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Producir en Bolivia es una lucha de titanes

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Cinco golpes a la Industria Nacional encienden alarmas
La pandemia fue el tiro de gracia que además tiene una “cepa” muy peculiar que está asfixiando a la industria nacional: el contrabando… Y la “vacuna” podría ser la innovación.

Por Lorena Fernández y Oscar Pérez

Arturo trae entre manos un libro de forro lila y letras naranjas: “Retírate Joven y Rico”, la obra de Robert T. Kiyosaki de su famosa saga “Padre Rico y Padre Pobre”; el libro que, según él, lo va sacar de su apretada economía. Lo vimos leyendo casi mecánicamente cuando llegamos. Tras los protocolos del saludo, nos invita a sentarnos en una de las seis mesas vacías del lugar. Poca gente y mucho tiempo para hablar.

Libro inspirador de Arturo, el emprendedor entrevistado.

Antes de conocer su historia, confiesa la procedencia específica de su manual de supervivencia en estos últimos años: “lo compré en la Feria del Libro y con mi primer y último doble aguinaldo del 2013”. Se muestra estusiasta aunque no puede ocultar la realidad de sus cifras bajas como novato en el rubro de la empresa unipersonal que está “como el carbón inicial de la parrilla a la interperie: no termina de encender”.

Como a él, una ola de muchos factores atacan al empuje productivo nacional. La pandemia, el contrabando, la informalidad, los conflictos del 2019 y la falta de incentivos fiscales provocan una sentida merma. De todos estos, el contrabando es el que se ha desbordado. Según Ibo Blazicevic, Presidente de la Cámara Nacional de Industrias, “el movimiento económico del contrabando en Bolivia subió de 1.000 millones de dólares en la primera medición del 1999 a 2.300 millones para el anteaño pasado. Una cifra que ahora bordea los 3.000

millones de dólares según la última medición del 2020. Eso es casi el 7% del PIB nacional”. A eso hay que sumarle, como dice Sergio Siles, Director de la Cámara Departamental de la Paz, “el contrabando hormiga, que estaría alrededor de 500 millones de dólares anuales”.

Flancos de ataque de la industria

Pero ya que estamos hablando del Producto Interno bruto, para el Presidente de la Cámara Departamental de Industrias de La Paz, Pablo Camacho, por esta actividad ilegal “el Estado deja de percibir cerca a 600 millones de dólares lo que representa entre 1.5 al 2% del PIB”.

Según la Ley General de Aduanas: N°1990 de 28 de agosto de 1999, “se define al Contrabando como la actividad ilícita que consiste en extraer del (o introducir al) territorio aduanero nacional clandestinamente mercaderías, sin la documentación legal, en cualquier medio de transporte, sustrayéndola así del control de la Aduana, es decir es una actividad ilegal y quien la práctica está cometiendo un delito”.

Ibo Blazicevic, presidente de la Cámara Nacional de Industrias.

Con esta Ley en mano, Blazicevic sugiere que primero se tendría que reducir la sanción penal al contrabando por tributo omitido de 200 mil UFVs. Pues por ahora, eso significa que tiene que haber una captura de un valor de 5 millones de bolivianos de mercadería para que sea procesado. Esto equivale a seis o siete trailers juntos que correspondan a un solo contrabandista; cosa que es muy improbable dada la característica habitual del contrabando hormiga que perfora los 7.000 kilómetros de frontera con Argentina, Chile, Brasil, Perú y Paraguay”. Por estar así planteada la norma restrictiva, se tiene un nivel de efectividad por debajo de lo previsto; y por ello el contrabando afecta directamente alrededor de 600 mil empleos y más de 36.000 industrias.

Arturo afirma que es uno de esos 600 mil empleados afectados por el golpe contrabandista. Su anterior empresa, de la que solo guarda buenos recuerdos, no pudo sostenerlo más, y al cerrar le impulsaron indirectamente a volar solo, sin tener una experiencia previa, hacia el mundo del emprendeurismo. Sus décadas en el rubro textil lo envalentonaron para abrir un pequeño taller de confección de chamarras y crear una empresa unipersonal. Su primer calvario se llamó impuestos: 1.025 horas anuales destinadas a cumplir con sus obligaciones tributarias en 42 procedimientos, cuando el promedio mundial muestra que los ciudadanos de otros países dedican 264 horas en solo 26 pasos para legalizar su situación impositiva.

En este punto, para el representante nacional de los industriales, “el aumento de la carga impositiva de un 10% a un 40%, también puede haber generado el aumento del contrabando”. Y no solo eso, las devaluaciones monetarias en los países vecinos empujaron a la actividad del contrabando convirtiéndose en una salida más atractiva, rentable y competitiva para los ilegales e informales. “La industria trabaja para pagar impuestos, y la economía Boliviana es la más informal del mundo” remata Blazicevic refiriéndose a otro aspecto nada menor respaldado por el reciente informe de la OIT que ubica a Bolivia en el primer lugar de la región con el 84.9 por ciento de informalidad.

Con este panorama no muy alentador, nuestro emprendedor entrevistado, Arturo, hizo el esfuerzo y también tramitó su licencia comercial en Fundempresa que, como dice Carlos Murillo, vocero oficial de la entidad, “es una Fundación sin fines de lucro que apoya al desarrollo empresarial brindando un servicio eficiente a los empresarios “. Y él se sentía empresario e importante y con muchas ganas de trabajar y vender todo lo posible. Tomando en cuenta que en Bolivia diez empresas logran el 33% de todas las ventas de Bolivia, cien empresas venden el 58%, quinientas empresas copan el 75% de las ventas, cuatrocientas mil empresas venden el 25% restante, está claro que Arturo, incluido en este último grupo, tenía más entusiasmo que números fríos y positivos.

Sin embargo, estaba dispuesto a luchar por su emprendimiento, pero la primera señal desalentadora es que su rubro estaba entre los más atacados por el contrabando. Según información del Instituto Nacional de Estadística (INE), el país perdió negocios por cerca de 352 millones de dólares por concepto del contrabando textil a causa de las prendas de segunda mano durante 2020. Junto a los textiles, que era su especialidad, alimentos, bebidas, plásticos, muebles e inclusive fármacos entran por las fronteras como Bermejo, Yacuiba, Villazón con la Argentina; Puerto Quijarro con el Brasil, Kasani y Desaguadero con el Perú y Pisiga y Tambo Quemado por Chile. Un “contrabando hormiga” que le hace un notorio daño a las grandes empresas bolivianas y lo hiere de muerte a los pequeños emprendimientos como el suyo.

En este grupo, destaca también el contrabando de medicamentos que representa entre el 18% al 21% del total de las ventas de la industria farmacéutica en el mercado interno; un volumen que en términos del PIB, representa el 0,2%. Motivo que conlleva a la afectación de aproximadamente 1.100 fuentes de trabajo cada año y una evasión impositiva que bordea los 15 millones de dólares. Mientras que, en el caso de medicamentos genéricos, en solo tres meses del 2021, esta práctica ilícita creció un 300% en comparación con el mismo periodo de 2020 según un Informe de la Cainco. En resumen, considerando solamente ocho categorías de alimentos y bebidas, el movimiento económico del contrabando supera los 400 millones de dólares en una gestión, equivalente a 1% del PIB.

Jaime Dunn, asesor experto en economía.

Pero el daño no es solamente económico, el consumo de medicamentos y especialmente formulas lácteas de contrabando puede provocar infecciones, daños renales, alergias, alteraciones al sistema nervioso, dolores abdominales, mareos, problemas estomacales e, incluso, pueden derivar en la muerte, y más aún en niños que consumen tales productos y que no tienen un sistema inmunológico capaz de combatir diferentes agresiones. La Organización Mundial de la Salud apuntó por lo menos 250 enfermedades por mala manipulación de los alimentos que ingresan al país sin ningún tipo de cuidado o manipulación correcta.

A este abanico de cifras negativas para Bolivia, se suman dos tipos de contrabando más: harina de trigo y carne. Por el primero el país pierde 61 millones de dólares anuales y por el segundo 35 millones. Así mismo, otros productos de la canasta familiar corren la misma suerte. Por ejemplo, la producción de papa ha sufrido tal impacto que los productores bolivianos tienen que bajar a la mitad sus ganancias para poder competir con el producto ingresado de manera ilegal. Y como dice Jaime Dunn, Experto Asesor en Economía, “cuando el INE, por ejemplo, viene y pregunta el precio de la papa, establece los precios referenciales sin preguntar si esa papa es legal, nacional o producto del contrabando. Y por ello, se inferiere que quizá el gobierno no lucha frontalementente al contrabando por que en el fondo tal vez no le conviene erradicarlo”.

UN PROBLEMA Y MUCHAS HERIDAS

La devaluación de las monedas en los países vecinos generaron mayor nivel de contrabando porque el tipo de cambio vuelve más competitivos a los productos extranjeros que son internados de manera ilegal y no le queda mucho chance a la producción nacional, pues le resulta imposible competir con el precio tan bajo. Y quizás por ello, como lo sostiene Ibo Blazicevic, “Bolivia tiene una tasa de crecimiento muy baja en su industria. Se ha duplicado los desempleados y se ha incrementado la informalidad”. Y si eso le sumamos el costo de mano de obra que es altísimo y la productividad más baja de la región, todo es un terreno propicio para que el contrabando se fortalezca aún a costa de dañar la economía en general, y la productividad industrial en particular.

“El contrabando compite de manera desleal a la industria nacional” complementa Dunn, y todo esto hace del contrabando algo peor que el narcotráfico porque “crea corrupción y hay más consumidores de productos de contrabando que consumidores de productos del narcotráfico”. Sin embargo, hay que ser realistas y ver en esta actividad ilícita algunas razones por las cuales no se puede eliminar, ya que tiene dos caras y dependiendo de cómo se lo ve, “esta actividad es incentivada por mucha gente ya que hallan en ella una fuente de ingresos, ilegales pero reales para personas que no tienen chance de calificar a un empleo formal. Sin ser un justificativo, es algo que también se debe tomar en cuenta”.

Este paisaje complejo y abrumador lo vive Arturo en carne propia, y por eso no le sorprende las cifras: fue cesado en su empleo y en su afán de emprender de manera independiente tuvo que superar el vía crucis de ser legal, especialmente con el tramite impositivo, y a la hora de jugar en cancha, su pequeña manufactura estuvo “lejos de competirle a las chamarras que le competían de manera directa: sin pagar impuestos, si pagar salarios, sin pagar aranceles, y comprados con ventaja respecto al valor de la moneda de otro país, y por si fuera poco, internados al país mediante el contrabando”. Con esa ráfaga de ayudas desleales hacia el contrabandista, es casi imposible vender a un mejor precio siendo una titánica labor el sostenerse con márgenes positivos de producción.

Por más préstamo o inyección de capital que se logre, la competencia es muy desigual y tarde o temprano se sucumbirá ante el contrabando. Y por eso nos reunimos, porque su libro habla de invertir para ganar, y nosotros le dijimos que podía haber una salida en la innovación.

Con la presión de que quizá está esperando más de lo que podamos darle, compartimos con él algunas de las apreciaciones más importantes que nos hizo al respeto, Guillermo Roca, experto en innovación: “de todas las posibilidades que hoy se tiene en la producción y la competitividad la innovación es vital y no depende del tamaño de una empresa sino del rubro en el que se está desarrollando el trabajo”. Por su lado, Jorge Velasco, Director del HUB de Innovación de la UMSA, sentencia: “quien no innova está predestinado al fracaso”. Con estas dos referencias de primer impacto, Arturo se muestra inquieto y desmoralizado pero aún ávido de más información. Innovar también significa invertir: en tecnología, maquinaria, equipo, capital humano, destreza financiera, marketing, ventas y fidelización del cliente. Muchas cosas para las cuales tendrá que considerarse el dinero. Y ahí es donde aparece el obstáculo más fuerte. No todos están en condiciones de invertir más dinero porque no están del todo convencidos o porque sencillamente no pueden ser financiados por alguna entidad. Y por si fuera poco, el experto en innovación y Sergio Siles, director de CANDIPAZ, coinciden en que “para ganarle al contrabando hace falta una acción conjunta de parte del emprendedor y también de parte de las instituciones privadas y estatales que deben coadyuvar fuerzas para formar un bloque sólido de apoyo”. A ello se suma la sentencia de Dunn, el asesor experto en economía, quien dice que “toda innovación, por más creativa y grande que sea, quizá no llegue a cubrir diferencias de competitividad en precio por culpa de aranceles e impuestos que al ser liberados en los ilegales, aliviana sus precios y los vuelve en súper competitivos. Es como en una carrera de bicicletas, los contrabandistas ganan porque están corriendo encima de una moto”

Sin embargo, los expertos coinciden en que la innovación no necesariamente es un gasto monetario. Y que toda la cadena de producción podría tener ajustes innovadores: desde la concepción renovada del producto, pasando por la producción en sí, y terminando en una venta y fidelización de clientes se puede usar la innovación sin invertir dinero necesariamente como las ventas on line, o pagos por QR que minimizarían costos y vuelven a los productos más competitivos, en precio fundamentalmente.

Velasco también habla de que la innovación debe estar al otro frente, en las entidades que luchan contra el contrabando usando la tecnología para mermar la incursión ilegal y así contribuir a un escenario más parejo y justo en favor de la industria nacional. Esto, como coinciden Dunn y Blazicevic: “necesariamente debe contar con la participación directa del Estado: ajuste en los aranceles, revisión de las políticas aduaneras de importación y exportación, endurecimiento de la normativa que ataque frontalmente al contrabando, ajustes en los rubros impositivos y replanteos en las normas financieras que permitan a la iniciativa privada el darle mejores condiciones de inyección de capital al pequeño, mediano y gran empresario”. Todos coinciden que sin esa acción conjunta, todo será insuficiente para ganarle al contrabando. Sin llegar al proteccionismo estatal, se pueden generar políticas de ayuda real desde todos los flancos para que le sea más viable a un empresario, pequeño o grande, optar por el camino de la productividad legal.

Frontera permeable del contrabando.

En Bolivia, en lo que va del último año, la industria perdió el 80% de sus utilidades. Esto es un golpe directo a la economía nacional si consideramos por ejemplo que comprar un producto Hecho en Bolivia, se traduce en dar empleo al 10% de la población trabajadora formal del país y contribuir con el 16% a las recaudaciones tributarias. Estas cifras pueden desencadenar en peor situación porque según coinciden los entrevistados “no somos efectivos en la lucha contra el contrabando. Hay una falta de articulación entre empresas y universidad y gobiernos. Porque las universidades deben ser más protagonistas del avance en la industria. La experiencia empresarial, la ciencia universitaria y una buena normativa estatal pueden cambiar el panorama y hacerle frente al contrabando”. Es una pelea de todos en la que- como dice Blazicevic-: “la municipalización de la lucha sería de gran ayuda para fiscalizar la Uyustus en La Paz, la Cancha en Cochabamba y la Ramada en Santa Cruz por citar sólo algunos ejemplos emblemáticos”

INNOVAR O MORIR

Las compañías de todo el mundo están tratando de innovar. Algunas les dan más tiempo libre a sus empleados para que exploren nuevas ideas. El problema con este enfoque es que tiende a generar miles de pequeñas iniciativas que no llevan a nada.

Innovar o morir ante la adversidad.

Innovar significa simplemente crear nuevo valor para el cliente e introducirlo al mercado. Pero el punto de partida no es contar con una nueva idea o producto, sino conocer bien al cliente. De hecho, es más importante satisfacer una necesidad existente que crear un producto en busca de una necesidad.

El gran impulso que recibe la innovación en la economía de hoy en día proviene del continuo mejoramiento de las actividades basadas en el conocimiento. En la medida en que más industrias aprovechen los adelantos mejorarán ciertas actividades comerciales que no han sufrido cambio alguno durante generaciones.

Cuando se combinan todas estas innovaciones, se crea lo que se llama un efecto de “economía exponencial”, es decir, una economía que no crece linealmente sino exponencialmente.

También en nuestra realidad boliviana como afirma Roca: “casi todos preferimos la rutina y hacer lo mismo cada día. Sin embargo, los innovadores necesitan vivir fuera de su zona de comodidad y constantemente tratan de buscar nuevas y mejores estrategias”.

Todo el mundo evita el cambio, incluso aquel que es deseable. Por lo general, nadie quiere invertir el tiempo y el esfuerzo necesario para cambiar de dirección.

Así pues, complementa: “es preciso que las compañías entiendan la naturaleza de los fenómenos y procesos ligados a la innovación, y que aprendan tanto a identificar como a aplicar el potencial disruptivo de las ideas innovadoras, cualquiera sea su origen en la empresa”.

Con este planteamiento, es posible dividir la innovación en dos categorías: “Uno, innovaciones sostenidas: productos que se van mejorando con el tiempo para satisfacer las demandas de los clientes de alta categoría dispuestos a pagar más por un mejor producto. Y dos, innovaciones disruptivas: productos que no son tan buenos como los que ya están disponibles, pero que ofrecen otros beneficios (simplicidad, conveniencia, más barato) y que llaman la atención de nuevos clientes”.

El promedio de vida de una empresa en el mundo y de alguna forma también en Bolivia es más o menos quince años. De hecho, sólo una de cada veinte logra vivir más de cincuenta años. ¿Por qué? Las empresas o industrias son organismos vivos. Nacen, crecen y luchan por sobrevivir. Pero no todas son capaces de enfrentar los constantes cambios del mercado. Por tanto, Afirma Velasco “la clave para tener una firma longeva está en saber sortear dichos cambios. Las empresas, a medida de que envejecen, desarrollan una rigidez que bloquea el cambio”.

¿LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL?

La innovación es, sin lugar a dudas, uno de los factores fundamentales que influyen en el buen desempeño de las organizaciones de hoy en día. Dadas las adversas circunstancias en las que se desarrolla el quehacer de las mismas, aprender a fomentar la innovación constituye un valioso patrimonio.

Tres caminos de lucha al contrabando.

Sin embargo, la mayoría de la gente ignora no sólo el verdadero alcance de la innovación en cuanto tal, sino el modo correcto de lidiar con la misma. Innovar va mucho más allá de esperar simplemente que las ideas “lleguen”. Es fundamental, en este sentido, convertir la innovación en una actividad propia de la organización.

Esto que parece muy lejano, está pasando también en nuestro contexto. Empresas como Paceña o Fino están a la par de las empresas más innovadoras de la región. Pero también hay otros casos como La Francesa con sus harinas diversificadas, o empresas de materiales de construcción como Mamut con sus pisos de goma, La Papelera Store el sitio de comercio electrónico que ha incrementado sus ventas reduciendo costos; o UNILEVER que, con su tecnología desarrollada a nivel local por técnicos bolivianos, ha desarrollado un producto que permite lavar la misma cantidad de ropa con menos agua. Y la lista seguiría, con algunos ejemplos más de grandes, medianas y pequeñas empresa que ya se han subido al tren de la innovación.

Quienes conocen y viven a diario este tema, señalan que la innovación más grande debe estar en las políticas fiscales, los aranceles y otras medidas proyectadas con precisión porque de otro modo, aunque sean creadas con la mejor de las intenciones, pueden terminar alentando el contrabando sin quererlo, es decir, “salir el tiro por la culata”.

Un claro ejemplo es el de las denuncias que se anuncian con recompensas desde la Aduana. Una experiencia que debería retribuir con el 20% a un denunciante y el 40% si es una comunidad denunciante. Pero en la realidad, como también lo vivió Arturo en su afán de aportar con su grano de arena a la lucha contra el contrabando y de paso ayudarse, pueden terminar en nada; una larga espera que incluso puede llegar a exponerlo en su privacidad por lo que “las leyes deben dejar de promulgarse si al final no se sabe cómo aplicarlas”.

Jaime Dunn sostiene por su lado que “se deben bajar los aranceles y los impuestos para eliminar el contrabando, porque por ejemplo, entre dos países que tienen tratados de libre comercio el contrabando es cero”. Y concluye: “si la aduana destinara un tercio de lo que deja de percibir por aranceles perdidos del contrabando, la gente sí se animaría a denunciar”.

Otro de los puntales de la solución es la educación y formación. La formación en gerentes, líderes y obreros es fundamental. Invertir en conocimiento. El empresario necesita educarse en el ámbito financiero, por ejemplo, para sacarle más jugo a lo que ya está establecido y normado y que no se lo aprovecha correctamente por desconocimiento. Y en este plano Roca complementa: “Se debe tejer alianzas internas y externas para fomentar la innovación”

Finalmente, todos parecen coincidir en que hacen falta campañas de concientización sobre el contrabando porque las que hay son muy tenues o ineficientes. Ibo Blazicevic concluye diciendo que “es necesario un convenio con el viceministerio de lucha contra el contrabando más sólido y eficiente, incluso ahí, una lucha conjunta e innovadora”.

Con todos estos datos, consideración y planteamientos es que podemos embalarnos a tratar el tema con una posible salida real. Un camino viable de la producción nacional frente al “monstruo” llamado contrabando. Y quizás recién, estemos hablando de una verdadera lucha y posterior victoria. Porque con lo que hay, como remata Arturo guardando su libro y demás papeles “la lucha contra el contrabando por el momento es un saludo a la bandera… o mejor dicho a la Whipala”.

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