Camiri, un pueblo herido y sin gestión pública.

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Hernán Cabrera
“Una tierra de nadie”, “un pueblo sin ley ni Dios”. Se suelen repetir cuando hay alguna situación caótica, ingobernable, de violencia y de falta de gestión pública. Precisamente en Camiri, la que fuera capital petrolera de Bolivia, y a la que el poder político y la prensa han centrado su accionar en los últimos meses, esos dichos populares se afincan  y toman relevancia.
La ciudad cordillerana, la que es bañada por el rio Parapety, cubierta por el majestuoso Sararenda, la que nos recuerda que la sangre guaraní fluye con más fuerza desde las entrañas de la tierra, y en la que viven collas, chapacos, cambas, extranjeros, desde mayo del presente año viene confrontando una grave y crítica situación de confrontación y de ingobernabilidad política y pública. Dos posiciones mantienen a los màs de 30.000 habitantes camireños en la zozobra, en el miedo y en el atraso contundente.
La posición de pedido de renuncia del Alcalde Municipal de Camiri, Franz  Valdez, bajo argumentos de falta de obras y de hechos de corrupción, por parte de determinados sectores sociales, además de un concejal del MAS, ha generado una serie de conflictos y enfrentamientos, que incluso el 12 de julio, la fundación de Camiri, no se lo celebró, mas al contrario, hemos visto peleas y sangre entre los funcionarios municipales y los que exigen el cambio del actual Alcalde.
Y la otra posición, que en su derecho ha asumido el alcalde Valdez, de no renunciar, porque sin duda, nadie puede obligar a nadie renunciar a una conquista, a un logro y a un cargo. Se planteó el revocatorio, el cual lo establece la Constitución Política del Estado y las leyes del régimen electoral.
Ambas posiciones radicales ha hecho que hoy en día, Camiri se encuentre sin un alcalde físico, que la gente lo vea acudiendo a su fuente laboral, inaugurar obras, reunirse con vecinos, solucionar problemas, porque sencillamente ese alcalde viene gobernando desde alguna ciudad o algún pueblo, como en la clandestinidad. Tampoco se los ve a los concejales ejerciendo su labor de fiscalizadores, legisladores, e incluso los policías no están ejerciendo su trabajo de dar seguridad a la población.
Los que piden la renuncia del Alcalde han tomado y paralizado las actividades de dos edificios municipales, lo que ha hecho que el Gobierno improvise algunas oficinas en el ex campamento de YPFB, y desde ahí, todos amontonados, apretados, vienen laburando, quizás solo por marcar tarjetas, pero no en una verdadera y eficiente gestión pública municipal.
Pero acá hay un protagonista central y que ha estado ausente, haciendo cálculos, midiendo consecuencias y evitando ser el foco de otro pedido: los concejales municipales. De acuerdo a la Ley Municipal, son ellos los llamados a ser los protagonistas para buscar la solución política al asunto. Pero ellos y ellas han contribuido aún más a esta caótica y vergonzosa situación en el Municipio camireño.  Carlos Gambarte, concejal del MAS, del mismo partido del Alcalde se desmarcó y es uno de los que ha denunciado los hechos de corrupción. Se entiende que el MAS está dividido y confrontado en esta ciudad.
Pero mas allá de ello, el Concejo Municipal, se ha convertido en parte del problema, y urge que los concejales cambien de actitud y reciban el aplauso del pueblo. A estas alturas cuando ya van 80 días del conflicto, con las consecuencias negativas para toda gestión pública, amerita aunar esfuerzos institucionales y colectivos para viabilizar el diálogo entre las partes confrontadas, porque no se puede mantener a todo un pueblo sin los servicios esenciales del Estado.
Otra cosa fundamental:  que las fuerzas políticas del oficialismo y de la oposición dejen de digitar o avivar desde la distancia el conflicto, y que en el marco de la autonomía municipal, el alcalde, concejales, sectores sociales, guaraníes y otros sean capaces y sinceros de dejar a un lado sus intereses particulares, para encontrar los caminos de las soluciones integrales y urgentes, pedido que emerge desde el profundo amor como camireño y ex Defensor del Pueblo, que durante mi gestión viabilizamos la gobernabilidad en varios municipios cruceños con las mismas características de las que existen en Camiri, lo que nos enseñó, que todo conflicto político tiene soluciones, dependiendo de la voluntad y del desprendimiento que puedan tener todos los actores del mismo.
* Hernán Cabrera es periodista y fue Defensor del Pueblo de Santa Cruz

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