Los productos naturales otra vez al auxilio de la humanidad: El caso del Coronavirus

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Black coffee in a white cup on a table with a computer.

Como ocurrió con la Malaria o con las infecciones bacterianas que asolaban el mundo, la naturaleza nos brinda otra vez sus bienes para librar a la humanidad de los grandes problemas sanitarios, crónicos o emergentes, que se suscitan a lo largo de su historia. Estos productos existen desde siempre, pero deben ser descubiertos y desarrollados. Así como los habitantes del oriente encontraron que sus condimentos además de dar sabor son excelentes preservantes (con lo que cambió la dieta y la salud de Europa al poder preservar la carne como embutidos, cuando no se conocía la refrigeración) y ahora reportados como anti-cancerígenos y anti-inflamatorios potentes, los curanderos del trópico andino descubrieron medicamentos como la corteza del árbol quina-quina para curar las fiebres y la malaria, salvando a los trabajadores del canal de Panamá y luego al resto del mundo. A. Fleming, microbiólogo escocés, descubrió la penicilina en al cultivo de ciertos hongos (Penicillium) y con esto cambió el perfil patológico del mundo, al permitir el control de infecciones tan lacerantes como la sífilis y las estafilococias; así, cientos de investigadores, basados en el conocimiento ancestral o en la experimentación, siguen encontrando productos que la naturaleza tiene y que son agentes poderosos para preservar la salud.

En la emergencia actual, otra vez este recurso cobra especial valía para lo que se vislumbra como la peor crisis sanitaria del mundo actual. Evidentemente, para el tratamiento de COVID 19 se ha utilizado antivirales de síntesis (Remdesivir y una combinacion Lopinavir/Ritonavir, inhibidores de proteasas del virus del SIDA) siendo su eficacia parcial, que sube significativamente cuando se los administra con un producto natural: el Interferon alfa 2B. Este último es una proteína que producen las diferentes células del cuerpo en respuesta a una infección viral; se libera e induce en las células vecinas a producir enzimas que eliminan al ARN (Acido Ribonucleico) del virus y a disminuir drásticamente la síntesis de proteínas y por esto interfiere con la reproducción viral. Esta proteína se la puede extraer de cultivos de células estimuladas con partículas virales y otras moléculas, para su uso como biofármaco, pero es más fácil y barato hacer que la produzcan ciertos microorganismos si les insertamos el gen de esta proteína y la producen en biodigestores aprovechando que se reproducen cada 20 minutos y sus insumos solo son azucares. Esta biotecnología denominada del ADN recombinante permite la producción de muchas proteínas y péptidos útiles para la medicina (hormonas mayormente) en grandas cantidades, y no dejan de ser Productos Naturales.

Resultados recientes reportados en Francia y aparentemente también en China, muestran la promisoria utilidad de la hidroxicloroquina en el manejo de la infección por el coronavirus SARS-COV-2, por su recién descubierto efecto anti-viral al que se añadiría su conocido efecto anti-inflamatorio, aunque su uso debe tener estricto control cardiologico. Este es un producto natural derivado de la quinina (mencionada al principio) a la que se ha quitado y añadido otros grupos químicos (Cloro e hidroxilos) para facilitar su llegada a las celulas blanco y evitar algunos efectos colaterales. Su uso se ha ampliado hace varios años a enfermedades autoinmunes vigorosamente inflamatorias como la artritis y el Lupus. Según los investigadores franceses que hicieron el estudio en pacientes con COVID 19, la hidroxicloroquina elimina la presencia del virus en mas de un 60 % de los pacientes con neumonía o con trastornos de vías respiratorias altas. Si se usa con Azitromicina (con interesantes efectos antivirales, via induccion de la producción de interferón alfa y gamma asi como de RIG I helicasa y con efectos anti inflamatorios cada vez mas reconocidos), el 100% de los casos queda exento del virus en el día 5 desde la aparición de síntomas severos, aunque esta asociación requiere cuidados cardiológicos especiales por la existencia de reportes sobre cambios eventuales en la conductividad electrica del miocardio . La azitromicina es un antibiótico macrólido derivado de la rifampicina. Los macrólidos originalmente fueron aislados de una cepa del hongo Streptomyces eruthraeus obtenida en una muestra de suelo recogida en el archipiélago filipino. Al igual que los demás antibióticos, estos compuestos son producidos por los hongos para eliminar a las bacterias de su habitat, que son competencia por los nutrientes del entorno. De este hecho se aprovecharon nuestros antepasados cuando aplicaban cascaras enmohecidas de frutos sobre heridas con mal olor (infectadas) y también Fleming cuando vio que en sus cultivos de microorganismos, las bacterias no crecían donde crecían hongos, lo que dio lugar al mayor descubrimiento medico de inicios del siglo pasado.

Como se ve, la naturaleza tiene sus dispositivos y los humanos estamos para descubrirlos y desarrollarlos, ya sea por la ciencia y la tecnología o por los mecanismos que utiliza el conocimiento ancestral (mecanismos a los que nos referiremos en otro artículo).

Las vacunas que se estudian y desarrollan febrilmente contra el SARS-COV-2, también son productos naturales. Ya Jenner en el siglo antepasado lo entendió así inoculando costras de las lesiones de la viruela vacuna en la nariz de niños, a los que con esto los protegió contra la viruela humana. Pueden ser fragmentos del virus (o antígenos, que habitualmente incluyen aquellos sitios de su cápside contra los que reaccionan los anticuerpos de los sujetos que superaron la infección) o de las bacterias incluyendo sus toxinas; éstos, que ya no tienen la capacidad de infectar, se inoculan en sujetos sanos y se induce inmunidad especifica (células y anticuerpos). También, tales productos naturales, pueden estar vivos al momento de su inoculación, pero deberán ser inocuos (atenuados) para no causar enfermedad; tal opción brinda inmunidad permanente porque el virus inoculado se replica lentamente toda la vida en los ganglios linfáticos proveyendo antígenos de manera permanente reforzando, así, la inmunidad.

Al anterior arsenal se pueden sumar otros productos naturales con actividad antiviral y antiinflamatoria que son utilizados frecuentemente por la medicina tradicional, para el manejo de trastornos respiratorios altos y bajos. Ya que se conoce que en esta enfermedad el daño en los tejidos está causado por un grupo de proteínas que son liberadas por las células infectadas y que causan inflamación intensa (tormenta de citoquinas proinflamatorias), el uso de productos naturales antiinflamatorios es de alto valor. Si a esto se suma una actividad antiviral, aunque no sea específica, es altamente probable que pueda contribuirse al manejo integral del paciente. El caso del 1-8 Cineol, un aceite esencial del Eucalipto (Eucaliptus globulus) es especialmente importante por sus efectos fluidificantes (mucolíticos), inhibidores de las citocinas proinflamatorias (regulando diferentes vías de señalización como la NFkB), antioxidantes, protectores de la integridad tisular y otros efectos favorables como la inmunomodulación que promueve la inmunidad pero evita el daño tisular inmunológico. Su aplicación en inhalaciones o fricciones con cremas que contienen el extracto orgánico (eucaliptol), permite la penetración hacia los tejidos del tracto respiratorio. Por tanto, se deberá esperar del eucalipto un efecto, al menos contributivo, al tratamiento de COVID 19. En la misma línea, los extractos hidroalcohólicos de Echinacea purpurea, una planta utilizada por los pueblos nativos de Norteamérica, han sido aplicados con mucho éxito y respaldo científico en el manejo de enfermedades virales y bacterianas del tracto respiratorio, como agente preventivo y como producto con actividad terapéutica. Evidentemente, se ha demostrado que una fructana de la equinácea es capaz de inducir un potenciamiento significativo de la inmunidad celular antes de la infección; si ésta se da, el proceso de daño que se causa por la liberación de citoquinas proinflamatorias (TNF, IL-1beta, y otros) por parte de las células infectadas, es contenido por otros componentes de esta especie vegetal, lo que reduciría el daño de los tejidos del tracto respiratorio. También ha sido demostrado para esta planta una propiedad antiviral examinando su efecto in vitro con el Virus Sincitial Respiratorio.

En nuestro país, en el Instituto SELADIS de la UMSA se investigan vario productos antivirales, tanto de la flora andina como de la amazónica, siempre sobre la base de los saberes que aportan las culturas locales. Entre estos productos se ha demostrado la actividad del extracto acuoso de una cactácea el Ayrampu (Opuntia soherensii) sobre diversos virus, entre estos destaca en efecto inhibitorio -in vitro- sobre la capacidad de penetración del Herpes Virus tipos I y II y del Virus Sincitial Respiratorio en las células blanco, con total inocuidad a las dosis que maneja la medicina tradicional.

Todo lo anterior muestra al menos los siguientes aspectos:

Los Productos Naturales son en la actualidad, y desde siempre en la historia humana un mecanismo de vinculación entre el ser humano y la naturaleza, en el que ésta provee elementos para la salud y el bienestar y el humano los aprovecha para lo cual descubre y desarrolla su uso a través del conocimiento, ancestral o científico-técnico.

Los productos químicos de síntesis se han impuesto en la farmacología reciente por el impulso que la posibilidad de patentarlos ha imprimido en su creación y desarrollo. Los productos naturales intactos no son patentables, por lo tanto, no son buen negocio para las grandes industrias farmacéuticas que, por tanto, no promueven su uso.

En el caso de las enfermedades emergentes, como es el caso de COVID 19, los productos naturales de antiguo uso, o sus derivados, pueden acudir de nuevo a como herramientas farmacológicas para su manejo y tratamiento. Se resalta el caso del interferón, la hidroxicloroquina, la azitromicina, en la terapia antiviral y el 1-8 Cineol, la Echinacea y O. soherensi en la contribución a la prevención, al manejo del proceso inflamatorio destructivo y a una posible actividad antiviral. Tanto el 1-8 Cineol como O. soherensii se aplican tradicionalmente en inhalaciones de vapor. Este hecho podría contribuir, por otra parte, a la eliminación de los coronavirus si consideramos la labilidad de la partícula viral a las temperaturas mayores a 56 grados C. que se consiguen en las vías respiratorias con las inhalaciones de vapor. Protocolos para evaluar el uso de estos productos se están planteando en los niveles correspondientes.

Es docente e investigador de la UMSA

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