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Las lecciones que deja la caída de Google

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El Economista

Es lo que faltaba al bisiesto para rematar su corolario de pandemias, tragedias y cataclismos. Aunque solo ha durado una hora, entre las 12:30 y 13:30 horas, el apagón global de Google puede considerarse la mayor catástrofe tecnológica de la historia, superior incluso a los ataques masivos de virus informáticos y justo un escalón inmediatamente anterior a un hipotético colapso de las redes de Internet. Viene a ser como quedarse sin luz, sin agua y son apenas aire en multitud de servicios online para cientos de millones de personas en todo el planeta. Según los expertos consultados, la suspensión de servicios como Gmail, YouTube, Maps y la nube de Drive ha supuesto una emboscada de alcance impredecible y, posiblemente, imposible de evaluar.

Desde el punto de vista económico y reputacional, el fallo en el servicio de Google invita a cuestionar la peligrosa dependencia de ciertos servicios que atesoran cuotas de mercado superiores al 95%. Sin conocer hasta el momento las razones por las que han saltado por los aires todos los mecanismos de seguridad y replicación de servidores, la contingencia deja claro una lección a la humanidad: la estabilidad colectiva no puede depender de una única empresa, por muy buena, eficaz y fiable que haya sido desde el momento de su fundación. La sumisión hacia la compañía estadounidense es tan brutal que no admite comparaciones con ninguna otra multinacional de servicios, energía o commodities.

Google ha aclarado, en un comunicado enviado a Europa Press, que no se trata de un ciberataque, sino de «una interrupción del sistema de autenticación durante aproximadamente 45 minutos debido a un problema de cuota de almacenamiento interno». «Los servicios que requieren que los usuarios inicien sesión experimentaron altas tasas de error durante este período», añade la compañía.

Para alivio de muchos, el buscador de toda la vida de Google evitó el mensaje de ‘error de conexión’ en los usuarios no ‘logeados’, así como el sistema operativo Android que permite el funcionamiento de los móviles del 80% de los usuarios en Europa. Peor suerte sufrió el servicio de calendario, la plataforma de videotelefonía Meet, el repositorio de fotos Photos, el traductor Traslate, la herramienta Classroom y hasta Pokemon Go, todos ellos quedaron temporalmente colgados del limbo. Mientras los técnicos de Google peleaban con la crisis, los usuarios no daban crédito a la avería mientras comprobaban su conexión a Internet o reiniciaban sus ordenadores.

Aunque se esperaba un comunicado de la compañía de Mountain View en un ejemplo de mensaje de crisis digno de escuela de negocio. No obstante, la primera reacción consistió en un tuit con un simple «nos habíamos caído, pero ya estamos vuelta». Ese desenfadado mensaje aparece acompañado de la animación del pequeño dinosaurio (icono de incidencia) saltando alegremente los cactus que encontraba por el camino.

También se temía por la evolución de Alphabet en cuanto despertase la bolsa estadounidense, pero las caídas de las acciones se ven limitadas a unas décimas. Tiempo habrá para denuncias colectivas y para diseñar planes de contingencias que eviten semejante descalabro en millones de organizaciones. Una vez pasado el sofoco, y con la vuelta a la normalidad de los servicios, los expertos estudiarán las alternativas para que el fallo de una empresa no ponga del revés este castigado planeta.

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