Ojo que están vigentes el derecho a la réplica y rectificación

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Hernán Cabrera M.

El periodismo es tan esencial, importante y necesario para todo Estado y sociedad. Su labor que es informar, orientar, denunciar, investigar, develar y dar luces en tiempos sombríos y paz en tiempos de violencias está enmarcado en la Constitución Política y en una serie de leyes que tienen que ver con el ejercicio de todos los días. No está aislado ni vive en una burbuja.

¿Quiénes hacen periodismo? Lo hacen, lo ejercen y lo practican el periodista, el camarógrafo, el fotógrafo, el editor, el jefe de prensa, el director, los columnistas y otros. Estos son hombres y mujeres con grandes virtudes y errores, con luces y sombras, con capacidades y limitaciones, con ambiciones y deseos. No son perfectos ni todopoderosos, ni dioses ni bestias. Son como cualquier otro ser mortal y que cometen errores en su trabajo diario. También tienen logros y ganan premios. Tienen familias y deben ganar un sueldo para su sustento diario.

El periodismo y el periodista, no es redundancia, es la dupla para hacer muy bien el trabajo, pero que lamentablemente en tiempos electorales, de conflictos y bloqueos, de disputas por el poder, se produce un quiebre y contradicciones, porque el tan afamado slogan o premisa de que el periodismo solo sirve a la verdad, al pueblo se choca con un muro para revelarse que hubo y hay cierto periodismo que hace una apuesta fuerte por el poder, a quien lo apoya de diversas maneras.

Y eso vimos en este proceso electoral fuertemente marcado por disputas, rencillas, acusaciones, gritos de ambos lados, que convirtió a ciertos periodistas y sus programas o medios de prensa en instrumentos de la guerra sucia. Esto no lo pueden ocultar ni tapar ni manipular.

Claro que también hubo medios de prensa y periodistas que jugaron un rol más imparcial, más responsable, si bien aparentando objetividad y neutralidad, evitaron ser alfiles de la guerra sucia, poniendo en el tapete otros temas de sus competidores, claro que desde la perspectiva editorial y de la preferencia del periodista.

En periodismo hay varias estrategias para manipular, para mentir, para tergiversar, para desviar la atención de temas vs otros temas, para concentrar el interés ciudadano de alguna denuncia vs un hecho espectacular, de dar más tiempo y menos tiempo a los otros. Pero la verdad ha dejado de ser importante y la han convertido en mercancía, en objeto de raiking de audiencia y de tener contratos publicitarios.

En esta dinámica es bueno, es importante así como dice el ex capitán candidato que usted amable lector, oyente, televidente o navegador de las redes sociales asuma que tiene toda una serie de derechos humanos frente al ejercicio del periodismo, oficio que no se lo puede hacer de forma impune y con micrófono abierto para decir lo que le dé la gana e incluso sin pruebas, sin fundamentos y sin contrastar, que es básico en esta labor.

Si bien el poder se encargó de vulnerar varias veces la Constitución Política del Estado, que nos rige y nos gobierna, el periodismo boliviano está supeditado a esos principios y debe cumplirlos, sin excusas y sin buscar pretextos: que si los otros lo hacen, ¿por qué no hacerlo yo?

La labor de la prensa se rige bajo los artículos 106 y 107 de la CPE que consagra y protege los derechos de los trabajadores de la prensa e incluye dos conceptos fundamentales, que también están  en los códigos de ética de las asociaciones de periodistas, de las federaciones de la prensa, además de tratados internacionales de derechos humanos: la réplica y rectificación.

La réplica es el derecho que tiene alguna persona que fuera aludida en un medio de prensa a través de un reportaje, noticia y que no fuera consultada, acusándole de algún hecho, en ese sentido, el periodista debe tener la hidalguía de darle la posibilidad de responder a esas denuncias o por qué fue aludido en su nota.

Lamentablemente pocos medios lo hacen, e incluso se dan el lujo de no cumplir con la disposición constitucional.

La rectificación es la obligación que tiene el medio de prensa de aclarar o pedir disculpas en caso de que haya cometido un desliz, un error, una equivocación e incluso un delito en la difusión de un reportaje, noticia o entrevista. Es el derecho que tiene el ciudadano de no ser manipulado ni que le hayan mentido. Este principio no se ha venido cumpliendo en el ejercicio de la labor periodística.

El caso reciente de la red UNITEL refleja claramente la vulneración a este principio y derecho: La presentadora estrella con micrófono abierto en una transmisión en directo, señalo que el candidato Lara estaba dopado, en clara referencia despectiva que estaba drogado, con bebidas o medicado.

Esto fue público y a cuatro días de este serio desliz de UNITEL y de la presentadora no han pedido disculpas ni rectificado de esa afirmación. O investigar y ratificar lo que dijo la presentadora.

Así como la prensa tiene derechos en la Constitución y en la Ley de Imprenta vigente hace un siglo, también tiene deberes, que como cualquier ciudadano debe cumplirlos. Así también el lector, televidente, oyente, navegador tiene derechos y deberes, de los cuales está haciendo uso gracias a las poderosas redes sociales, a través de las cuales opina, se expresa, participa, denuncia y comete excesos, los cuales están siendo mas visibles en este proceso electoral, ya que los ejércitos de guerreros digitales de Quiroga y Paz están en sus propias campañas, lanzando a cada minuto toda clase de acusaciones y de descalificaciones de los candidatos.

Las redes sociales y sus guerreros actúan libremente e impunemente generando discursos de odio, violencia, racismo y acusaciones sin pruebas, situación que será muy difícil de normarla o censurarla. Hay que convivir con la tecnología y reinventar el periodismo, que hoy está siendo usando por influencers, marketineros, modelos, creadores de contenido.

Obviamente que desde el Estado, las organizaciones de trabajadores de la prensa, las universidades y ONG se tendrá que trabajar en campañas, en procesos educacionales e informativos sobre el uso constructivo de las redes sociales, pero sin impulsar mecanismos de censuras, cierres o controles cohercitivos, porque lo que está en juego es la imaginación y la libre expresión de la ciudadanía.

El lector tiene derecho a no ser manipulado, insultado, tergiversado, a que le maquillan la verdad con mentiras, a ser tratado como oveja, a ser usado para experimentos y diversiones.

El Deber hace algunos años instituyó la figura del Defensor del Lector que duró muy poco, pero fue una experiencia muy enriquecedora y que fortaleció el periodismo de ese medio. Experiencia que se tiene que ir pensando para instituirla oficialmente, asi como hay un Defensor del Pueblo.

Hernán Cabrera M es periodista y filósofo.

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