Bolivia cumple 200 años, ¿y ahora qué?

103 views
2 mins read

Andrés Gómez Vela

Alemania se levantó después de dos derrotas en guerras mundiales. Japón renació tras dos bombas atómicas. Hoy ambos países son potencias económicas, científicas y tecnológicas. ¿Cómo lo hicieron? Primero no se quedaron a llorar mirando el pasado ni culpando al imperialismo. Se reconstruyeron sobre los cimientos de instituciones sólidas, educación de calidad, justicia efectiva y economías dinámicas.

En tanto, Bolivia —que hoy cumple 200 años— sigue postrada, adivinando al pasado con nostalgia y rabia, y atisbando el futuro con incertidumbre.

¿Por qué? ¿Qué tienen los alemanes o japoneses que no tengamos nosotros, los bolivianos? ¿Son más inteligentes? ¿Son mejores?

En dos siglos no hemos logrado construir un verdadero proyecto de país. Lo que hemos tenido, una y otra vez, son caudillos, ciclos de poder clientelar, polarización destructiva, dependencia de los recursos naturales y una política que premia la lealtad al líder antes que la competencia de ideas.

Hoy, en pleno siglo XXI, seguimos atrapados en la vieja pelea entre centralismo y regionalismo, entre masismo y antimasismo, entre oriente y occidente, entre «ellos» y «nosotros». Seguimos sin confiar los unos en los otros. Seguimos sin tener elementos de cohesión social necesarios para querer vivir juntos.

No todo está perdido. Aún podemos cambiar el rumbo. Propongo tres pilares fundamentales para construir una Bolivia digna, libre y próspera:

  1. Democracia sólida que limite el poder

La democracia no puede ser solo el acto de votar cada cinco años. Debe ser un sistema político que impida que un grupo se eternice en el poder y capture al Estado para enriquecerse. Sin alternancia, sin contrapesos, sin una justicia independiente, no hay desarrollo posible. Un país donde la ley se aplica según el color político jamás será una nación moderna.

Por ello, la democracia debe determinar la capacidad de los ciudadanos de controlar a los políticos e influir en su comportamiento (gobierno de la opinión pública). La vigilancia pública obligará a los políticos a ser verdaderos representantes de los ciudadanos y evitará que usen el poder para amasar sus propias fortunas y seguir sus objetivos personales en detrimento de los ciudadanos.

  1. Creadores de conocimiento

La riqueza de un país hoy no está bajo el suelo, sino en las cabezas. Necesitamos una revolución educativa: menos memorismo, más pensamiento crítico. Menos adoctrinamiento, más ciencia y creatividad. Si queremos salir del subdesarrollo, debemos formar bolivianos que inventen, descubran, analicen, diseñen y propongan. No basta con llenar aulas ni tener bonitas escuelas. El cemento no enseña. Hay que formar mentes libres y creativas.

  1. Creadores de riqueza

Los creadores de conocimientos se deben convertir en creadores de riqueza. En ese sentido, el Estado no tiene que asfixiar al emprendedor/creador ni dejar el poder absoluto al mercado. Se necesita un equilibrio: reglas claras, competencia leal, apoyo a la innovación, y políticas públicas que protejan a los más vulnerables.

Una economía donde haya igualdad de oportunidades, vía educación, para que las personas creen riqueza. Un Estado que evite redistribuir lo que no es suyo, pero que regule la concentración del poder económico en unos pocos. La desigualdad es un peligro para todos, incluso para los más ricos.

El sistema político determina bajo qué instituciones económicas se vivirá y las instituciones políticas determinan cómo funciona todo.

A estos pilares se suman otros desafíos urgentes:

  • Eliminar la corrupción con medidas palpables.
  • Invertir en infraestructura digital y física.
  • Diversificar nuestra producción.
  • Formular un proyecto nacional compartido para fortalecer la identidad Boliviana sin negar la diversidad.
  • Integrar al país con inteligencia al mundo.
  • Dejar de pensar que el caudillo de turno es la respuesta a nuestros males.

Bolivia no está condenada a la postración. Pero necesita voluntad colectiva para salir del pantano. El Bicentenario no debería ser solo una fiesta de discursos. Debería ser el inicio de un nuevo contrato social.

No podemos permitirnos otros 200 años de estancamiento. NO y NO.

Andrés Gómez Vela es periodista y abogado

Facebook Comments

Latest from Blog