Palmasola, una masacre, el Papa Francisco…¿qué cambió?

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Hernán Cabrera 
Santa Cruz tiene la mayor cantidad de la población carcelaria. El más preocupante índice de retardación de justicia entre los privados de libertad. La cárcel más desordenada y controlada del país. Las organizaciones más disciplinadas de los propios reos que han sabido sobrevivir a las adversidades, gracias a sus instintos y sus mecanismos internos.  E incluso la que más atención está teniendo en los últimos tiempos, que hasta el obispo va a celebrar misas y se invirtió mucho dinero con la visita del Papa Francisco. En fin, la cárcel de Palmasola cobija un serio, grave y ascendente problema. Es  un volcán medio dormido, que puede estallar otra vez.
Ya lo hizo hace tres años con la masacre de 38 internos, que murieron de forma violenta,  por las peleas de los grupos de poder en Palmasola. Este motín o pugnas no generó mayores decisiones de las instituciones competentes para agarrar el toro por las astas o encarar soluciones estructurales.
Como siempre, se pusieron parches aquí y allá, mientras tanto, la población carcelaria sigue aumentando, porque el delito también y quienes se dedican a ello, además el grito de las víctimas es ese. “Quiero justicia, que vaya a la cárcel”. Va  a la cárcel y allá el detenido está enfrascado en sus pensamientos y en volver a cometer sus fechorías. Porque no hay un programa real y coherente de rehabilitación social y de terapia ocupacional.
Los que existen hoy, son planes esporádicos de algunas instituciones privadas o de ayuda social y religiosa. Muchas Iglesias están presentes en la cárcel, y eso ha permitido que varios acusados de delitos abracen alguna religión y se hayan convertido en pastores o algo parecido.
La mezcolanza es otro detalle importante. No hay clasificación de delitos ni de pabellones. De ahí que en un pabellón están los que violan a las niñas, los que agreden a las mujeres, los que asesinan, los que trafican con droga, los que deben pensiones, los que roban una garrafa, los que roban millones de dólares, las personas adultas mayores, las personas con graves enfermedades, etc. La única separación es de los policías que son detenidos que están en pabellón aparte, los enfermos con VIHSIDA, con tuberculosis o los llamados reos más peligrosos. Pero en general, la mayoría comparte el mismo techo, y por ende, la rehabilitación y la reinserción social se hace cada vez más difícil y compleja.
Ya lo decía un interno: Palmasola no cambió nada, solo se hizo un maquillaje cuando vino el Papa Francisco, además se alista la cancha cuando alguna alta autoridad del Estado quiere ir a jugar un partido de fútbol. Que incluso un juez estuvo involucrado en esa faena.
Definitivamente, Palmasola está ahí, con sus graves y estructurales problemas de hacinamiento, retardación de justicia, de falta de clasificación, de infraestructura, de atenciones de salud, de grupos de poder que saben cuidarse las espaldas, luego de la masacre de agosto de 2014. Privados de libertad sin sentencia, no obstante que los plazos procesales ya se cumplieron.
Corresponderá a las instituciones competentes generar los cambios profundos que necesita el régimen penitenciario, de lo contrario, seguiremos observando presos que salen, y que son detenidos otra vez o que sean ejecutados. Mientras seguirá aumentando el miedo y la incertidumbre ciudadana.
* Hernán Cabrera es periodista y exdefensor del Pueblo de Santa Cruz.

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