“Sobre la base del intercambio de mercancías, el primer supuesto era que el capitalista y el obrero se enfrentaran como personas libres, como propietarios independientes de mercancías: el uno en cuanto poseedor de dinero y medios de producción, el otro como poseedor de fuerza de trabajo. Pero ahora el capital adquiere personas que total o parcialmente se hallan en estado de minoridad”, Karl Marx.
Se ha hablado mucho del aumento salarial, el cual va directamente a favor de los empleados públicos y privados. El fin de esta medida es nivelar el poder adquisitivo de los trabajadores, ya que la canasta familiar ha tenido incrementos. Por ejemplo, el litro de aceite de 10 bolivianos ha llegado a 13,50 bolivianos, el azúcar pasó de 5 a 6 bolivianos, entre otros productos que han sufrido elevación en el precio. En cambio, el salario del trabajador está estancado desde 2019.
La excusa de la parte privada para no efectivizar el aumento salarial –de 3% para el haber básico y 4% para el Salario Mínimo Nacional– es que la economía está detenida por la pandemia (la vieja-nueva confiable excusa). Sin embargo, si se analiza con cuidado, existe acepción de que en la cuarentena rígida las familias bolivianas siguieron con el consumo, porque tenían que alimentarse.
Los proveedores distribuían con normalidad a los supermercados, los primeros en ser beneficiados con horarios de atención. Luego se favoreció a los centros de abasto, lo que demuestra que las industrias cárnicas, cerealeras, aceiteras y otras continuaron con sus ganancias.
Otro sector que no paró fue el de los exportadores, quienes lograron buenos resultados, no como se esperaba, pero la demanda mundial y la banda de precios los favoreció en la exportación de mercancías tradicionales y no tradicionales, así el 2021 lograron superávit.
Ahora, ¿cuál es la excusa para no nivelar los salarios de trabajadores y trabajadoras? Estos, tanto como los empresarios, necesitan recuperar sus bajos ingresos en la pandemia. Trabajadores y trabajadoras ya no pueden amarrarse más los pantalones y seguir con los efectos en sus espaldas.
El 27 de abril, luego de intensas negociaciones durante varias jornadas, la Central Obrera Boliviana (COB) y el Gobierno acordaron el aumento salarial, que fue anunciado por el presidente del Estado, Luis Arce Catacora, en la Casa Grande del Pueblo.
El Gobierno nacional dispuso aumento salarial del 3% para el haber básico, como base de negociación para el sector privado. En tanto, en el sector público el incremento solo llegará a los sectores de Salud y Educación. Adicionalmente, se aprobó aumento del 4% para el Salario Mínimo Nacional, es decir, de 2.164 bolivianos sube a 2.250 bolivianos.
Según el decreto, las empresas públicas y las empresas en las cuales el Estado tiene mayoría accionaria deben regirse a los lineamientos establecidos.
El incremento salarial es una medida social a favor del grupo que carga la crisis: la clase obrera, que aguantar el alza de precios en la canasta familiar y recibir el reproche de los empresarios, quienes fueron favorecidos con leyes laborales en la cuarentena, así despidieron a muchos trabajadores y recontrataron con la mitad del salario.
Ahora es tiempo de favorecer a los olvidados y olvidadas, quienes mantienen la economía y aportan cada día al crecimiento y la recuperación económica del país, además, entregan sus capacidades para beneficio de las empresas.
Max Baldivieso es periodista