quien sea el próximo presidente, después de las elecciones del 12 de
Octubre, hay cosas que no cambiarán en el país. ¿Cuáles?
La economía.- Seguirá la bonanza mientas se mantengan los precios de
las materias primas en el mercado internacional. Si cayeran,, así siga
el actual gobierno la crisis será sentida. Los malos y buenos momentos
económicos no distinguen partidos, han favorecido o se han comido por
igual izquierdistas y derechistas, comunistas y capitalistas. Por ahora,
la fortuna nos acompaña.
La nacionalización.- ¿Imaginan al próximo gobierno privatizando YPFB
o ENTEL? No duraría ni un mes en el mando. En este momento, hasta el
más novato sabe que las empresas estratégicas aportan al pan de cada día
y ha costado vidas y millones de dólares recuperarlas. Es más, la
corriente internacional dejó atrás las privatizaciones.
Nunca más Bolivia sin indígenas.- Los pueblos indígenas llegaron a
las instancias de decisión para quedarse, no se irán más. Sin ellos es
inexplicable Bolivia, como debió ser siempre. Sólo un orate retrocedería
décadas.
Los bonos.- El Juancito Pinto, Juana Azurduy de Padilla no
desaparecerán pronto, aunque mantenerlos durante muchos años sería
admitir que la bonanza económica no sirvió para sacar a la gente de la
pobreza. Los bonos, pagados por primera vez en Bolivia por uno gobierno
de derecha, desaparecerán poco a poco.
Pero no todo quedará petrificado. Es probable que en el próximo
periodo cambien algunas cosas, pero en este caso depende mucho de quién
gobierne. ¿Qué puede cambiar?
Mejor economía.- No soy experto en economía, pero una cosa es la
bonanza y otra la administración de ella. En ese sentido, es casi seguro
que el próximo gobierno se esforzará por liberar al país de la economía
primaria y fomentará la iniciativa privada legal con el fin de crear
empleos reales para redistribuir la riqueza vía sueldos dignos y no de
sobrevivencia.
No despilfarro.- Si el próximo gobierno es austero, gastará menos en
cosas banales, lujos de nuevos ricos, ostentaciones o construcciones
innecesarias. Priorizará la salud, la educación, en definitiva, la
vida.
No oligarquías.- Si el próximo gobierno no tiene compromisos con
grupos corporativos o empresariales, se cortarán privilegios a nuevas
oligarquías para superar el compadrazgo de encubrimiento y complicidad
practicado desde tiempos neoliberales para amasar fortunas desde la
ilegalidad.
Democracia cualificada.- Si hay un gobierno con más horizonte
democrático, entenderá que la democracia no sólo es redistribución de
riqueza, sino también de poder para evitar su acumulación en un solo
partido y una sola persona y terminar pariendo un déspota.
Institucionalidad.- Si hay un gobierno con sentido real de que el
Estado somos todos, entregará los cargos públicos a las personas más
capaces. Dejará la improvisación o la militancia partidista para
garantizar el derecho de las personas al buen servicio estatal.
Mejor Justicia.- Nunca antes había estado tan mal la justicia. Si hay
un gobierno sin deseos de reproducirse en el poder y perseguir a los
que piensan diferente, revolucionará los tribunales con las personas más
justas (no con abogados militantes) para vencer la inflación legal con
leyes que no se aplican.
Libertad de expresión.- Si el próximo gobierno fuera de mente
abierta, fomentará las ideas y voces contrarias a su ideología y no las
ahogará vetando publicidad estatal a medios independientes y
descalificando periodistas, para armar un monopolio de medios
gubernamentales y grupos de choque de propagandistas.
Respeto a la Constitución.- Si el siguiente mandatario asume que en
democracia la Constitución es un límite a su poder, garantizará la
alternancia en la administración del Estado y no la violará las veces
que quiera.
Como ven algunas cosas no cambiarán, pero otras puede que sí. El
deseo por cristalizar estas últimas definirá el voto de los indecisos y
puede cambiar el de aquellos que ya habían decidido su apoyo a algún
partido.