Respirar una nueva sociedad

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Por: Max Baldiviezo

“Lo peor de la peste no es que mata a los cuerpos, sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso” Albert Camus.

El coronavirus… desde que esta enfermedad ingresó a las ciudades, pueblos, provincias, aldeas, comunidades indígenas y me animaría a decir hasta a la vida de los mismísimos ermitaños, con una acepción que se enteraron más tarde, primero produjo desconocimiento, luego una serie de preguntas: ¿porqué coronaron a un virus? ¿qué tenían que ver en está historia los murciélagos? y ¿cuáles eran sus lazos con la realeza?

De ahí salieron muchas conjeturas de este lado del planeta. El soberano virus poseyó a sus súbditos en China, más concretamente a quienes residen en Wuhan, fueron los primeros en conocer a este actor desconocido, pero muy bien relacionado al cuadro de Goya “Neptuno se devora a su hijo”.

Estamos hablando de Noviembre del 2019, muchos no le dieron a importancia, incluso era solo un rumor y como una de esas tantas crisis sanitarias en el mundo. Una muy errada conclusión por supuesto, por varias situaciones geopolíticas y económicas.

Primero, el virus que reinaba en China era un conquistador y estadista, se preguntarán por qué goza de esos títulos, pues no hay fronteras que lo detenga. Como dato, este invasor sabía que al iniciar su reinado en dicho país asiático era geopolíticamente ideal por varias razones, pero las más fuertes es que era líder del comercio exterior mundial, con cifras de 2,5 billones de dólares, 2,24 billones de euros, el mayor exportador mundial en 2019. Otro dato, no menos importante, es que en 2018 viajaron 220 millones de chinos por todo el mundo, en esa coyuntura se gana el título de estadista.

Damos la vuelta la página y recibimos un nuevo año. Bolivia vivía un cambio de Gobierno, transitorio, tras un paro cívico nacional que ocasionó el derrocamiento de Evo Morales; Estados Unidos estaba planeando destituir a Nicolás Maduro en Venezuela por su sed de petróleo; los europeos querían sursir sus relaciones políticas y económicas ¡ah! y por supuesto ahogando emigrantes africanos. En ello, se escucha retumbar nuevamente este nombre el 31 de enero, cuando se detectó el primer caso de Covid-19 en España, en ese instante inicia una escalada mundial y empezamos a comprender a este silencioso asesino, igual a los conquistadores que surgieron en la historia de la humanidad, genocidas y ansiosos de conquistar a pueblos, pero este tenía algo que lo diferenciaba, no le importaba si eras blanco, negro, amarillo, café, rico, pobre, etc, solo quería comerse a sus nuevos súbditos.

Dos meses después de ese 10 de marzo, que fueron reportados los dos primeros casos en Bolivia de este misterioso conquistador lleno de sangre y con mucha sed de más, el país se encuentra convulsionado, unos piensan en las elecciones, otros en priorizar la salud, que lamentablemente posee una muy pobre infraestructura sanitaria y, por si fuera poco, con muy poca información de nuestro nuevo huésped.

Las reacciones fueron diversas, desde protestas sociales en contra de este asesino, pánico, amarillismo, hasta el lento actuar de un Estado que estaba intentando acomodarse a su nuevo papel de gobernante.

En medio de cuarentenas, incertidumbre económica y miedo de perder la vida, esperamos estar haciendo lo correcto para poder acomodarnos a este virus en nuestra vida cotidiana.

Nos deja muchas lecciones al ver salir nuestras miserias y debilidades, porque ataca lo más preciado que tenemos, que es poscorona pueda hacernos callar, al contrario, respiremos más fuerte y los que no pueden, respiremos por ellos, seamos un pueblo unido sin colores, ni diferencias inventadas por nuestra locura de clases sociales y económicas. ¿Pero realmente lo comprendimos?

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