Educación política para frenar el populismo

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Andrés Gómez Vela

El ascenso de Alternativa por Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) entre el electorado germano preocupa a las autoridades e intelectuales de ese país. Entre ellos a Gernot Wolfram, Profesor de Gestión Cultural y de Medios de Comunicación en la Universidad Macromedia de Berlín. En las elecciones federales de febrero pasado, AfD quedó en segundo lugar (20,8%) al lograr un récord de 152 escaños en el parlamento de 630.

¿Por qué preocupa que AfD suba en preferencia si Alemania es un país democrático y un partido puede competir libremente y en igualdad de condiciones? Porque AfD es un partido de extrema derecha. ¿Acaso en democracia la extrema derecha o la extrema izquierda no puede buscar en las urnas la preferencia popular? Veamos.

En mayo reciente, la Oficina Federal para la Protección de la Constitución de Alemania, la Verfassungsschutz, identificó a este partido como una organización de extrema derecha. «La comprensión del pueblo basada en la etnicidad y la ascendencia que prevalece dentro del partido es incompatible con el orden democrático libre», declaró en referencia a la ideología pregonada por AfD.

Esa posverdad vinculada al origen étnico de las personas toca las teclas emocionales individuales que pueden desencadenar acciones contra otros ciudadanos que no tienen la ascendencia exigida como condición para ser alemán. AfD crece montado sobre ese discurso y las circunstancias sociopolíticas y económicas del país.

En una charla con periodistas latinoamericanos en Berlín, el pasado 16 de junio, Wolfram explicó que la AfD usa la desinformación como un arma para atraer apoyo popular. En ese sentido, recurre al encuadre de la “cultura pop” para generar cercanía con la juventud. Por ejemplo, creó un video con el siguiente mensaje: “uno de cada tres chicos (alemanes) no tiene enamorada, si votas por la derecha tendrás enamorada”. La estadística puede que sea real, pero la posibilidad es irreal.

El profesor Wolfram deduce que los productores de mentiras saben que la gente aprende mejor en espacios que conoce o tiene confianza; por eso, toma como fuente las creencias populares. “El objetivo de la AFD no sólo es atacar al estado alemán, sino transformar mental y culturalmente a sus seguidores”, concluye.

La desinformación generada por esta organización política busca cambiar la percepción de jóvenes y de adultos respecto a temas sensibles como la migración, el origen étnico de las personas y la democracia. Es más, pretende blanquear el populismo de derecha para que sea aceptado como una alternativa democrática cuando no lo es porque sus ideas promueven acciones antidemocráticas.

La preocupación alemana por el clivaje de origen étnico y otros sesgos que podrían conducir al totalitarismo no es de ahora, comenzó después de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo evitar que estas ideas germinen? “A través de la educación cívica política transformadora de las sociedades democráticas”, afirma Wolfram.

La República Federal de Alemania materializó esa idea en 1952, cuando creó la Agencia Federal para la Educación Política (bpb), una autoridad dependiente del Ministerio Federal del Interior. Su objetivo es fomentar la comprensión de los asuntos políticos, consolidar la conciencia democrática y reforzar la disposición a la participación política para contrarrestar las tendencias totalitarias.

El trabajo de la bpb se basa en el «Consenso de Beutelsbach», desarrollado en 1976 para la educación cívica y política en Alemania, cuyos tres principios son:

1) Prohibición de la imposición (no adoctrinamiento): Los profesores no deben intentar imponer sus propias opiniones a los alumnos, ni tratar de manipularlos para que adopten una postura particular.

2) Debate de las controversias. Los temas controvertidos (en la ciencia y la política) deben ser abordados en clase, permitiendo la presentación de diferentes perspectivas y fomentando el debate.

3) Ajuste a la perspectiva del alumno: los contenidos de la educación política deben ser relevantes para la experiencia y comprensión de los alumnos, considerando sus intereses y conocimientos previos (pensamiento crítico).

Después de casi 20 años de populismo de izquierda (MAS) en Bolivia, deberíamos pensar en reflexionar sobre estos tres principios. De ese modo, podemos evitar que una tendencia antidemocrática como el masismo tome otra vez el gobierno por vías democráticas para destruir desde adentro la democracia, aunque sin aniquilarla totalmente. De ese modo, podemos prevenir que gobierne otra vez un político que se cree la reencarnación de Tupac Katari y otro que se declara el último Inca.

Los niños y los estudiantes de colegio y universidades de Bolivia deben acceder a una educación cívica y política para saber qué es la democracia, cómo funciona, cuáles son sus valores, por qué es importante el pluralismo y la diversidad. En casi dos décadas, el masismo usó la educación para adoctrinar. Las evidencias demuestran que el adoctrinamiento fractura el tejido social y deja al país en ruinas morales y materiales.

La AfD promueve “la comprensión del pueblo basada en la etnicidad y la ascendencia”. Por ello, la Verfassungsschutz alertó que contradice el orden democrático libre. El masismo pregonó la comprensión del pueblo basado en la etnicidad y la ascendencia. Aquel es de extrema derecha y éste, de extrema izquierda.

Andrés Gómez Vela es periodista y abogado.

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