Por: Oscar Heredia Vargas*
La universidad boliviana desde los principios de su constitución ha formado y continúa formando a sus estudiantes en el marco democrático y de libertad de pensamiento, con el objetivo de defender la democracia y el bienestar de la población.
Los jóvenes, actores principales de las casas superiores de estudio del país e hijos de la democracia, bajo su propia lógica de vida vinculada a las nuevas tecnologías, la modernidad y la comprensión de paradigmas emergentes han comenzado a manifestarse de manera creativa y activa, no sólo en las redes sociales sino también en las calles, ejerciendo sus derechos políticos bajo los principios de libertad y respeto a las normas legales.
Luego de conocer los resultados de las Elecciones Generales 2019, de la voz del Tribunal Supremo Electoral en medio de una serie de cuestionamientos sobre su transparencia e independencia, nos preguntamos: ¿Cuál es el peso específico y rol de los jóvenes frente al actual conflicto político y social que vive el país? y ¿Cómo están respondiendo y responderán a esta problemática? Ya que representan el 23% del total de la población boliviana, según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE 2018) que indican que en Bolivia existen aproximadamente 2,6 millones de jóvenes comprendidos entre los 16 y 28 años.
Ante este panorama, los jóvenes incuestionablemente se han constituido hoy en los nuevos actores políticos que todo período histórico ha demandado. En su momento lo fueron los mineros, campesinos, juntas vecinales, comités cívicos, para citar a algunos. Desde el 20 de octubre, tanto mujeres como hombres, desde los 15 años en adelante, han manifestado su insatisfacción y frustración en las redes sociales y en las calles de todo el país. Sus protestas y movilizaciones son pacíficas y patrióticas, pues son conscientes que la violencia no es el camino para resolver los conflictos.
La situación se ha agravado aún más cuando jóvenes ingenieros en sistemas mostraron al país y al mundo que existen pruebas de un probable fraude electoral. Lo que demuestra que los estudiantes y profesionales jóvenes desean elecciones limpias y bajo reglas de juego claras.
Tomando en cuenta dichos eventos, podemos afirmar que los jóvenes se mueven por causas y propósitos que distan de los intereses político partidarios, haciendo prevalecer sus creencias y su cultura política, influyendo en las decisiones de su familia y de su entorno. Más aún cuando las prácticas políticas erróneas y sin ética se repiten sistemáticamente.
A todo lo anterior, se suma el desempleo juvenil, la escasa protección social, los reducidos ingresos familiares y los obstáculos educativos que son una barrera para su desarrollo humano y preocupación diaria. Restricciones que les impiden alcanzar sus sueños, ideales y deseos de prosperar.
La pasión con la que los jóvenes han luchado estos últimos días, muestra su compromiso democrático con Bolivia. Los mismos ahora tienen el desafío de demostrar que poseen la capacidad de movilización, organización y permanencia en el tiempo como actores políticos involucrados en la vida política y la toma de decisiones del país. La democracia para la juventud es vida, esperanza y libertad para un mejor futuro.
*Oscar Heredia Vargas es docente emérito de la UMSA.