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El presidente de Kazajistán ordena «disparar a matar» y Rusia envía 75 aviones con tropas

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El Confidencial

El presidente de Kazajistán, Kasim-Yomart Tokáyev, ha afirmado este viernes durante un discurso a la nación que dio la orden expresa de «disparar a matar» sin previo aviso contra los manifestantes que vienen ocasionando graves disturbios los últimos días, a los que calificó de «bandidos», si ofrecen resistencia a las autoridades.

Así, las autoridades han abatido ya a 26 personas, según han informado las autoridades y se han detenido, al menos, a 3.000 «delincuentes». «Di la orden a los órganos de la policía y el Ejército de disparar a matar sin previo aviso», ha señalado el presidente, al alertar de que no dialogará «con bandidos armados y preparados, tanto locales como extranjeros».

El país centraosiático, con apoyo de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), alianza militar que agrupa a seis antiguas repúblicas soviéticas, entre ellas Rusia, busca poner fin a los graves disturbios que sacudieron la nación centroasiática en las dos últimas jornadas. De hecho, el Ministerio de Defensa de Rusia ha enviado más de 75 aviones de transporte militar con las unidades rusas del «contingente de paz» de la OTSC.

«El grupo aéreo compuesto por más de 70 aviones Il-76 y 5 An-124 (…) transporta durante la última jornada la parte rusa del contingente de paz de la OTSC a Kazajistán», afirmó en un comunicado el portavoz del Ministerio de Defensa de Rusia, mayor general Ígor Konashenkov. Según el alto militar ruso, las aeronaves de la Fuerza de Transporte Militar Aéreo de Rusia también transportan las unidades de Bielorrusia, Tayikistán, Kirguistán y Armenia, países miembros de la OTSC.

Las manifestaciones comenzaron el pasado 2 de enero, inicialmente pacíficas y en protesta por el alza considerable de los precios del gas licuado, el principal combustible automotriz utilizado en el país. Las fuerzas kazajas han abatido a 26 personas y herido a otras 18 en la operación «antiterrorista» que efectúan sobre todo en la ciudad de Almaty para acabar con las violentas protestas.

Sin embargo, dos días después derivaron en una escalada de violencia que puso en tela de juicio la capacidad de la policía y el Ejército de controlar la situación. Ante esto, el presidente kazajo, Kasim-Yomart Tokáyev, tomó las riendas del Consejo de Seguridad y solicitó ayuda a la OTSC, petición que contó con una respuesta afirmativa de la organización.

Las mayores protestas desde la independencia

Y es que se trata de las mayores protestas que han sacudido la nación centroasiática desde su independencia: solo en la jornada del miércoles, los manifestantes tomaron y destruyeron sedes administrativas, canales de televisión, negocios y servicios públicos, comercios.

Las autoridades reconocieron la muerte de al menos 18 agentes del orden, dos de los cuales fueron hallados decapitados, un indicio que ha llevado a varios politólogos a suponer la participación de islamistas radicales en estos disturbios.

Tokáyev ya amenazó la víspera, tras asumir el cargo de presidente del Consejo de Seguridad del país, un puesto vitalicio que ostentaba su predecesor, Nursultán Nazarbáyev, que tomaría medidas drásticas contra los que calificó de «terroristas».

Jornada de violencia

Durante la jornada del jueves, la situación en Almaty no cambió a mejor, la ciudad se convirtió en un campo de batalla entre los manifestantes y la policía, que detuvo este jueves a 2.998 participantes en las protestas.

A diferencia de la víspera, cuando la policía se retiró de sedes gubernamentales clave como la alcaldía o la residencia del presidente, los agentes del orden sí usaron las armas y han informado de «decenas de terroristas aniquilados», sin dar cifras exactas.

En particular, se observaron graves enfrentamientos en la céntrica plaza de la República, donde los uniformados abrieron fuego contra los manifestantes «que iban armados», según informaron a la agencia rusa TASS testigos, que aseguraron ver heridos y muertos, aunque no supieron valorar la cantidad de bajas.

La Administración de Almaty informó de que «un grupo de terroristas fue aniquilado junto a la sede de la dirección de la policía del distrito Almaly de Almaty» en el marco de las acciones de la policía para recuperar el control de la ciudad. Todo ello entre cortes de internet y de telefonía móvil que obstaculizaron la cobertura informativa de los sucesos y generaron incertidumbre entre la población.

Una mala imagen

La falta de disposición al diálogo, los destrozos ocasionados tanto a sedes gubernamentales como negocios privados, el uso de armas en vez de seguir la pauta de las protestas pacíficas y la falta de una identidad política definida han servido de argumentos a quienes restan legitimidad a las protestas y acusan de terroristas a los manifestantes.

Las autoridades kazajas informaron de que en esta ciudad y otras regiones de Kazajistán continúan operando «bandas de merodeadores que destruyen bancos, cafeterías, restaurantes, tiendas y grandes centros comerciales».

Una situación que ya ha ocasionado daños valorados en 92 millones de dólares, según el empresariado kazajo, y podría repercutir en los precios del crudo, el uranio y las criptomonedas, ya que esta crisis afecta el minado en Kazajistán, el segundo mayor productor del mundo de estas divisas.

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