Windsor Hernani – Alambrado perimetral argentino: ¡No nos dan bola¡

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La pasada semana la Municipalidad de Aguas Blancas de Argentina, adjudicó la obra de construcción del alambrado perimetral de 200 metros, que abarcará desde la terminal de colectivos hasta las oficinas de Migraciones y Aduana del puerto Chalanas, consecuentemente, la obra será realizada. Utilizando un término en latín que mejor describe la situación, diríamos ¡álea iacta est! la suerte está echada, lo que significa que el tema ha pasado un punto de no retorno, es irreversible e inevitable.

La diplomacia de los pueblos, inmediatamente tuvo conocimiento del tema, mediante comunicado público, expresó su preocupación. Consideró que los temas fronterizos debieran ser tratados por medio de los mecanismos de diálogo bilateral, para encontrar soluciones coordinadas  y que la medida unilateral podría afectar la buena vecindad y la convivencia pacífica entre ambos Estados. El embajador boliviano en Argentina, Ramiro Tapia, añadió que se envió una misiva requiriendo diálogo.

Es evidente que las autoridades diplomáticas argentinas hicieron caso omiso de la protesta pública boliviana. También es de suponer que la misiva del embajador Tapia, pidiendo dialogo, no merecerá ni un acuse de recibo y que el embajador continuará sentado en su silla.

Mas allá de los desplantes, en lo esencial, las preguntas son: ¿Qué sucedió?, ¿por qué la diplomacia argentina no nos toma en cuenta?

La respuesta es simple y podría ser resumida en el refrán popular de: “a palabras necias, oídos sordos”. Hicieron caso al consejo de la abuela de no prestar atención, no molestarse por afirmaciones inapropiadas e impertinentes que no buscan el bien común ni constituyen observaciones dignas de tenerse en cuenta.

Lo que sucede es que la Diplomacia de los pueblos no recuerda que el principio de buena vecindad, invocado en su comunicado, establece que los Estados deben actuar de manera respetuosa y cooperativa, especialmente con aquellos con los que comparten fronteras e intereses comunes, lo que implica:  1. Respetar la soberanía e integridad territorial de otros Estados, y 2. Abstenerse de realizar acciones que puedan perjudicar a otros Estados.

En ese marco, se debió tomar en cuenta que, el alambrado perimetral, es una obra emplazada en territorio argentino y consecuentemente en el marco de la soberanía territorial, Argentina tiene todo el derecho de realizar las obras que consideren pertinentes dentro de su territorio. Esto, para la diplomacia de los pueblos, ya debiera ser una lección ya aprendida, dolorosamente aprendida diría yo, ya que en el marco del juicio del Silala, el equipo jurídico boliviano, no tuvo la mejor idea que contra demandar a Chile, pidiendo a la Corte Internacional de Justicia que declare que las obras de infraestructuras realizadas en territorio boliviano para reencausar el Silala son de soberanía boliviana.

Chile no espero el fallo, inmediatamente respondió y dijo que Bolivia tiene todo el derecho sobre las obras, ellas son de propiedad absoluta de Bolivia, lo que no puede hacer es afectar el derecho que tiene Chile sobre el agua, que es un recurso compartido. La Corte, como no había objeto de controversia, dijo que no hay nada que decidir. Entre líneas, mandó un mensaje al equipo jurídico boliviano: muchachos es una obviedad lo que pidieron, los alcances de la soberanía en el ámbito internacional están en el ABC del Derecho Internacional Público, por favor no pregunten a la Corte cuanto es 1+1.

En lo que refiere a abstenerse de realizar acciones que puedan perjudicar a otros Estados, no existe perjuicio para los bolivianos de bien que realizan un tránsito o actividad legal.  Para los contrabandistas o narcotraficantes, obviamente, si tendrá un efecto, pero no se puede salir en defensa de ellos; ¿o sí? Además, es necesario caer en cuenta que el contrabando es el resultado de un modelo económico fracasado que ha distorsionado totalmente los precios. Y sobre el narcotráfico, tener presente, que hemos dejado de ser un país de tránsito para convertirnos en un país productor. Consecuentemente, corresponde que resolvamos nuestros problemas. Mucho ayuda el que no perjudica.

Sobre el diálogo, ¡es cierto!: Bolivia y Argentina necesitan conversar. Para utilizar una actividad que los argentinos realizan constantemente y que es inherente a conversar, diríamos: ¡hay que tomarse un café! En ese marco, pregunto a nuestro embajador en Argentina, Ramiro Tapia, lo siguiente: luego de las acusaciones que usted formuló a Patricia Bullrich sobre contrabando de armas, ¿tomó usted con ella algún café para conversar diplomáticamente sobre el tema? ¿Cuántos cafés ha invitado usted a autoridades argentinas del nuevo gobierno de Milei para facilitar el diálogo? ¿Cuál es el destino de los gastos de representación que usted recibe? ¿Se utilizan en actividades propias de la representación o pasan a formar parte de su patrimonio? ¿Realizó usted alguna cena en el departamento, propiedad del Estado boliviano, ubicado en el barrio de La Recoleta y que usted ocupa, para recibir a alguna autoridad del gobierno de Milei?

Creo que son demasiadas preguntas, no quiero entorpecer las amplias tareas que cumple el Embajador Tapia y por ello resumiré y preguntaré: ¿usted dialoga con las autoridades argentinas?, y sí hay dialogo, ¿por qué no nos dan bola?

Windsor Hernani Limarino es diplomático de carrera.

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