Por: Alfredo J. Zaconeta Torrico
La periodista de investigación, especializada en temáticas medio ambientales y económicos Jimena Mercado, en entrevista con RimayPampa, nos contó su motivación que la llevó a reunir sus crónicas periodísticas en el libro: Tras el Dorado, que relatan la explotación del oro en la Amazonía boliviana.
El libro auspiciado por el Centro de Documentación e Información de Bolivia (CEDIB), presentado días atrás en la Feria Internacional del Libro, ofrece cinco historias que navegan en torno a la explotación del oro sobre los ríos amazónicos: Chaquety, Kaka, Beni, Beni Bajo y Madre de Dios en Bolivia y los territorios indígenas Leco, Mosetén y Tacana.
A través de su experticia, la periodista Mercado relata la compleja situación que vive la Amazonía a consecuencia de la intensiva explotación de oro por operadores nacionales y extranjeros, burlando la normativa y en algunos casos, con complicidad del Estado.
RimayPampa: Jimena, ¿por qué el interés de hacer seguimiento a la problemática del oro, de donde nace esta inquietud?
Jimena Mercado: La inquietud nace desde la primera vez que ingrese a Arcopongo, con una comitiva pequeña, que estaba integrada por un senador de la oposición.
Comunarios que exigían derechos preferentes sobre 50 cuadriculas que están en este cantón en la provincia Inquisivi (La Paz), donde hay que llegar pasando por los Yungas, por la zona cocalera de Asunta y viajar caminos muy accidentados. Es ahí donde evidencio que no hay presencia del Estado y cooperativistas sin ninguna autorización se hicieron a la fuerza de 50 cuadriculas y empezaron a destruir todo.
El rio Chaquety desviado, gran cantidad de maquinaria pesada operando de manera intensiva, grupos armados irregulares cuidando el área para que no puedan ingresar ni particulares, ni privados; es ahí que despierta en mi la necesidad de saber: ¿qué estaba ocurriendo con el oro?, ¿por qué si esta zona –que no esta tan alejada– esta tan descontrolada? Incluso, pude hacer seguimiento a esta información y una semana después que yo ingrese, no solo hubo enfrentamientos armados con muertes y heridos de bala, sino que también, hubo una comitiva de la gobernación de La Paz, que intento ingresar a esa área y no les dejaron ingresar, ya que había órdenes superiores de no dejarlos entrar y más aún si se trataba de la gobernación. Es decir, que una institución del Estado con todas las atribuciones para poder verificar la explotación aurífera en el departamento, no pudo hacer su trabajo. Es así, a partir de esa experiencia, es que veo la necesidad de mirar hacia la Amazonia.
Todos tenemos un imaginario sobre la Amazonia, tras este tu primer ingreso a los ríos amazónicos ¿conservaste esta imprecisión, era el escenario el que encontraste cuando ingresante a estas zonas?
¡No, para nada! Fue en junio del 2018 que ingreso en compañía de un guía, primero a Teoponte –por camino de tierra–, después de Teoponte a Guanay en moto con varias paradas para sacar fotografías. Realmente me impresiono, ver al ingreso de Teoponte (sobre el Rio KaKa), un enorme planchón con maquinarias pesadas, no solamente desmontando, si no ya extrayendo oro del rio y más adentro las dragas chinas, una imagen que jamás se me va a borrar, en algunos casos de dos a tres pisos, en otros lugares fierros de dragas que estaban en desuso, parecía un cementerio de fierros ensarrados, otras operando, haciendo un ruido horrible, dejando piedras en las orillas, donde antes se podía producir maní, cítrico, plátanos, en realidad un área muy fértil que estaba siendo convertida en promontorios de piedras enormes.
La idea que yo tenía de la Amazonia, una selva frondosa, virgen, ríos cristalinos etc., se quebró, y ahí me di cuenta que nuestra amazonia estaba herida de muerte, por la presencia de las dragas, y que nunca más volvería hacer la misma.
Tu libro, no nos ofrece conclusiones, sin embargo, en lo particular, me queda una: “qué la ausencia del estado se traduce o deja como consecuencia en una mayor presencia del capital extranjero”
Como son crónicas, no tienen formatos de documentos académicos que te ofrecen, en la mayoría de los casos al final del libro una serie de conclusiones. En este caso, en cada crónica de cada caso hay varias conclusiones y hallazgos, que están entre líneas en la narrativa misma.
Una de esas claramente es, la ausencia del Estado, que esta generando no solamente el descontrol de la explotación del oro por actores nacionales –en este caso por cooperativistas– pero también existe la penetración de extranjeros a través de estas enormes maquinarias en sociedades ilegales.
Esos han sido los hallazgos más potentes de este trabajo, porque la AJAM niega haber autorizado, a chinos y colombianos, a explotar en los ríos amazónicos, pero están ahí; y que se asociaron con los cooperativistas mineros locales, que son titulares de las áreas mineras, que las han cedido a estos extranjeros que vinieron con esta tecnología, que los han sorprendió a los cooperativistas –porque ya no los vez trabajando en sus áreas mineras–, es más, cuando vienen a marchar a la ciudad, vienen con sus guardatojos brillando de nuevos, porque ya no trabajan. No voy a generalizar, hay algunos casos que en sus vetas están esperando, pero en el caso concreto que yo he visto, son las enormes dragas, la enorme presencia extranjera la que ha remplazado las formas tradicionales de explotación aurífera.
Otro de los hallazgos exhibe como cooperativistas burlan las leyes, para asociarse con capitales privados – sean nacionales o extranjeros – hecho que también involucra a empresarios privados, que ven la manera de burlar esta situación. Aunque los empresarios si se pueden asociar con capitales privados, extranjeros, nacionales –como en el caso de Cachuela Esperanza–, los procedimientos son cuestionables, logrando que la Asamblea Legislativa, además basada en la autorización de la Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera (AJAM), autorice a una empresa nacional (igual en sociedad con capitales chinos) explotar por 30 años en el Rio Beni bajo. Entonces esa ha sido otra forma de solapar esta penetración china en los Ríos Amazónicos, porque no había una consulta previa libre e informada debidamente realizada. La empresa logra la licencia ambiental de la gobernación del Beni, pero al momento de consultar, se acerca a una comunidad de interculturales del departamento de Pando, es decir, que hay una serie de cuestionamientos en la forma de cómo se logra esta autorización, donde la empresa Rio Dorado dice que no es sociedad, sino, que es contratación de servicios tecnológicos de los chinos, pero cuando se saca esta investigación, hubo un gran operativo –como el mega operativo en el norte de La Paz–, con aprensiones de por medio, e incluso con confiscación de dragas; en este caso, ¿por qué desde el gobierno y la Aduna, se decía que no había autorización alguna para ingresar esta maquinaria?
En los dos casos hubo una omisión desde el Estado, eran operaciones ilegales y a pesar de eso, pasaron pocos días, y se volvieron a activar estas operaciones. Hoy en día, siguen y van aumentado, así hay una serie de hallazgos, pero que las vas a encontrar entre líneas.
Hay algo que detallas en tu libro, cuando hablas de Arcopongo y el riego de muerte en un enfrentamiento, ¿qué pensaste cuando te enteraste des este conflicto armado, tras esa llamada anónima que recibiste?
¡Hay no!, sentí un frio que me recorrió todo el cuerpo. Mira, recibí una llamada cerca del medio día de una señora que no la conocía y me dice “¿usted es la periodista Jimena Mercado?” y yo le dije “sí, ¿con quién tengo el gusto?” y no me dice su nombre, pero me pregunta directamente “¿usted va ingresar con la comitiva esta tarde con los comunarios a Arcopongo?”, a lo que le respondo, “No, ¿de qué me está hablando?, yo estoy en La Paz, dígame ¿por qué quiere saber eso?”, y de pronto me cuelga. Ya en la tarde, de primera mano, me entero por uno de los comunarios, con el que ingresamos días antes a la zona, me llama y me dice: “Hermana te tengo que comunicar que ha fallecido un comunario. Nos han recibido a balas en Arcopongo los ilegales”, ahí se me vino a la mente la llamada anterior y lo asocié y me dije “tal vez era blanco de ellos también”, porque ya me habían identificado. Ese momento fue fuerte, pero más denso todavía fue el momento cuando pudimos vernos cara a cara con los ilegales y con estos grupos irregulares, estaban contralando con una tranca improvisada en el camino a Arcopongo, donde no te dejaban pasar y decían: “Hay llamar a los jefes de grupo haber, vamos a ver que dicen”, posteriormente, “los jefes de grupos no están de acuerdo, hay que preguntarle al jefe de La Paz” y me preguntaba “¿y quienes es el jefe de La Paz?, ¿quién es?, ¿el ministro Navarro?, ¿el director de la AJAM Erick Ariñez?, entonces se te pasa varios nombres por la cabeza ¿Quién es el jefe de La Paz?, el que tiene que autorizar el paso por ahí. Entre otras cosas, llama la atención, que después el mismo ministro Navarro, dice que los ilegales de Arcopongo si dejan regalías al departamento de La Paz.
Ahora que miraste todo esto, ¿cuál es mayor riesgo que identificas a corto y mediano plazo, si se continua esta vía de explotación en estas zonas?
El enfoque, la mirada que yo le he dado ha sido una de las tantas que puede darse. He tratado de abordar la explotación aurífera en la Amazonia, pero con un enfoque de derechos humanos y pueblos indígenas, ahí donde están presentes ellos, la denuncia de que nunca fueron consultados, es una parte de las miradas que están en torno a la explotación del oro. Uno de los casos, ya nos muestra claramente, que los Tacanas se están convirtiendo en mineros a fin de frenar en su territorio el avance chino. Ese es uno de los graves riesgos, es decir, que los indígenas dejen sus propios modelos de producción, su propia identidad, su esencia por este tipo de actividad. Ellos reclaman, explotarlo de forma racional, pensando es sus futuras generaciones y no permitir que sean extranjeros los que vayan a destruir su territorio, esa es una mirada.
Las otras –con la exacerbación que se está dando con la fiebre del oro– se están danto también otras actividades ilegales, como la presencia de grupos armados que tiene que proteger estas actividades ilegales, ya hay zonas rojas, lo admitió el ministro de Defensa de entonces Javier Zabaleta, tras un operativo conjunto entre la AJAM y la armada, donde los recibieron a dinamitazos y no pudieron ingresar más al sector, estamos hablando de la zona de Mayaya, es decir, hay zonas controladas por grupos armados irregulares. Hay un informe de UNICEF que alerta, a propósito de la explotación ilegal del oro y la penetración de estos extranjeros en esta actividad; también se ha dinamizado la explotación sexual de menores, que, entre otras cosas, se da en medio de estas actividades de trata y tráfico de menores.
Como tú puedes ver, ya son varias actividades ilegales y hasta criminales que se están moviendo en torno a la explotación del oro y si no frenamos hoy todo esto, realmente, corremos el riesgo que la amazonia quede en manos ilegales y criminales, y que no podamos utilizar esa región.
Ese es el riesgo, obviamente con otros, como, no quedarnos con este recurso estratégico no renovable como es el oro; el oro podría estar sirviendo para las reservas internacionales, pero se están quedando en pocos bolsillos y con unos costos altísimos socio ambientales en seguridad, etc.
¿Este trabajo queda ahí, hay nuevos retos?
Quisiera seguir con las investigaciones, que haya más ciclos después de este, sin embargo, hay una realidad por la que atraviesa el periodismo nacional, no tenemos los medios, ni recursos para hacer investigación. En muchos casos las investigaciones que fueron publicadas en la Agencia de Noticias Fides (ANF), entre el 2018 y 2019 y después el 2021 en la Agencia de Noticias Ambientales (ANA), es su mayoría fueron con recursos y fondos concursables para el periodismo de investigación, es decir, que si no se optaba por estos recursos, no tenías como costearte el trabajo.
Es así la realidad. Es importante que se apueste más a la investigación; sería interesante que hubiese recursos, no solo nacionales, si no internacionales, entonces estamos en esa, apostando, a la investigación a través de estos fondos concursables para garantizar la continuidad de este trabajo.