Carta abierta al 2020

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Black coffee in a white cup on a table with a computer.

Por: Ana Rosa López Villegas

Querido 2020:

Es difícil llamarte querido después de todo lo que le has hecho pasar al mundo entero durante estos meses, sin embargo, a riesgo de caer en los sitios comunes que solemos pisar durante todos los fines de año, hoy te escribo esta carta. No lo hago para recordarte que hemos pasado la mayoría de tus días viendo nuestras cuatro paredes y haciéndonos uno con el barbijo cuando nos tocaba salir. Que has sido un año de aprendizajes intensivos creo que está de sobra decirlo, lo que cada uno ha aprendido es lo que importa y lo que nos servirá para enfrentar a tu sucesor.

Seguro no vamos a olvidar tu tránsito por este mundo tan fácilmente, 2020. El virus del que todos hablaron, hablan y hablarán todavía y al que la mayoría le ha guardado respeto, se encaramó de ti cuando apenas empezabas. Era marzo cuando el mundo se paró literalmente. Las fronteras físicas y las distancias se hicieron de verdad y cada uno tuvo que convertir su propia casa en un refugio o escondite en el que protegerse. Te llevaste un sinnúmero de vidas, pero también nos dejaste lecciones para aprender.

El 2021 está a punto de cruzar el umbral y seguro que como tú hace 365 días, viene lleno de esperanzas, de fe, de propósitos y de ganas de sorprendernos con alegrías y quizá también con tristezas. De nosotros depende cómo avanzar ante las incertidumbres que se nos presentan en el camino. ¿Planes? Claro, seguiremos haciendo planes, porque de eso se trata la vida, de mirar hacia adelante con valor e impulso. Ojalá que en los planes de las personas esté el volver a abrazar a sus seres queridos, familiares y amigos que se pueden considerar como sobrevivientes de tus días, y más que de ti, de la pandemia que azotó el planeta dejándonos una mezcla de zozobra y de asombro, de temor y de duda. Pero para planear eso hay que seguir las reglas, ajustarse a las restricciones y pensar que el cuidarse uno mismo es al mismo tiempo una forma de cuidar de los demás. Creo que fue el primer gran aprendizaje de este año y si no, pues todavía queda tiempo para hacerlo, el virus no se ha ido y no lo hará tampoco con la vacuna. No, no es pesimismo, es la pura realidad. El recrudecimiento de la pandemia, el surgimiento de segundas olas de contagios en algunos países del primer mundo, así como la aparición de nuevas cepas potencialmente más letales, mantienen todavía la alerta en rojo.

El cofundador y director ejecutivo de la farmacéutica BioNTech, Ugur Sahin prevé que el virus permanecerá al menos una década entre nosotros. Este reconocido inmunólogo alemán mencionó lo que ya hemos venido practicando a lo largo de este año, a lo mejor sin saber y a punta de intuición, «necesitamos una nueva definición de normalidad” y para hacerlo hay que agradecer primero que seguimos con vida, que estamos sanos o que fuimos capaces de vencer a la enfermedad gracias al trabajo de cientos y miles de médicos y enfermeras alrededor del mundo.

No hay que creer en teorías conspirativas u otro tipo de desinformaciones que han circulado ferozmente para darnos cuenta de que la naturaleza y el medioambiente están recibiendo el descanso que merecen tras la salvaje destrucción y saqueo de los que son víctimas a diario y sin que nadie pueda detenerlo… hasta ahora. Segunda lección aprendida, disfrutar de un árbol y de la sombra que nos brinda, de una flor o de un desierto que nos subsume con su horizonte infinito como el del mar. Disfrutar de los ojillos curiosos de un animalito que lo único que busca es alimento, casa y protección. Exactamente las mismas cosas a las que aspiramos los humanos y que una vez obtenidas, defendemos con ahínco y entereza. Nosotros podemos hacerlo de mil maneras, los animales no. Hay cosas que nunca podremos pagar y una de ellas es el planeta que tenemos, hagamos que valga la pena vivir en él y pensemos en lo que vamos a heredarles a las generaciones que vienen.

Y así nomás te vas acabando, 2020, nos dejaste un principio de década que nos supo más bien a final. Pero volveremos a comenzar, no seremos los mismos, el mundo ha cambiado y no hay vuelta atrás. Todavía queda mucho por reflexionar y que aprender. Todavía nos hace falta reconocernos en las personas que están al lado, bañarnos de empatía y de honestidad. El 2021 será de búsquedas y ojalá que de hallazgos que nos permitan redefinir el mundo particular en el que cada uno habita. No bajemos la guardia, no le demos cabida al miedo, somos con toda seguridad más fuertes y hemos sido capaces de avanzar en comunidad. Ir solos no es respuesta, menos ahora que un año nuevo nos abre la siguiente puerta.

Para mi Bolivia amada, el deseo ferviente de mejores días, cargados de luz y de esperanza. Vamos con Dios por nuevos días, de paz, de amor, de reconciliación, reencuentro y armonía.

Ana Rosa López es Comunicadora social

Twitter: @mivozmipalabra

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