¿Reactivar la economía? El dilema en medio de la cuarentena

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“La epidemia de coronavirus es una especie de ataque de la Técnica del Corazón Explosivo de Cinco Puntos de la Palma (Kill Bill), al sistema capitalista mundial, una señal de que no podemos seguir como hasta ahora, de que se necesita un cambio radical”, Slavoj Zizek.

Por: Max Baldivieso

Tras la eclosión del coronavirus a nivel global, nos surgen muchas interrogantes. Una de ellas es la parte económica, que engloba distintos rubros, como el comercio exterior y, por ende, las empresas que procesan la materia prima para la exportación.

Bolivia tiene tres rubros primarios que lideran las exportaciones. El primero es el sector minero, consolidado como líder en producto de exportación en 2019 con 4.201 millones de dólares (48 %); y el segundo es el gasífero y otros hidrocarburos con 2.797 millones de dólares (32 %), que son productos tradicionales acumularon el 80 % del total de las exportaciones en 2019. Mientras que el 20 % restante es el rubro no tradicional, más específicamente el agropecuario, el cual llegó a exportar 2.030 millones de dólares, generó el 32 % de empleos directos del país y aporta con el 12 % del Producto Interno Bruto (PIB).

Este fue el panorama que nos dejó el 2019; a inicios del 2020 los diferentes sectores arrancaron con nuevas perspectivas. Estas esperanzas se basaron en la entrada de un nuevo régimen al Estado, que llegaba al poder con la intención de apoyar a los empresarios. Para esto se nombró un gabinete plenamente formado por el empresariado privado, con un enfoque de emitir leyes a su favor; una de estas fue la apertura de las exportaciones, la aprobación (polémica) del uso de transgénicos en todos los rubros que se relacionan con la industria, entre otras dirigidas específicamente para el sector de la agropecuaria.

Mientras tanto, el sector hidrocarburífero sigue bajo las mismas directrices dejadas por el anterior Gobierno, pero con una particularidad marcada recientemente: tres presidentes en tan solo seis meses, sin olvidar las denuncias de corrupción con un aditamento de escándalos mediáticos. Cabe recalcar en este contexto la crisis a nivel global de los precios de los hidrocarburos, hasta llegar a costar seis dólares por barril de petróleo. Por último, este sector se vio afectado en la baja de sus ingresos por la pandemia, acompañada de confinamiento, auditorías, planes de traslado de plantas y para rematar que los principales consumidores bajaron los volúmenes de compras y, por tanto, se redujo la recaudación por venta de gas.

El sector minero tuvo un inicio de año con precios bajos, lamentablemente la llegada de la pandemia y la consecuente cuarentena total ocasionaron que su producción se reduzca casi a cero. Incluso se vio obligado a parar las operaciones de la principal transportadora el ferrocarril.

En esta coyuntura también encontramos varios afectados como las pyme, que pararon por completo sus operaciones y se dictaminaron leyes para su apoyo, aunque poco claras y desordenadas. Semanas después de la emisión de estos decretos, recién se están entendiendo a cabalidad, con muchas trabas en el camino y bajo presión de estos actores de la economía nacional. Para cerrar, los olvidados son los emprendedores, que aún no saben cómo empezarán a trabajar y la cuarentena está absorbiendo sus ahorros.

El transporte es otro de los golpeados con esta crisis, con una notable baja de las exportaciones e importaciones en el 2019. Para contextualizar y a mod            o de aclarar, a nuestro país ingresan alrededor de 3.000 contenedores a puertos chilenos, este año tuvo una reducción de un 30 % y la distribución interna se vio obstaculizada por las cuarentenas y ahora los bloqueos. Ello provocó el alza de los costos de operaciones y el congelamiento del precio de los fletes, a esto se suma los créditos bancarios. También podemos añadir el precio desmedido de las navieras que cobran 1.000 Bs por día de uso de contenedores; llegaron a pagar a las armadoras hasta 4.000 dólares, los cuales son absorbidos por los importadores, para esta contingencia no hay una respuesta del ejecutivo.

El anuncio de que seis rubros económicos reiniciarían actividades de forma paulatina se vio truncado al menos en el sector de construcción, no hubo tal retorno porque si no hay un apuntalamiento y acompañamiento de medidas económicas por parte del Estado es riesgoso.

Ahora, nos preguntaremos ¿cómo se iniciará nuevamente actividades si no tenemos leyes de contingencia pospandemia? Estamos en una coyuntura de bajos precios, problemas logísticos en la cadena de suministros, sin planificación económica después de la cuarentena y, para rematar, no se tiene disposiciones sanitarias adecuadas o información para el comportamiento social cuando acabe el confinamiento.

Lo único que resta decir es que se debería empezar a proponer medidas, no solo para algunos sectores, sino para todos los ciudadanos del país, quienes también desean reactivar sus actividades y consecuentemente reencontrar su estabilidad económica. Sin esa seguridad financiera, la gente comienza a temer por ser desahuciados, perder sus viviendas, porque no podrán mantenerlas, vender sus bienes para pagar deudas e irse a vivir donde sus familiares en el mejor de los casos. Esta parece ser la realidad de cientos de miles de bolivianos, pues ya están desahuciados, esperan un milagro económico que les ayude a recuperarse y pensar que sí tienen un futuro.

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