Las regiones que sufrirán más por la caída del turismo

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Por: Carlos Marín Peñaranda*

Primero fue la devastación de la Chiquitanía producto de incendios desmedidos en 2019, por el que ya se tenía una gran afección al turismo nacional y a la región de Santa Cruz en particular, al respecto mencioné en su momento que se abría un reto para el sector de darle un giro trascendental y que el Estado a través de sus entes encargados de esta actividad deberían modificar sus estrategias y procesos de planificación para que a partir del 2020 se pudiera amortiguar los impactos. Lamentablemente nada se hizo.

Cuando los prestadores de los servicios turísticos en Bolivia hacían esfuerzos para recuperarse de aquel impacto, a finales del primer trimestre de 2020 el mundo se paralizaba debido a la aparición de virus denominado COVID-19, las fronteras se fueron cerrando de a poco en todos los países, las líneas aéreas dejaron de operar por el cierre de los aeropuertos, viajes de cualquier índole estaban prohibidos por el peligro de contagio, por tanto ES DEMOLEDOR para agencias de viaje, operadoras de turismo, hoteles, bares y restaurantes, guías de turismo, transportistas y de otros subsectores e indirectos, desde que comenzó y no tiene fecha de recuperación.

Ante este panorama los expertos y especialistas del sector coindicen que es una crisis jamás vista en el sector del turismo a lo largo de su historia y avizoran que será uno de los rubros económicos que más sufrirá este impacto y también será el que más demore en recuperarse, por una simpleza: es la actividad con mayor movilidad continua en el mundo, rebaza todas las fronteras, es el de mayor contacto y los turistas son los que más utilizan los servicios, la infraestructura y los bienes resultado de esta actividad. Sin ello no se puede concebir el objetivo del “turismo”.

Pero cómo estaremos en el país resultado de esta pandemia que según se proyecta conllevará aún varios meses o quien sabe más de un año para que la actividad turística retorne casi a su normalidad. Según datos del INE se contabilizan al 2018 la llegada al país de 1.141.860 turistas extranjeros con la siguiente distribución: 62,6% por carretera; 36,3% por aeropuertos; 1,0% y 0,1% por transporte Ferroviario y Fluvial-Lacustre, respectivamente. Estos números y cifras tuvieron seguramente una baja sustancial en 2019 por lo ocurrido en la Chiquitanía y en 2020 el panorama será aún más demoledor por los efectos que dejará la pandemia en el sector del turismo.

De igual forma, al gasto que genera el turismo receptivo tendrá una merma muy significativa, según datos del INE en 2018 su estimación alcanzó los 815 millones de dólares estadounidenses, registrando un aumento de 1,6%, y en términos absolutos un incremento de 12,9 millones de dólares, respecto al valor registrado en el 2017, cuando fue de 803 millones de dólares, su decrecimiento en un hecho, por tanto, todos los sectores involucrados en la actividad turística sufrirán el impacto negativo en sus números, por ende el Producto Interno Bruto también será afectado.

Veamos de manera detallada el efecto drástico que dejará esta pandemia por el gasto que generaban los turistas extranjeros en el país, y que en 2018 sumaron 815 millones de dólares, en los diferentes subsectores o por el tipo de gasto que realizaban en bienes y servicios: alojamiento $us 124.767, artesanías $us 66.087, vestimenta $us 78.279, otros bienes $us 30.145,   alimentos y bebidas $us 193.365, transporte interno $us 136.216, esparcimiento $us 128.748, otros servicios $us 57.866. Estos sectores y subsectores no percibirán estos ingresos y no sabemos cuándo terminará la crisis y cuando se reinicia su recuperación.

Por otro lado, según estudios realizados por la UNIFRANZ estiman con antelación que la pérdida económica para este sector del turismo llegará a los Bs 6.200 millones está gestión ante la pandemia del COVID-19. La investigación también documenta que el país dejará de percibir más de $us 360 millones por concepto de turismo receptivo y más de 106.000 personas perderían su empleo en el sector turismo. Un dato alarmante es que más del 50% de las microempresas turísticas piensan cerrar y/o cambiar de rubro, lo cual es corroborado con recientes datos de emprendimientos que cerraron definitivamente en esas ciudades intermedias. Sin duda, estos datos son preliminares porque no sabemos aun lo que realmente significará en números para el sector. 

En esa línea, las zonas o puntos turísticos más afectadas serán Copacabana y el Salar de Uyuni, por ser los atractivos más importantes del país, y está previsto que no se recuperarán durante este año y que más bien se apunta al segundo semestre de 2021 e incluso recién en 2022. El primero se estima que ha recibido en los últimos años más de 230 mil turistas al año entre nacionales y extranjeros, entre tanto que el Salar de Uyuni y Laguna de Colores ha tenido aproximadamente la visita en los últimos años más de 250 mil turistas también entre nacionales e internacionales.

Pero veamos de manera más detallada las regiones o sitios turísticos que sufrirán los impactos irreversibles del COVID-19 por ser los más visitados por turistas extranjeros en los últimos años (2014-2017): La Paz (23,1%), Santa Cruz (17,1%; en el que Las Misiones Jesuíticas y Samaypata son los puntos más visitados), el salar de Uyuni en Potosí (8,3%), Copacabana 6,8%), Cochabamba (6,4%). Detrás se encuentran Sucre, Ciudad de Potosí, Isla del Sol, Oruro, Tiwanaku, Tarija y otros; datos que corresponden al INE y la Dirección General de Migración. Estas regiones y su porcentaje de visitas de turistas extranjeros bajarán dramáticamente por un tiempo aún no definido. Esto es aún más desolador para El Salar de Uyuni y La Laguna de Colores (Potosí) que se fueron posicionando como el destino más importante del turismo receptivo e interno en los últimos años.

De la misma forma, de todos los sectores del turismo que serán afectados irreversiblemente, la hotelería es uno de ellos y lo exponemos por los datos oficiales que se tienen de este sector, veamos el ingreso de turistas extranjeros a establecimientos de hospedaje que había crecido en 3.4% en 2017. Ese año, el número se situó en 604.389. La Paz (263.305), Santa Cruz (156.648) y Sucre (52.025) fueron los que más turistas extranjeros alojaron. De hecho, la Capital fue la que mayor crecimiento registró en 2017, con 17.8%. Le siguieron Tarija (14.9%), Oruro (14.7%), Trinidad (9.6%), Cochabamba (8.9%), Cobija (2.3%), Santa Cruz (1.1%) y La Paz (0.2%). El único que anotó un registro negativo fue Potosí (- 2.6%). Los establecimientos de hospedaje como sus regiones no contarán con este número de visitas e ingresos y es más que probable que por muchos meses y talvez más de un año se reduzcan a cero.

Entre tanto, en la línea que coinciden los expertos, para que este sector no muera en los lumbrales de terapia intensiva en la que se encuentra deben pedir a sus Gobiernos una línea de liquidez específica para el sector ante la perspectiva de cero ingresos durante el resto del año, habrá que vender seguridad en los destinos y garantizar la seguridad de los viajeros, deberá pensarse en realizar test rápidos en los mercados emisores, a la salida, y también a la llegada de los países, trabajar en un pasaporte sanitario a nivel interno y a nivel región que certifique que el turista no es portador del coronavirus, darle por ahora mayor importancia a desarrollar y promover el turismo interno con todos los protocolos y la planificación que esto representa. Son solo algunas ideas por el momento, pero algo que no está en discusión es que la actividad turística a partir de los Estados y la Gestión deberán darle por lo mínimo un giro de 180 grados, mucho mejor si son 360, y eso implica una reingeniería total en sus políticas y estrategias de desarrollo y promoción. Por estos lados estamos aún más perdidos y postergados porque no tenemos ni lo uno ni lo otro, en 14 años caminamos casi a ciegas en materia de turismo.

*Carlos Marín Peñaranda es especialista en Turismo e investigador.

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