América Yujra – El partido oligárquico

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Según Francisco Paoli, analista político y ensayista mexicano, un partido es “producto de una revolución o ruptura que se da en un cierto momento en las sociedades tradicionales. Los partidos son así instrumentos para movilizar al electorado y animarlo a votar por sus propuestas, candidatos y, en general, a participar en las decisiones públicas”.

En 2005, ante la acumulación de momentos históricos, sectores campesinos, indígenas, obreros, mineros y cocaleros se agruparon para que un nuevo partido asuma el poder y reencause Bolivia a favor de sus demandas y necesidades.

Esos sectores sociales y sindicales dieron un nuevo sentido a un partido que ya existía. Así se conformó el Movimiento al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP).

El liderazgo de todo este movimiento social/sindical recayó en un nombre: Evo Morales, un personaje que poco o nada hizo en los momentos sociopolíticos más trascendentales de las últimas dos décadas: la “Guerra del Agua” (2000) y la “Guerra del Gas” (2003). En éste último acontecimiento, Morales se encontraba fuera del país.

Pese a ese inmerecido liderazgo, los sectores sociales lo respaldaron y posibilitaron el triunfo del MAS-IPSP frente a los tradicionales partidos que, hasta ese entonces, habían llevado a la sociedad boliviana al hastío político.

Ciertamente, organizarse es el único medio para lograr una voluntad colectiva. Pero muchas veces una organización se deforma, se conflictúa y pierde su norte inicial. Además, en toda organización, ya sea política, gremial o profesional, siempre termina manifestándose una “tendencia aristocrática”. Y como no hay día sin noche, aparece su antónimo: la oligarquía.

El politólogo Robert Michels explicó que, en un partido, la oligarquización es un proceso en donde: las dirigencias se separan o alejan de las bases; los miembros, en consecuencia, son obligados a aceptar las decisiones tomadas por la dirigencia; la cúpula es una minoría burocrática que se coloca a la cabeza de la organización e impone su voluntad; el control y la participación de los miembros son exiguos.

Michels concluyó que mientras más compleja y masiva sea la composición de un partido, la probabilidad de consolidarse una tendencia oligárquica en su interior es altísima.

El MAS-IPSP agrupa a sectores y organizaciones sociales tales como: Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), Confederación Nacional de Mujeres Indígenas Originarias “Bartolina Sisa”, Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), Confederación de Maestros Rurales, Central Obrera Bolivia (COB), Federación Nacional de Cooperativas Mineras, entre otros. Algunas de éstas conforman el denominado «Pacto de Unidad», que sólo es esgrimido como herramienta de autorespaldo.

Sin embargo, esa agrupación de sectores populares, sindicales, indígenas y campesinos se produjo sólo por conveniencia. Sus dirigentes “apoyaron” a cambio de puestos de poder. Las bases fueron utilizadas por la cúpula del masismo únicamente para mostrar una imagen de plurinacionalidad artificial.

Esa conveniencia consentida provocó que aquellos sectores sean aislados de las decisiones partidarias. Frente a ellos, los políticos que fueron parte de los denominados “gobiernos neoliberales” y los “intelectuales de clase media” tuvieron mayor presencia y poder de decisión al interior del MAS-IPSP.

Ese partido que parecía acoger a quienes el poder había rechazado durante años fue desdibujándose; dejó de ser ese “instrumento integrador” que había surgido como bandera de los “pueblos”.

El MAS-IPSP, al haber incorporado tantos grupos sociales y sindicales para obtener triunfos electorales que le permitieron controlar todos los órganos de poder, ha sobredimensionado su tamaño, por lo que sus problemas se complejizaron a nivel interno.

Esos sectores reclamaron puestos en el aparato estatal, mayores financiamientos y proyectos, etc.; demandas que no pudieron ser atendidas por completo. Ante ello, los conflictos se activaron. La cúpula del partido, en lugar de ir a por el diálogo, respondió con amenazas y persecuciones, silenciando a sus disidentes.

El prebendalismo; los descabezamientos de dirigencias sindicales por no ser “fieles al proceso de cambio”; la preeminencia de organizaciones como las Bartolinas o Seis Federaciones del Trópico sobre otros grupos; o la creación de dirigencias paralelas han hecho que su misma idea de partido/instrumento se desvirtúe y termine siendo un partido duro, radical, excluyente, ergo oligárquico.

Según su estatuto, el MAS-IPSP tiene una organización vertical, con una Dirección Nacional en la cúspide, bajo el control de Evo Morales, catalogado como único líder nato del partido bajo el ridículo fundamento de “tener grandes logros que dignificaron a Bolivia”.

Dicha verticalidad restringe la participación en el MAS-IPSP. Quienes dirigen, controlan, desarrollan propuestas, deciden candidaturas y dirigencias pertenecen a la cúpula manejada por Morales. Tampoco permiten la renovación interna. Se mantienen o instalan a personas «leales al instrumento», quienes obedecen sólo a la cúpula y no a sus bases.

Sin embargo, parece que, desde las elecciones de 2020, parte de la militancia ha ido despertando del letargo de sumisión y adulación desmedida al jefazo. Se dieron cuenta que el repudio que siente la ciudadanía no-azul hacia Morales es profundo e inalterable. Mantenerlo como cabeza del “instrumento” constituye, entonces, una amenaza para el poder que el MAS-IPSP detenta desde 2006.

El “sillazo” que Morales recibió en el ampliado nacional, celebrado el 14 de diciembre de 2020, en la localidad de Lauca Ñ, fue la primera muestra pública del descontento con la cúpula oligárquica al interior del MAS-IPSP.

El golpe que produjo esa silla (irónicamente, de color azul) terminó por quebrar el envoltorio de “unidad orgánica” del que se jactó siempre el masismo. Una silla tuvo que darles valor a los “renovadores” (arcistas, choquehuanquistas) para enfrentarse a la oligarquía partidaria instaurada por el “jefe nato”.

Lauca Ñ puede convertirse en un lugar determinante para el MAS-IPSP el próximo octubre. Su Congreso Ordinario está agendado para los días 3, 4 y 5 de ese mes. ¿Los “renovadores” (si van a dicha reunión) se enfrentarán y derrocarán a la cúpula o se impondrá la tendencia oligárquica de los “leales al proceso”?

¡Vaya show que se avizora! Digno de alquilar sillas; mejor dicho, balcones.

La sobreagrupación y el establecimiento de lineamientos oligárquicos sólo pueden producir cismas y conflictos. En el caso del MAS-IPSP, esas luchas internas quebrarán su unidad, harán que los grupos que hasta ahora lo conforman sean expulsados o se desmarquen y reagrupen en otro partido o en torno a otros “líderes”. Porque, al final, el poder será más importante que preservar el espíritu de unidad del “instrumento” y del “proceso de cambio”.

“(…) el simple e indiferenciado deseo. Ésa era la fuerza que destruiría el partido”, dijo el visionario George Orwell. El masismo convirtió a la fuerza que le dio vida en un simple utensilio para saciar su ambición autoritaria, y ésa podría ser su ruina. Terminaron por adoptar y arroparse de una de las cosas que juraron destruir: la oligarquía.

América Yujra Chambi es abogada

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