Por: Max Baldivieso
«Los periodistas Juegan un papel clave en proporcionar información, sobre la salud al público, en transformar la jerga científica en un lenguaje que la gente pueda entender y en combatir la desinformación», Harlem Desir, representante de libertad de los medios en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
Estamos comenzando el tercer mes de cuarentena desde la aparición del primer caso de coronavirus en Bolivia, que fue el 10 de marzo. A partir de ese momento, aconteció una serie de episodios marcados por un torrente de información: desde escándalos de corrupción en el Gobierno hasta la inconsciencia de la gente respecto al cuidado para evitar contagiarse de COVID-19.
El cotidiano quehacer de las noticias muestra un panorama de lo sucedido en el momento o a través de análisis que desglosan diferentes hechos, como el escape del gerente de Entel, el famoso recorrido de la primera persona con coronavirus por toda la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, en busca de un hospital para su atención, los escándalos de contrataciones directas en el Ministerio de Salud, Alcaldia de Cochabamba , YPFB, entre otros, la falta de provisión de equipos e insumos en los diferentes hospitales del país, el crecimiento diario de contagios, el seguimiento a la cuarentena en las diferentes regiones y también su flexibilización, y cómo olvidar la crisis sanitaria que vive Bolivia, especialmente el Oriente, que se convirtió en el epicentro de contagio.
Detrás de todos estos sucesos, se encuentran personas elementales para que nos enteremos sobre la coyuntura: los periodistas, trabajadores indispensables e incansables. En esa primera línea también están los médicos, las fuerzas del orden, los encargados de tener limpia la ciudad, quienes trabajan en industrias, distribuidores, banca, servicios básicos y otros.
Quiero resaltar a un gremio en especial, que son los periodistas, quienes todos los días salen a buscar la noticia, a informar, y en el camino corren el riesgo de contraer el virus. Ellos llevan la información a la población, para hacer conocer a la opinión pública a qué nos enfrentamos, qué medidas se toman para prevenir el contagio y también educan sobre la prevención.
La mayoría de estos trabajadores no cuenta con seguro de salud y trabajan con un salario que no representa la ardua labror que realizan, para informar sobre todos los eventos de nuestro país.
En pasados días, un periodista cruseño que presentaba la sintomatología y se encontraba en una crisis respiratoria fue a un centro médico para ser auxiliado, por no contar con un seguro y al encontrar saturados los centros de salud púnlicos, tuvo que volver a su casa, donde falleció. Otros casos son el de los periodistas, víctimas del virus, que piden ayuda por las redes sociales para conseguir plasma o tener asistencia médica.
Este gremio muestra una clara radiografía de cómo está nuestro servicio sanitario y cómo los enfermos empiezan a saturar los centros de salud, donde los que tienen dinero o seguro son los primeros en ser admitidos casi en todos los casos. Pero, los que trabajan por cuenta propia, los periodistas, los jornaleros, profesionales independientes, se encuentran a su suerte desde lo sanitario hasta lo económico, sin ninguna respuesta a esta problemática.
Como van pasando las cosas, un día despertaremos y ya no habrá médicos en los hospitales, ni policías en las calles, tampoco distribuidores de alimentos, porque todos estarán enfermos esperando sobrevivir en sus casas. Sin embargo, de algo estoy seguro: siempre habrá un periodista reporteando para informar lo que está pasando, dando hasta su último aliento por dar a conocer la verdad y la veracidad de los hechos.
¿Cómo sobrevivir a esta coyuntura? Nuestra gente está falleciendo y cada día estamos más vulnerables a entrar en una crisis que nos llevará a un callejón sin salida, ese mismo callejón que expondrá al periodista al azar de la vida.