado de abrir cuentas nuevas para clientes venezolanos. Incluso los exportadores de orquídeas se han ido del país latinoamericano.

Una planta de ametralladoras Kalashnikov de 1500 millones de dólares fue construida en la ciudad de Maracay por la estatal rusa RosTec y debía ser un símbolo de la cooperación militar entre Rusia y Venezuela, pero sigue vacía doce años después del inicio de su construcción.

“Todos saben que la situación en Venezuela es terrible y que el gobierno debe cambiar”, dijo una persona involucrada en el proyecto de RosTec, quien habló con la condición de mantener su anonimato. “Lo que quiere [Rusia] es elegir a la persona que estará al poder o por lo menos tener poder de decisión sobre la transición”.

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