Institucionalidad en la APLP

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Lupe Cajías
Aunque hay quienes aseguran que es mejor lavar los trapos sucios en casa para evitar malos usos externos de los problemas internos, en el caso que nos ocupa creemos que es importante compartir con la comunidad las preocupaciones en torno a las últimas elecciones para renovar el directorio de la casi nonagenaria Asociación de Periodistas de La Paz, APLP.
Nos motiva a comentar este asunto dos razones; la una es personal, como ex Presidenta de la institución y ex presidenta de su Tribunal de Honor, además de investigadora autocrítica sobre las distintas aristas de la comunicación masiva y sus principales actores, los periodistas; la otra es más colectiva, como gremio que siempre se ocupa de escribir a favor o en contra de asuntos o personalidades, públicos y privados.. ¿Si tanto nos interesan las tribulaciones de los demás, por qué no exponernos nosotros mismos?
Recordemos que el primer objetivo de la fundación y desarrollo de la APLP, de sus colegas departamentales y de la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia, fue y debe ser siempre la defensa de la libertad de pensamiento y de la expresión, como corazón del Bien Común. Expresamos contrariedad cuando una autoridad o algún movimiento social, hostiga ese derecho, no por ser antagonistas a ellos sino en pro de una causa.
En ningún caso se debe utilizar la defensa de la libertad de expresión por ambiciones político partidarias o para hacer campaña contra un mandatario o contra una corriente ideológica. Un ideal no debe ser aprovechado para fines personales o de autopropaganda.
La APLP cumplió un rol central, de vanguardia podríamos asegurar, en la defensa de los derechos de los periodistas y de los ciudadanos a la palabra y al trabajo, cuando denunció los intentos de acallar medios de comunicación con el pretexto de luchar contra el flagelo del racismo en nuestra sociedad. La movilización unió a trabajadores, profesionales, dueños y usuarios a nivel nacional —incluyendo provincias— como no sucedió antes con otra protesta social y que han reeditado los trabajadores de salud y médicos en este mayo último.
Hay quienes creen que fue una movilización inútil y que ningún medio fue cerrado a la fecha. Nos preguntamos: ¿sin la intensa, incluyendo las portadas en blanco y la posición de los premios nacionales de periodismo y de otras personalidades, qué sería hoy del control social que ejerce la prensa cotidiana?
La APLP defendió su independencia incluso en momentos en que sus dirigentes eran partidarios del gobernante Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y mucho más durante las dictaduras, cuando otros voceros sindicales estaban perseguidos o en el exilio. La independencia es un pilar de la institucionalidad.
El otro pilar es el cumplimiento de las normas. Desde que milito en la APLP hace ya tres décadas, las elecciones para renovar directorios confrontaron propuestas ideas, no insultos. Este año hubo agresiones de un candidato contra el otro por temas tan absurdos como la edad. La guerra sucia se ensombreció aún más con la poca transparencia en el cumplimiento de los requisitos para optar por una secretaría o vocalía, además de otros hechos poco claros.
Los datos son reveladores. Las reacciones del actual presidente del directorio, con amenazas e insultos y amenazas de juicio, al mejor estilo del que tanto se critica, no hacen más que aumentar las dudas y la desunión. ¿Qué poder moral tendrá la APLP en las próximas batallas, que seguramente vendrán y cuando la Federación de La Paz está en crisis permanente?

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