Hernán Cabrera M.
El filósofo griego Platón pedía que los gobernantes de un ciudad-Estado sean “reyes filósofos”, que tengan la sabiduría necesaria para conducir a hombres y mujeres. “En tanto que los filósofos no reinen en las ciudades, o en tanto que los que ahora se llaman reyes y soberanos no sean verdadera y seriamente filósofos, en tanto que la autoridad política y la filosofía no coincidan en el mismo sujeto, no habrán de cesar los males de las ciudades”, (La República de Platón).
Después llegó a Roma el emperador Marco Aurelio, filósofo que nos dejó un libro de Meditaciones, donde recoge sus impresiones y reflexiones sobre la vida, el arte de mandar, la política, el amor, la muerte, la amistad, etc.
“Los hombres hemos nacido para ayudarnos como lo hacen los pies, las manos, los párpados, las dos órdenes de dientes, el superior e inferior; es cosa contra naturaleza que unos a otros nos ofendamos”, decía el emperador filósofo.
Pero hubo un Nerón que mandó a matar su madre, hijos e incendió Roma. Y otros que gobernaron con ríos de sangre, odio y mucha violencia: Hitler, Stalin, Strossener, Videla, Pinochet, Banzer, Trujillo, Somoza, Luis García Meza y otros tiranos que usaron el poder como bestias sedientas y desesperadas. “Todas las artes han producido maravillas; solo el arte de gobernar ha producido monstruos”, escribe el filósofo Gerard Vincent en La historia de la humanidad contada por un gato.
La historia de Bolivia, de América Latina y del mundo está herida y con vergüenza con la presencia de los dictadores, corruptos, tiranos, caudillos, jefazos que fueron monstruos cuando tenían todo el poder para ellos. Sus delitos cometidos que no solo fueron asesinatos, desapariciones, exilios, sino que fueron rodeados de hechos de corrupción de alto calibre y de favores, placeres que otorga el ser el número uno de un país o Estado: mujeres, regalos, prebendas, maletines, viajes, edificios, autos, ganados, etc.
Tomaron nota del pedido de Maquiavelo: “Al príncipe no hay que amarlo u odiarlo, hay que temerlo”. Eso hicieron esta caterva de gobernantes: meter miedo hasta el tuétano a la gente para que no reaccione y los botara de sus palacios.
Estimado lector estamos aprovechando la coyuntura política para lanzar estas ideas provocadoras en la perspectiva de que nos empoderemos de una tesis central: el ejercicio de la política para quien llegue a ser revestido de Presidente y Vicepresidente no le da carta blanca para hacer y decir lo que cada uno quiera; sino que tiene una misión de hacer una gestión por el ser humano y mejorar sus condiciones de vida de forma radical. Ojo que “la política no es solo un juego que juegan los príncipes (gobernantes), sino también un proceso que involucra a masas de individuos que intentan prever las consecuencias e sus acciones”, anota Mario Bunge en Filosofía política.
Claro que no estamos pidiendo que los próximos gobernantes sean filósofos, hombres llenos de sabiduría al estilo que pedían los sabios griegos y los tantos libros que se han escrito sobre la política, el arte de gobernar, las leyes del poder, tampoco somos tan idealistas y soñadores que las dos duplas que irán a la segunda vuelta electoral sean versados o expertos o especialistas en las artes bellas de la poesía, la filosofía, la historia, las religiones, pero sí podemos exigir y esperar que sean buenas personas, si han llegado a esa instancia para ser ungidos como Presidente y Vicepresidente de Bolivia, es porque han trabajado para ello, han demostrado sus ganas de ser los primeros servidores públicos, se han ganado ese espacio y claro cuando lleguen al poder, que lo hagan con decencia, honor, responsabilidad, honestidad e integridad.
Nuestro país ha estado golpeado desde todos lados, se han aprovechado de su nobleza, así como decía el Chapulin Colorado y lo han utilizado para enfrentarnos entre bolivianos: campesinos vs. Citadinos; indígenas vs karay; empresarios vs trabajadores; creyentes vs ateos; agropecuarios vs interculturales; yescas vs ricos, o sea, polarizados hasta el tuétanos, enemigos hasta en la sopa. Pero eso no ha sido por obra y gracia del Diablo o de Dios, sino que ha sido provocada y alimentada desde el poder, porque era uno de sus pilares para sobrevivir y mantenernos ocupados en esos niveles de desprecio del ser humano.
Entre otros de los grandes y complejos problemas que arrastrará nuestra Nación es este nivel de violencia que existe y persistirá en los próximos meses, situación que los nuevos gobernantes deberán tener la capacidad y el sentido común de afrontarla, pero ya no en la misma dinámica de la confrontación y de inventar y crear enemigos a cada paso.
Precisamente cuando Platón, Aristóteles, Marco Aurelio, Russell, Bunge, Nietzsche hablan de la política desde la filosofía tiene un mensaje claro: es para desterrar esos demonios que está afianzado en el ser humano y lo convierte en un monstruo. Esos reyes-príncipes-gobernantes filósofos no es para que se llenen de lecturas o se encierren a especular o teorizar, sino que el planteamiento central es para entender y asimilar que el pueblo no es un objeto más ni un juguete que se puede hacer lo que sea con el mismo.
Les demandamos que “puedan desprenderse de su bulimia dominadora hasta el punto de gobernar la ciudad como filósofos poseedores del conocimiento del verdadero bien, la conciencia del valor supremo de la justicia y que no confundan la verdad con la apariencia”, recomienda Vincent con su gato Akenaton.
Es hora de que en Bolivia hacer un giro completo en el modo de hacer, comprender, leer, ejercer el poder desde una óptica de servicio y de compromiso social con los más de 11 millones de habitantes del país. Basta del ejercicio del poder del diente por diente y el que a hierro mata a hierro muere. Con los nuevos gobernantes, tengo la esperanza de lo que Nietzsche en La voluntad del poder, lo advierte: “Basta: se avecina un tiempo en que la política tendrá un significado diferente”.
Decencia para gobernar señores Quiroga, Paz, Lara y Velasco.
Hernán Cabrera es periodista y filósofo