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Luis Tapia: Desmontar una tiranía es el comienzo de otro futuro

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Es parte de la resistencia ciudadana, “aunque asediada por una violencia  brutal”, afirma el académico. La táctica de la simulación de un golpe de estado para obtener apoyo internacional, es una nueva muestra de desprecio a la población boliviana sobre la que ha desatado una ola de violencia que hace imposible que Evo vuelva a gobernar el país legítimamente. “El MAS despliega un discurso hipócrita que habla de pacificación mientras organiza y despliega su fase más violenta”.

-Rolando Carvajal

La salida del gobierno es para el Movimiento al Socialismo (MAS) la disolución de su dominio y hasta la destrucción de este mismo partido, advierte el docente de postgrado Luis Tapia, para quien el desmontar el régimen de “monopolio duro” sobre el país ‒”una tiranía”‒, supone, sin embargo, el comienzo de una nueva apertura a un nuevo futuro.

Después de tal  desplazamiento y disgregación, desde el 10 de noviembre, en que renunció y abandono el país el expresidente Evo Morales, Tapia sostiene en una reciente publicación  (Crisis-politica-en-bolivia)  que el masismo ha entrado en la fase de destrucción de los bienes públicos, los bienes familiares y las vidas.

“Incluso están destruyendo cosas que este gobierno habría montado como infraestructura pública; este despliegue de la violencia destructiva está generando a su vez la destrucción de su partido, que se revela como fuerza destructiva y autoritaria, lo que está provocando la desarticulación del control que tenían en varios núcleos de la sociedad civil”.

Refiere el académico que algunas centrales obreras departamentales se deslindaron de la línea de la dirección de la Central Obrera Boliviana (COB) y se han movilizado como parte de la resistencia democrática.

“Están ocurriendo rupturas con el MAS en varios núcleos corporativos, resultado de este despliegue de la violencia y de la evidencia del fraude electoral como forma de continuación en el poder”, destaca.

“Es tal la furia por la pérdida del poder que están atacando y destruyendo vidas humanas y bienes públicos, incluso están destruyendo su propio partido”, sostiene en un análisis difundido por el postgrado en Ciencias del Desarrollo (CIDES) de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).

Después de las elecciones del 20 de octubre, fraudulentas, según la Organización de Estado Americanos, asumió, en sustitución de un régimen que intentaba seguir controlando Bolivia por 19 años, el gobierno de la presidenta Jeanine Añez.

Ella afronta una ola de violencia desatada por grupos masistas, delincuenciales en algunos casos, de acuerdo con advertencias del ministerio de Defensa sobre ataques a la mayor planta de abastecimiento de combustibles de la sede de gobierno y otras acciones en distintas zonas del país.

El vandalismo, pagado con recursos de origen desconocido, según diversos testimonios, ha cobrado la vida de al menos 32 personas, desde el inicio de las protestas protagonizadas por sectores afines Morales, al que la actual administración impugna por llamar, desde su exilio en México, a cercar ciudades, privarlas de alimento y alentar el “combate”, mientras encabeza el pedido de repliegue de militares.

CIERRE DE UN FUTURO Y APERTURA DE OTRO

En declaraciones efectuadas también en Ciudad de México y conocidas ayer, miércoles 20, Tapia recuerda que el MAS ha operado como una fuerza de ocupación de territorios indígenas a quienes ni siquiera reconoce como a sus directos interlocutores.

“Si bien hacia fuerza se dice ser indígena, hacia adentro es la fuerza  más antiindígena que hemos tenido por largo tiempo”, dice.

Sobre ello se ha desplegado la represión-ocupación de sus centros, criminalización de la acción de resistencia, y en este sentido su principal aliado son los agroindustriales que tienen planeada la expansión de la frontera agrícola en Bolivia, en un rango de un millón de hectáreas por año, sostiene, en coincidencia con otros expertos.

“No entro en detalles, pero la apropiación nominal del proyecto plurinacional por un partido político resulta en una especie de cierre del futuro comunitario y en una reducción de futuro en tanto se le entrega sus territorios para transformación capitalista”.

En ese sentido, agrega que “uno podría interpretar los últimos hechos como el inicio de la disolución de ese cierre del futuro que estaba encarnado por el régimen de Evo Morales, resultado del despliegue de nuevas capacidades de organización  ciudadana que han hecho que, desde el primer día después del fraude ejecutado por el MAS, haya marchas a diferentes horas del día en todas ciudades del país y una resistencia que llevó a la renuncia, lo cual es el inicio de la disolución de un régimen de dominación”.

MONOPOLIO Y TIRANÍA

Luis Tapia interpretó así esa disgregación masista: “todo régimen de monopolio duro sobre la política, la cultura y la economía, es una cierre de futuro para la mayor parte de la colectividad; el desmontar ese tipo de monopolio ‒una tiranía‒ es el inicio de nueva apertura de futuro, que es lo que estamos viviendo los bolivianos hoy como parte de nuestras luchas de resistencia, aunque asediados por una violencia  brutal en varios lugares del país”.

Así,  los bolivianos seguimos viviendo la carga determinativa de los momentos constitutivos más antiguos pero también el ejercicio de libertad  política que en cada momento reforma el futuro, enfatiza.

VIOLENCIA

El docente del postgrado consideró en su publicación del CIDES, que en el caso de la violencia que se despliega a la salida del sistema político (que aquí cabría especificar como salida del gobierno) se trata sobre todo de violencia destructiva.

“Aquellos sujetos que pierden el poder tratan de destruir de manera irracional las condiciones materiales de vida de parte de la población, que es lo que estamos viviendo hoy”.

Concluyó que la salida del MAS del gobierno, de manera más amplia, implica la disolución del dominio masista, que ha entrado en la fase de destrucción de los bienes públicos.

En la ciudad de El Alto se ha destruido la alcaldía, núcleos policiales, han atacado la universidad pública, el teleférico; también hay destrucción de los bienes familiares y las vidas.

“El MAS despliega un discurso hipócrita que habla de pacificación mientras organiza y despliega su fase más violenta que incluye: hechos vandálicos que crean un régimen de terror en la población, marchas agresivas y, en parte, forzadas por amenazas de quema de casas y otras agresiones, exacerbación instrumental de las diferencias étnicas, culturales y de clase.

Lo que busca es mayor enfrentamiento, una escalada de violencia que obligue a una mayor presencia militar y policial con el fin de imponer el retorno de Evo Morales.

La táctica de la simulación de un golpe de estado por parte del MAS ha estado orientada a obtener apoyo internacional a la vez que es una nueva muestra de desprecio a la población boliviana sobre la que ha desatado una ola de violencia, que hace imposible que Evo vuelva a gobernar el país legítimamente.

Estos serían algunos rasgos de esta coyuntura de disolución de la dominación masista, que ha entrado en la fase de la violencia destructiva, que se está enfrentando a nuevas capacidades de autoorganización y resistencia social, que incluye de manera central jóvenes y mujeres. El sentido común es la demanda de nuevas elecciones y defensa de la democracia.

VER TAMBIÉN:

http://www.cides.edu.bo/webcides2/index.php/interaccion/noticias-f/264-crisis-politica-en-bolivia-la-coyuntura-de-disolucion-de-la-dominacion-masista?fbclid=IwAR1e-MNvQ4ZRl1w9Ulx_6A-jAg7i7F9VpT-LXYp-NjBEE2HHH8lNMztuqe8

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