Hernán Cabrera M.
Seguramente usted amable lector viene aplaudiendo o comentando los ataques que están sufriendo los periodistas en función de su labor informativa. Estos ataques no son recientes sino que se arrastra de muchos años atrás. ¿Sabe por qué? Porque la prensa debe ser y es una piedra en el zapato y debe ejercer su labor con valentía, sin estar al servicio de ningún poder.
Claro que no vamos a negar que la prensa ha cometido errores, confusiones, se ha prestado al juego de determinados intereses, pero eso no puede llevar a desmerecer un trabajo necesario e importante en todo Estado democrático, ni tampoco le da derecho a los actores políticos a descalificar y censurar el periodismo, que en dictaduras, en gobiernos neoliberales, en los regímenes socialistas ha sido el dolor de cabeza de sus gobernantes y por tanto han pretendido acallar, censurar y cercar a los medios de prensa.
Entre los valores que el periodismo boliviano se ha revestido -es lo que llama el periodista Joseph Pulitzer- son un trabajo inteligente y con coraje. A pesar de los tantos golpes recibidos, de las acciones gubernamentales y de las estrategias electorales, el periodismo sigue de pie y cada vez con mayores retos y responsabilidades para responder al destinatario de su trabajo: el pueblo, el ciudadano, que tiene todo el derecho de ser informado con ética, y mucho mas a estas alturas cuando el consumo de noticias ha alcanzado niveles altísimos, incluso se habla de una hiperinformación, por lo que una de las tareas es cultivar la calidad de la información, que es decisiva para el bien común.
Así como Evo Morales, de presidente y de ex presidente, acusó a la prensa de vendida, de ser uno de sus principales enemigos, de presionar vía la justicia para el cierre o la censura de los medios; así han repetido sus seguidores de indilgar a la prensa de sus falaces declaraciones realizadas, bajo el argumento que lo han tergiversado o sacado de contexto, al extremo, de asegurar que sus declaraciones en videos fueron creados por la Inteligencia Artificial; y ahora llegando a este proceso de la segunda vuelta electoral observamos que el libreto se repite, eso de “la prensa vendida, periodistas comprados”, “periodismo de la oligarquía”, que arenga el ex capitán y candidato a la Vicepresidencia por el Partido Demócrata Cristiano e incluso desmereciendo a su propio partido, porque el mismo por su condición religiosa ha respetado el trabajo de la prensa.
Evo Morales y sus seguidores tienen fobia contra el periodismo y los periodistas. El ex policía candidato no quiere ni acepta la labor del periodismo y de los periodistas. Los une el odio y el rechazo del ejercicio periodístico.
¿Quién copia a quien? O son simples causalidades del destino político de ambos personajes, que tuvieron el apoyo de la prensa en sus momentos iniciales; pero ya con cierto poder, apuntan y disparan contra la labor de los hombres y mujeres de la prensa.
El ex policía candidato ha echado cruces a los periodistas, se enojó con todos, aclarando que está en su derecho de no dar entrevistas, conferencias de prensa o no asistir a medios que lo inviten, no es obligatorio, aunque en este proceso electoral, lo mínimo que tiene que hacer sujetarse a las preguntas periodísticas. Porque el y los otros candidatos son productos de la democracia y la democracia les demanda sujetarse a las normas, leyes, costumbres y al respeto en el ejercicio de cada una de las instituciones que son parte del Estado Plurinacional.
Tampoco no vamos a proteger o ser condescendiente con ciertos periodistas que han caído en el fanatismo político, demostrando su parcialidad y apoyo a sus candidatos preferidos, pero no por ellos, el periodismo no sirve en esta sociedad y que hay que anularlo, tal como plantea el policía candidato. Pulitzer acusa así a esos periodistas: “Una prensa mercenaria, demagógica y corrupta, que puede producir un pueblo tan vil como ella”.
Bolivia tiene un conjunto de medios de prensa, los llamados tradicionales y los nuevos o aquellos de las plataformas virtuales, que han desarrollado su trabajo con dificultades y enormes falencias, pero que los mismos se ven enfrentados al enojo, a la ira y a la necesidad de ser censurados por el poder, si el candidato llega a esa máxima instancia.
Claro a nombre de la guerra sucia o estar contra ella, los actores políticos: el TSE y los candidatos acusan a las redes sociales, a los periodistas de alimentar los decibeles de los insultos, los cuestionamientos, de manipular las declaraciones políticas, como responsabilizando al ciudadano de sus metidas de pata, de sus promesas fantasiosas, de sus fobias, de sus intolerancias y sus violencias verbales. Esa opinión pública como poder político y moral tiene su inspiración y expresión en la prensa y en la tribuna de las redes sociales, por lo que estará vigilante a cada gesto, a cada declaración, a cada insulto, a cada promesa de los cuatro candidatos rumbo a la segunda vuelta electoral.
Tomas Jefferson decía: “Dentro de la verdad, la prensa es una noble institución, amiga por igual de la ciencia y de la libertad civil”. Y en contrapartida, pueden estar al lado del poder, como lo advierte Aldous Huxley “Utilizados de otro modo, figuran entre las armas más poderosas del arsenal de un dictador”.
Así que estimados candidatos no podrán escapar ni doblegar con sus bajos instintos el rol constitucional del periodismo boliviano, que debe encarar procesos de autocríticas y de asumir la enorme necesidad de mejorar el trabajo cada día, porque cada día los periodistas tienen una batalla que ganar: la credibilidad y sin duda no tienen derecho a perderla; pero la ganarán con esta premisa de Joseph Pulitzer que pide al periodista “tener una precisión y una lucidez galas. Debe tener grandes facultades críticas, ya que todo trabajo periodístico comprende crítica y análisis”.
Hernán Cabrera M. es periodista y filósofo