“Universitarios”, funcionarios de la alcaldía y amigos del Comité Cívico convirtieron la afable ciudad de Sucre en “capital del racismo”. Sí, son pocos, muy pocos. No representan a los casi 300 mil capitalinos que viven en la ciudad y que lucen con orgullo su condición de capital histórica y constitucional de Bolivia. Pero esos miles han guardado su voz y han optado por la “mentira prudente”. Es decir, prefieren callar antes que manifestar su opinión antiracista por miedo a ser agredidos o ser considerados como personas afines al MAS.
Esos pocos, sin embargo, actúan como si fueran millones gracias a la impunidad y al (en)cubrimiento de algunos medios. Esos pocos también conocen poco acerca de la historia del país. Se creen descendientes directos de Pizarro, vaya gloria. Si se enteraran del origen del nacido en Trujillo, Extremadura, España, se avergonzarían.
Qué poco saben los pocos y creen que Sucre era denominada Ciudad Blanca porque en su seno sólo vivían personas de raza blanca y no porque sus casas eran pintadas de blanco como los pueblos blancos del Sur de España.
Qué poco saben los pocos a tal punto de desconocer que antes de que llegaran sus ascendientes arios ya vivían en tierras chuquisaqueñas los dignos charcas, a quienes, como dice Galeano, les usurparon sus tierras en nombre de un rey y de Dios y les impusieron el pago de un tributo sobre su misma propiedad. ¡Qué paradoja!
Es cierto que la demanda de capitalidad es apoyada, al menos en su esencia, por miles de ciudadanos chuquisaqueños, a tal punto que comenzó a despertar simpatías en ciudadanos de otras partes del país. Pero, después de los últimos episodios racistas, se cayó el velo de nuestros ojos y comenzamos a divisar que la demanda histórica es manipulada por un grupo que por sus hechos y dichos no dejarán entrar a la Capital Plena a las “llamas”, a los indios, a las cholas, a los negros, a los mestizos.
¿Qué clase de Capital será si discriminan rabiosamente a seres humanos por su condición y por sus facciones? ¿Será capital de la Unión Juvenil Cruceñista? ¿Capital de los descendientes de Pizarro? ¿Capital del Rey de España? ¿Capital de sangre azul? ¿Capital del capitalismo discriminador? ¿Capital del chocolate producido con sudor de indígenas amazónicos? ¿Capital de los doctorcitos como Olañeta? ¿Capital del odio al hermano? ¿Capital del desprecio a la condición humana?
Si la capital caería en manos de esos grupos racistas sería un grave retroceso de la historia. Por culpa de esos grupos, Sucre no merece la capitalidad plena. No la merece porque el país necesita una capital que acoja a las 36 nacionalidades que viven en Bolivia. Queremos una capital de la unidad, de la diversidad, de la inclusión. No queremos una capital del racismo.
Sucre, Capital del Racismo
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