La ley no es sinónimo de justicia, aunque en un principio fue concebida así por Platón, quien escribió que la ley diferencia al hombre de los animales y lo conduce a la justicia y a la felicidad. También por ese tiempo, se definió la justicia como el hecho de dar a cada quien lo suyo, aunque algunos estudiosos atribuyen este concepto a Ulpiano. En la primera década del siglo XXI, concibamos la justicia como el factor jurídico, político y filosófico que conduce a la persona al bienestar espiritual y a satisfacer sus necesidades vitales para llevar una vida de ser humano.
Sobre esta base filosófica constataremos que la realidad ha demostrado que la ley no siempre es igual a justicia. Para graficar el tema veamos algunos casos: En Grecia, era legal la esclavitud, pero ¿era justo que una persona someta a otra persona? En Roma, era legal considerar a las mujeres como parte del patrimonio de los hombres, pero ¿era justo? En esta misma época, fue legal la muerte de Cristo, pero ¿fue justo? Durante el feudalismo, era legal que el Rey disponga sobre la vida de sus súbditos, pero ¿era justo que un hombre gobierne en función de sus caprichos y humores? En pleno siglo XX, era legal que las mujeres no participen en la elección de autoridades, pero ¿era justo?
Para comprender mejor señalemos algunos ejemplos nacionales: En 1825, era legal que los indios no participen en la vida política del país, ¿pero era justo que la mayoría sea dirigida por una minoría privilegiada? Antes de la Revolución de 1952, era legal que las mujeres y los indígenas no voten, pero ¿era justo? Durante las dictaduras, era legal perseguir y torturar, clausurar radioemisoras, cerrar periódicos, exiliar opositores, pero ¿era justo? En 1985, fue legal la aprobación del Decreto Supremo 21060, que inhumanizó el sistema de trabajo y fue el soporte ideológico que sirvió para enajenar los recursos naturales de los bolivianos, pero ¿fue justo? Por ese mismo tiempo, fue legal la capitalización, pero ¿fue justo que el MNR y sus aliados hayan rifado las empresas estatales? Fueron legales las 17 reformas de la Constitución, pero ¿fue justo que lo hayan hecho los herederos de los doctorcitos de la colonia sin haber escuchado al 95 por ciento de los habitantes del país?
En la presente coyuntura, la oposición cívica y prefectural dice que fue ilegal la aprobación del proyecto de Constitución, pero ¿fue justa que esa misma oposición haya hecho todo lo posible para matar la Asamblea? Dice que los estatutos autonómicos son legales, pero ¿es justo que hayan sido elaborados para proteger los privilegios de una minoría? El gobierno dice que son ilegales los estatutos, pero ¿es justo negar autonomía a las regiones donde tiene un amplio respaldo?
Sólo en los lugares donde hay desigualdad, discriminación, racismo y desheredados de la vida es una obligación hablar y alcanzar la justicia; y concebir que mi bienestar depende del bienestar del otro; mis privilegios restan el bienestar de otros y ponen en riesgo el mío.
A estas alturas, vale la pena recordar el axioma que señala que el deber de una persona es luchar por la ley y la justicia, pero si un día la ley se enfrenta a la justicia, nuestro deber es optar por la justicia.
Justicia y Legalidad
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