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Frente a la crisis múltiple, urgencia de renovar el proyecto económico

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PIEB

Los estudiosos hablaban de la existencia de una desigualdad multidimensional ya antes de la pandemia. La crisis sanitaria, sin embargo, complicó más la situación económica de los bolivianos y ahora, otra vez, la historia convoca a pensar en un renovado proyecto nacional.

¿Pero cómo estábamos antes de entrar a la pandemia? Los investigadores del CEDLA habían reflejado que la pobreza multidimensional supera el criterio de «no tener ingresos» y es una carencia de recursos para desarrollar una vida plena.

El Índice de Pobreza Multidimensional, calculado por el CEDLA, mostraba al 61% de la población en ese cuadro, en cambio el INE decía que la pobreza como condición socioeconómica llegaba al 34%. El IPM va más allá, entre los campesinos y colonos ese registro es de 84,9%, entre los asalariados agrícolas es el 70%, entre los obreros urbanos el 60,8% y entre los trabajadores independientes, el 59%.

Los datos actuales de desocupación (ver cuadro) ya rebelan una situación alarmante respecto de las personas que carecen de una fuente segura de ingresos.

El economista Alfredo Seoane, director del Postgrado en Ciencias del Desarrollo de la UMSA, no es optimista respecto a lo que se avecina. “Hay una falta de un proyecto nacional de desarrollo”, dice.

En su criterio, lo urgente es salir del bache del desempleo y desocupación porque es la típica situación donde hay capacidades productivas que están paradas, “muchas empresitas han quebrado, hay sectores de servicios, por ejemplo, el de comida, que ha sufrido mucho, hay que reactivar e inyectar liquidez en la economía en sectores que generan mucho empleo y hay que dejar de lado las megainversiones que no crean empleo ni producto”.

Las cifras nacionales le dan la razón. La exportación de materias primas, aunque disminuida, aún es la base de la economía del país. Y lo seguirá siendo.

Seoane considera que, en lo inmediato, el sector público tiene que racionalizar el gasto, pero no contraerlo en sectores que generan empleo, como son la salud y educación. “Invertir en salud no solo es una buena inversión, que va a generar empleo –continúa, sino también va a responder a una necesidad imperiosa. Debería ser un sector privilegiado de la inversión pública, no solo pensando en la salud en sí misma sino como generador de actividad económica”.

Y además de lo urgente hay lo inmediato. “El ascenso social que se logró en anteriores años, gracias al boom de materias primas y bonanza económica, permitió que varios sectores logren mejorar su situación e incluso asciendan en la escala social, abandonando la pobreza extrema o incluso la clase media. Pero estoy seguro, aunque no se conocen aún estadísticas, que esa gente que logró superar su nivel de pobreza y ascendió a ser clase media, ahora va a volver a la pobreza y algunos van a entrar a la pobreza extrema”, vaticina su mirada económica.

La historia muestra que cuando Bolivia está en crisis, busca qué recurso natural puede exportar y vender rápidamente, dice Seoane, para quien eso puede derivar en una situación de dependencia de una materia prima, con lo que solo va a solucionar el problema coyunturalmente.

Sustituir la economía extractivista no será fácil, pero por lo menos se puede encarar el debate. “Tiene que volverse en un proyecto nacional, en una demanda de la sociedad, pero los actores sociales se han acostumbrado a recibir la prebenda, a exigir cosas, no hay la conciencia de la nueva economía que necesitamos”, dice el economista.

Esa nueva economía tendría la tarea de achicar la brecha de las desigualdades múltiples en la sociedad, y levantar la situación de los obreros, los campesinos, los asalariados agrícolas y los independientes de las ciudades que, como se vio, permanecen en mayor desventaja.

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