¿Qué viene tras el MAS?

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Platón reconoció que se apasionó cuando conoció a Parménides (el ser es, el no ser no es) y siguió a Sócrates para afinar su pensamiento. Aristóteles siguió a los dos y a éste lo leyó Santo Tomás, Marx a Hegel, y así sucesivamente se creó y recreo o produjo y reprodujo el conocimiento.
La misma secuencia se desarrolló en el ámbito de la política. La rosca minero feudal incubó dialécticamente al MNR, que aglutinó la energía histórica de ese momento contagiado por el espíritu de la Revolución Mexicana de 1910, y aprobó medidas excepcionales como el voto universal, la nacionalización de las minas y la reforma agraria.
La historia y la ciencia política no podrían explicar la emergencia de los pueblos indígenas, del MAS y el origen del proceso de cambio sin pasar por la Revolución del 52, pero las dictaduras militares tampoco podrían comprenderse al margen de los errores de los líderes del MNR.
Causa, efecto, causa y consecuencia, así va la vida. La dictadura despertó la necesidad de democracia y ella trajo consigo a la Unidad Democrática Popular (UDP) y los errores de ésta abrieron el camino para que vuelva el MNR de Víctor Paz Estenssoro, pero esta vez en su versión neoliberal.
Y como un hecho se encadena con otro y un derecho con otro, el neoliberalismo inauguró el principio del fin del estado colonial y excluyente que había intentado sostener con medidas como la “relocalización” y la “capitalización” para preservar intereses apátridas. De ese modo, mostró la ruta del poder a los líderes y pueblos indígenas con una ley esencial: la participación popular. Algo más, comenzó a descentralizar la administración del Estado que, después, terminó con la demanda de autonomía de los pueblos indígenas de las tierras bajas, cristalizada en la nueva Constitución Política del Estado.
Entonces, por primera vez, eligieron en los municipios a sus alcaldes y concejos a través del voto popular y como, en muchos pueblos, la mayoría de electores era y es indígena, llegaron a la silla edil los primeros aymaras, quechuas, mojeños; probaron la miel del poder, tomaron la administración de la cosa pública y avizoraron la proximidad de la silla presidencial.
Sin la Participación Popular, que redistribuyó el poder, los recursos del Estado y también la corrupción, el camino de los indígena originario campesino hacia a Palacio hubiera sido más agreste y tal vez hubieran llegado más tarde que temprano.
Con el fin de perennizar la partidocracia, la intelectualidad neoliberal comenzó a articular los términos pluri-multi y a sembrar el germen de lo que hoy se llama Estado Plurinacional.
Bajo esos conceptos y las reglas de la democracia neoliberal, la intelectualidad de izquierda propuso saltar de la democracia representativa a la participativa y de ésta a la comunitaria.
Indiscutible, el llamado proceso de cambio nació del vientre de la democracia neoliberal y fue acunado por sus valores y reglas, con los que sus conductores aceptaron jugar como aconsejó Marx, cuando dijo que había que aprovechar la democracia burguesa para armar la revolución proletaria.
El neoliberalismo creó el bonosol y el MAS lo multiplicó en Renta Dignidad, Juana Azurduy de Padilla, Juancito Pinto, aunque dice que su fuente de financiamiento es distinta, pero es bono al fin así tenga otro nombre y otra fuente; el MNR y Marcelo Quiroga Santa Cruz nacionalizaron los recursos naturales, el MAS los remedó, pero sin tocar a las transnacionales, de quienes hoy somos más dependientes. Y por si fuera poco, los masistas reproducen el sistema económico neoliberal de los emenerristas. ¿Dónde está la originalidad del originario?
Al paso que vamos y considerando la secuencia de los hechos, ¿qué viene después del proceso de cambio? ¿Qué consecuencias pueden generar los errores del MAS? ¿Están abriendo los brazos del país a la vieja derecha? ¿O vendrá una cualificación del proceso con o sin el MAS? Sólo encadene causa, efecto, causa, efecto y tendrá las respuestas.

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