En defensa del doctor Gualberto Cusi

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Raúl Prada Alcoreza    
Hay veces que se tiene la oportunidad de mostrar lo que uno es, son momentos exigentes, sobre todo cuando se está contra-corriente, cuando la mayoría – a veces parece que es todo el mundo – tiende por otro lado, diferente al que el que se considera que es el correcto. Este es uno de esos momentos donde el Doctor Gualberto Cusi, después de cumplir sus responsabilidades como Jilaqata y mallku del ayllu Jilatiti Qullana tiene la responsabilidad en el Tribunal Constitucional. Casi desde un principio se vio discriminado por el gobierno y el MAS, siendo uno de los tribunales más votado, se lo marginó de la propia dirección del Tribunal Constitucional, que es lo que se merecía por el apoyo recibido. Esto acontecía  a pesar de que en las elecciones de magistrados ganó el nulo y perdió el MAS, con lo que se anulaban las elecciones; causal de la que no es culpable el doctor Cusi, sino la bestial escalada de violencia simbólica y física en la que está embarcado el gobierno. ¿Por qué se impidió que cumpla ese papel? ¿Por qué es indígena? ¿Por qué lleva poncho y chicote, como un mallku? ¿Por qué lee en coca, además de cotejar la Constitución y las leyes? La verdad es que el gobierno y el MAS desconfían de los indígenas, sobre todo cuando expresan claramente el apego a la cultura y a las normas y  procedimientos propios. El gobierno y el MAS requieren personas dóciles, sobre todo aduladores, que reciben órdenes y las cumplen. De este ámbito salen las personas que tienen una actitud propia y dignidad. Cusi fue descartado de los planes de maniobra y manipulación del gobierno, fue descardado de la estrategia de supeditación completa al ejecutivo del Tribunal Constitucional.
Ahora cuando del doctor Gualberto Cusi denuncia una flagrante intervención de dos asambleístas del MAS para lograr una resolución adecuada a la consulta espuria del gobierno,  todo el peso de la furia del gobierno y del MAS cae sobre el miembro más digno e idóneo del Tribunal Constitucional. La furia se debe a que se toparon con alguien que no está dispuesto a ser una ficha de sus manipulaciones y despotismo; en el fondo se piensa así, “lo hemos elegido y no obedece”. La furia de los llucus es descabellada, hasta lo han comparado con un ex-presidente ecuatoriano, Abdalá Abucaram, denunciado de loco para destituirlo. El perfil de este presidente no tiene absolutamente nada que ver con el caso, pero se acude a estas comparaciones estrambóticas y disimiles, totalmente desorientadas, para descargar su odio. Pues es eso, un odio que tiene que ver, en el fondo con el reconocimiento de una gran culpabilidad. Se dicen anticoloniales, empero demuestran que en sus huesos y en sus comportamientos se encuentra cristalizada la violencia colonial; se comportan colonialmente, sobre todo cuando la dominación colonial se practica cuando son funcionario y tienen el poder, que es lo que más les gusta. Defienden sus puestos desesperadamente, haciendo puntos ante el jefe. No se dan cuenta – esto es prácticamente imposible – que se enfrentan a una actitud digna, correcta ante la Constitución y el proceso, que se enfrentan a un hombre que ha sido Mallku y asume un comportamiento anti-colonial, pues no puede aceptar que se viole la Constitución y se atente contra los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios, así mismo, no está de acuerdo con que se destruya la madre tierra en el TIPNIS. Se enfrentan a alguien que practica la hermenéutica de la coca  del saber ancestral de los amautas, siendo, por lo tanto, no sólo Mallku, un intérprete desde la cosmovisión indígena. 
El discurso de los asambleístas y de los funcionarios es patéticamente triste. Descuellan contra el doctor Gualberto Cusi porque ha tenido la valentía de poner las cosas claras en la mesa. Hay en el fondo una vergüenza interior a lo que han llegado a ser, unos bufones del poder y uno melindrosos lluncus, cómplices del derrumbamiento del proceso, pues aplauden la ruta al naufragio. 
En la Constitución está clara la condición de la consulta previa, libre e informada cuando las acciones administrativas del Estado afectan los derechos y los territorios de las naciones y pueblos indígenas. No hay donde perderse. Empero el ministro de gobierno ha hecho denodados esfuerzos leguleyos por buscar darle la vuelta a la interpretación de la Constitución y de los artículos en cuestión. Contra viento y marea el gobierno ha seguido un curso sinuoso en su conducta política respecto al TIPNIS; primero convenir la carretera con el gobierno brasilero, seleccionar a OAS como empresa adjudicada, saltado las normas contratación de bienes y servicios, adquiriendo un préstamo del BNDES; después tratando de imponer la carretera “si o si”, siguiendo un formato de ataque a las organizaciones indígenas digno de las dictaduras militares y de los gobiernos neo-liberales; continuando con una represión descarnada a la VIII marcha indígena en Chaparina, tratando de impedir la llegada de la VIII marcha a la ciudad de La Paz. Una vez derrotado por la llegada de la VIII marcha, el apoyo multitudinario y afectivo de la ciudad de La Paz, se apresura el presidente a impulsar una ley en defensa del TIPNIS, la ley 180; empero, sólo para, un poco después, intentar abrogarla por todos los medios, incluso incitando una contramarcha de los sindicatos cocaleros del polígono siete, agrupados en el CONUSUR. Sin poder abrogar la ley 180, maniobra con la ley 222, que es la imposición de un cuestionario que pregunta sobre la intangibilidad e induce indisimuladamente a la aceptación de la construcción de la carretera que atravesaría el núcleo del TIPNIS. Ahora se encuentra embarcado en una consulta espuria impuesta, sin consentimiento de los pueblos indígenas de la TCO del TIPNIS. Una consulta efectuada con la mayor muestra de desprecio de los derechos fundamentales y de los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios. Una consulta que ahora enfrenta la resistencia de las comunidades en el territorio indígena y parque Isiboro-Sécure. Una realidad que no puede cambiar con toda la propaganda que puede desplegar, propaganda y publicidad que no sostienen sus argumentos empíricamente, tampoco es muestra de ingenio y experticia  comunicacional.
El doctor Cusi fue prácticamente marginado de las reuniones donde se decidía la resolución del Tribunal Constitucional respecto de la consulta, su voz disonante no fue atendida, pues los demás tribunales tenían que atender a las órdenes del gobierno y la intromisión de los diputados de la Asamblea Legislativa. De todas maneras, el doctor Cusi hizo escuchar su punto de vista, se manifestó ante la opinión pública. En una entrevista en la radio Erbol, denunció la intervención de la Asamblea en las determinaciones del Tribunal Constitucional. Este comportamiento digno y correcto está plenamente respaldado por la Constitución. Los diputados y funcionarios del MAS le piden la renuncia, pues no aceptan a nadie que se comporte de una manera diferente a la conducta de ellos, conducta servil e indigna de legisladores y de funcionarios, quienes deberían responder a la Constitución y no a los caprichos del ejecutivo. Los que deberían renunciar por no cumplir con la Constitución y atentar contra el sentido del proceso de cambio, sentido dado por las luchas sociales y los movimientos anti-sistémicos, son ellos, los diputados y funcionarios lluncus. El pueblo boliviano debería exigir la renuncia de estos diputados y funcionarios, también de los Tribunal Constitucional que no cumple con sus funciones y no cumplen con la Constitución.        

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