Después de que el presidente de Bolivia, Luis Arce, aplacara la rebelión del general Juan José Zúñiga, la nueva polarización política entre los bolivianos está centrada entre quienes defienden que hubo un fallido intento de golpe de Estado y los que señalan la supuesta orquestación de un autogolpe para favorecer al mandatario en su búsqueda de respaldo cuando Bolivia vive una crisis económica.
El Gobierno de Bolivia presentó este jueves 27 de junio a 17 personas presuntamente vinculadas con el «intento de golpe de Estado» denunciado por el presidente Luis Arce y ejecutado bajo las órdenes del destituido jefe militar Juan José Zúñiga.
Arce acusa a Zúñiga de intentar derrocarlo el miércoles, cuando un grupo de soldados ocupó la plaza Murillo, sede del Palacio de Gobierno y del Parlamento, y el jefe militar habló airadamente de un nuevo gabinete, de liberar a “todos los presos políticos” y luego con una tanqueta destrozó la puerta de la antigua casa presidencial.
La imagen de la tanqueta arremetiendo contra la sede del Ejecutivo parecía corresponder a la época de los gobiernos militares de facto en las décadas 60, 70 y 80, cuando el país pasó a ser considerado como el que más golpes sufrió en su historia.
La sublevación de Zúñiga se saldó el miércoles con su detención y la del vicealmirante Juan Arnez por los delitos de terrorismo y alzamiento armado, que pueden costarles 20 años de prisión.
Líder de la asonada asegura que seguía instrucciones del presidente
Las detenciones llegan a 17 y buscan a más militares.
El ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, ofreció este jueves más detalles de la investigación con un organigrama y comunicó la detención de un total de 17 personas, entre militares de diversos grados y civiles, a los que acusó de ser parte del plan que comenzó a gestarse en mayo pasado, según dijo.
Según el ministro, se busca a al menos tres personas más, entre ellos al general retirado Héctor Peña y Lillo Tellería.
Horas antes, al ser consultado por las declaraciones de Zúñiga sobre su supuesto acuerdo con Arce para movilizar tropas, Del Castillo dijo escuetamente que las palabras del excomandante del Ejército “han perdido toda credibilidad”.
Zúñiga relató haberse reunido con el presidente Luis Arce para movilizar vehículos blindados ante el Palacio de Gobierno, justo cuando para esta semana se esperaban protestas de camioneros, con bloqueos de carreteras, pero que finalmente se suspendieron.
Sin embargo, este jueves, el presidente aseguró que no es «un político que quiera ganar popularidad con la sangre del pueblo» y reiteró que «él (Zuñiga) actuó por cuenta propia».
«Nunca estuvimos informados de lo que él pretendía» aseguró Arce.
«Si no está acatando mis instrucciones está incumpliendo órdenes de su comandante general (…) ¿cómo iba a ser la planificación de un autogolpe?», manifestó el mandatario boliviano.
Posturas contrarias
Zúñiga también había concedido entrevistas polémicas en las que rechazó la postulación de Evo Morales a los comicios del 2025 e incluso habló de la posibilidad de que los militares lo detuvieran, una declaración que viola la prohibición constitucional de deliberar para los miembros de las Fuerzas Armadas.
Morales (2006-2019) y Arce, cuya gestión comenzó en 2020 y debe concluir en 2025, se disputan la candidatura del izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS) para esos comicios, una pelea que ha fracturado a ese partido en todos sus niveles.
Arce agradeció hoy en su cuenta X el respaldo de sus homólogos de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Venezuela, Nicolás Maduro, que condenaron el “golpe de Estado”, e internamente también consiguió la ratificación de apoyos de los sindicatos afines.
En cambio, desde la oposición, el expresidente Carlos Mesa (2003-2005) calificó lo sucedido el miércoles con un “sainete” y el empresario Samuel Doria Medina señaló que el Gobierno debería ser el más interesado en que se aclare cuál fue su rol en la errática actuación de Zúñiga.
Entre los seguidores de Evo Morales, el presidente del Senado, Andrónico Gutiérrez, dijo en X que “de magistrados autoprorrogados a un supuesto golpe o autogolpe, el pueblo se hunde en la incertidumbre”, y el exministro de Gobierno, Carlos Romero, afirmó que “le han mentido a Bolivia y al mundo con un show político”.
“En un síntoma de la situación crítica que vivimos”
Para el analista Gonzalo Mendieta, lo sucedido es un síntoma de “la situación crítica que vivimos y vive el Gobierno” y de la “fragilidad del presidente” porque hay problemas estructurales como la escasez de combustibles y de dólares en la economía, que han complicado su gestión gubernamental.
Consideró que más que un intento de golpe se trató de un “motín” liderado por Zúñiga, que pasó de ser un jefe militar “con una relación íntima” con Arce a terminar preso con la posibilidad de ser condenado a 20 años por terrorismo y alzamiento armado.
No obstante, Mendieta no cree que se haya tratado de una confabulación entre Arce y Zúñiga “para hacer crecer la popularidad del mandatario por un día” y atribuye lo sucedido a la personalidad de Zúñiga, que se había declarado como un “general de pueblo”, identificándose con figuras históricas militares de izquierda de Bolivia, pero también con el exdictador Hugo Banzer.
Tanquetas y tropas ocuparon la Plaza Murillo, en el centro de la capital boliviana, donde está la sede presidencial, una de cuyas puertas fue embestida por una tanqueta que dio paso al general Juan José Zúñiga, comandante del Ejército © AIZAR RALDES / AFP
La versión del “autogolpe” no solo tiene seguidores entre la oposición tradicional al MAS, sino también entre quienes están con el exmandatario Evo Morales.
Para el historiador y analista Robert Brockmann, lo sucedido el miércoles fue una “acción limitadísima” comparada con los golpes que recuerda el país en las décadas de los 60, 70 y 80.
Los últimos golpes en Bolivia fueron sangrientos y ocurrieron en 1979 con el coronel Alberto Natusch Busch, cuyo gobierno duró 16 días, y el del exdictador Luis García Meza (1980-1981).
“Lo único que parece tener sentido es que sea una jugada deliberada de parte del Gobierno”, dijo Brockmann, en el contexto de la “precariedad económica” que afronta el gobierno boliviano y con el propósito de conseguir apoyos para el presidente Arce.
Brockmann y Mendieta coincidieron en que el apoyo que ha cosechado el mandatario tras lo ocurrido el miércoles no parece ser suficiente en medio los desafíos y problemas del país.
“La crisis económica es real mientras no haya dólares y combustibles. Eso no va a parar”, advirtió Brockmann.
El Gobierno de Arce ha negado la existencia de una crisis económica y ha acusado a Evo Morales y a los partidos opositores de derecha de estar detrás de los problemas que vive el país con el fin de buscar un acortamiento de su mandato.
Despliegue militar en torno al Palacio Quemado, sede del gobierno de Bolivia en La Paz, el 26 de junio de 2024 © AIZAR RALDES / AFP
Según una encuesta realizada por la consultora Gallup en mayo pasado, la aprobación de la gestión presidencial de Arce fue de 18%. En 2020, Arce ganó la Presidencia con un respaldo en urnas del 55%.
Morales había renunciado en 2019 tras una ola de protestas sociales y peticiones realizadas por los militares, la Policía y los sindicatos, debido al fracaso de los comicios de ese año y las acusaciones de supuesto fraude contra su Gobierno.
De esa época está vigente la otra polarización narrativa sobre si lo sucedido con Morales fue el resultado de las denuncias del fraude o de un golpe, que llevó transitoriamente al poder a Jeanine Añez, actualmente en prisión.
Javier Aliaga para France 24