Las siglas partidarias son autenticas “tiendas políticas” donde trafican puestos y cargos pero está ausente el proceso democrático y la discusión profunda de la problemática nacional. En ellos resplandece el discurso demagógico del caudillo de turno, sacando de la chistera elementos que puedan encandilar y embaucar al electorado de algún segmento de la población por: edad, sexo, origen o condición laboral, entre otros, pues desde que la publicidad y la propaganda son profesiones lucrativas, realmente se puede vestir al mono de sedas y brillantes y terminar convenciendo a muchos incautos con promesas y “verdades mentirosas”. Los masistas y los supuestos