Álvaro García Linera, en su condición de élite predominante omnipotente, se mantuvo muy arraigado con las costumbres de sus ancestros coloniales. De manera que nunca jamás le gustó el idioma indio. Esta posición es notoria y está presente en todas sus actividades políticas. Desde el bastión estatal piensa diferente y escribe con tintas de oropeles y falsos brillos sobre el proceso de cambio. Recuerdo, que los primeros años lo llevé al lugar inhóspito y yermo para que presencie los solemnes cabildos clandestinos y conspirativos. En esos actos de vital importancia para el Movimiento Indio, Álvaro García Linera era el único lunar