El electorado se derechiza

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Andrés Gómez Vela

Me gusta hablar con extraños. Desde chango me encantaba conocer gente, escuchar historias, penas y alegrías. Mis padres, como todos, me pedían tener cuidado. Pero descubrir a otras personas activa neurotransmisores. Escuchar de verdad genera empatía. Una conversación sincera con alguien que no conoces —si resulta amable o solidario— puede liberar un poco de oxitocina.

Este martes conocí a Julián. Después de contarme algo de su vida, empezó a despotricar contra los candidatos de la “derecha”. Que son tal y cual (no se guardó adjetivos).

—Tienes razón —le dije.

Su rostro se transformó. Primero mostró disonancia cognitiva. Luego, coherencia. No esperaba que le dé la razón, sino que le contradiga. El silencio que siguió —más de cinco segundos— se volvió confianza.

—Bueno, Julián, entonces ¿vas a votar por Eduardo del Castillo o Andrónico Rodríguez para que se hunda más el país, o vas a apoyar a alguien de la derecha?

—Eso pues. Por alguien de la derecha nomás va a tener que ser, aunque no me convence ninguno.

Julián representa a un segmento del electorado que está cambiando su voto no por gusto, sino por hartazgo. No por afinidad ideológica, sino por necesidad. En algún momento apoyó al masismo, pero la realidad lo está “desdurificando”. Y lo está empujando hacia la derecha.

Los datos históricos muestran que el voto duro anti-MAS ha oscilado entre el 33 % y el 43 %:

• 2005: 42,87 %
• 2009: 34,42 %
• 2014: 33,27 %
• 2019: 40,75 %
• 2020: 42,83 %

¿Cambiará esta tendencia el próximo 17 de agosto?

Las últimas encuestas dicen que sí. En la de Unitel, el 55,2 % respalda a los candidatos de la oposición (Quiroga, Doria Medina, Reyes Villa y Paz). En la de El Deber, el apoyo a este bloque sube al 62,2 %. Mientras tanto, el respaldo al masismo se desploma al 10–12 %. Una caída exponencial si consideramos que en las elecciones del 2020 logró el 55%.

Eso sugiere que entre el 12 y el 19 % de los votantes está migrando de la izquierda a la derecha. No por entusiasmo, sino por decepción. Se trata de un voto castigo, motivado por la crisis económica, más que por el carisma de los candidatos opositores.

Según las proyecciones, el MAS perderá entre el 40 % y el 43 % de su votación de 2020. ¿A dónde va ese electorado?

• Entre 12 % y 19 % se pasa a la oposición
• Entre 24 % y 31 % se dispersa entre blancos, nulos e indecisos

Veamos más de cerca:

El voto blanco fue históricamente bajo: entre 1,44 % y 1,97 % entre 2009 y 2020. Solo en 2002 y 2005 superó el 4 %. ¿Por qué? Porque, al igual que ahora, había un cambio de ciclo. El voto blanco es racional, refleja a quienes no se sienten representados por nadie.

Hoy, las encuestas reportan entre 8 % y 12 % de voto blanco. Es altísimo. Probablemente muchos en este grupo ni siquiera se presenten a votar.

En cuanto al voto nulo, entre 2002 y 2020 osciló entre 2,8 % y 3,7 %. Ahora ha subido a entre 7 % y 13 %. Parte de ese voto puede ser del núcleo evista que rechaza a Andrónico. O una señal de protesta más amplia.

¿Y los indecisos? Según Unitel, pasaron del 10 % al 12,4 % entre junio y julio. En El Deber, bajaron a 5,5 %. Aunque los datos varían, una tendencia es clara: los indecisos están resolviendo su voto, y en su mayoría, hacia la oposición.

El masismo aún espera que haya voto oculto a favor de Andrónico Rodríguez, escondido entre blancos y nulos. Es posible, pero si nos guiamos por las tendencias históricas, ese “voto oculto” podría representar apenas un 7 %.

También es posible que haya voto oculto en favor de la oposición: gente que no lo expresa por miedo a represalias dentro de su sindicato, su comunidad o su organización autoritaria.

En todo caso, es poco probable que el voto nulo oculte simpatías; suele ser una decisión política firme, sea por rechazo al sistema o por decepción.

Además, el nivel de rechazo a los candidatos del masismo es altísimo. Entre 7 a 8 personas de cada 10 jamás votaría ni por Andrónico ni por Eduardo del Castillo según la encuesta de Unitel. ¿Y los funcionarios? Varios de ellos ya están buscando otros padrinos políticos para mantener la pega.

Pongamos la lupa sobre los indecisos. En 2020, Ciesmori reportó más del 20 % de indecisos. Ahí se ocultaba buena parte del voto masista, que luego dio el 55 % a Arce. ¿Puede repetirse esa historia con el 12,4 % de hoy? Difícil. La crisis económica, la corrupción y el desencanto pesan más que cualquier nostalgia por el pasado.

Por eso, entre el 15 % y el 20 % del electorado —como Julián— se derechizará. No por ideología, sino por impulso emocional. No por convicción, sino por necesidad.

Andrés Gómez Vela es periodista y abogado

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