France 24
El miércoles, el medio de comunicación salvadoreño ‘El Faro’ publicó un reportaje en el que señalaban que 22 miembros de su plantilla fueron espiados con el sistema Pegasus durante más de un año. La situación ha sido denunciada por varias organizaciones y pone en relieve la dificultad de informar en el país centroamericano.
Un teléfono iPhone que no podía actualizarse y se reiniciaba solo por las noches. Entre bromas de un posible espionaje, ese fue el primer indicio para que las periodistas Julia Gavarrete, de ‘El Faro’, y Xenia Oliva, de ‘GatoEncerrado’, pensaran que sus teléfonos podían estar pinchados.
Una duda que el periódico ‘El Faro’ despejó el miércoles: casi la mitad de su equipo estuvo bajo espionaje con el sistema Pegasus durante el mandato de Nayib Bukele, por más de un año. Situación que comparten tres periodistas de ‘GatoEncerrado’, entre otros medios salvadoreños.
Tras las sospechas iniciales, los periodistas recurrieron a la Línea de Ayuda de Seguridad Digital de Access Now, una organización pensada para proteger los derechos digitales de los ciudadanos, que confirmó la infección en los dispositivos analizados y remitió el caso a Citizen Lab, laboratorio de ciberseguridad de la Universidad de Toronto.
Las conclusiones tras tres meses de investigaciones establecen que, desde el 29 de junio de 2020 hasta el 23 de noviembre de 2021, al menos 22 miembros de ‘El Faro’ fueron intervenidos hasta en 226 ocasiones por el sistema de espionaje.
«Varios de nosotros ya sospechábamos que nuestras comunicaciones estaban siendo interceptadas. La información que compartíamos entre nosotros se hacía pública en redes sociales a través de trolls y cuentas de Twitter, en páginas que comparten noticias falsas», sostuvo Gavarrete durante una entrevista con el Comité para la Protección de los Periodistas.
Esta vigilancia afectó a todos los sectores de la plantilla: desde periodistas, hasta administrativos y gerentes enfrentaron ese asalto a la intimidad y a la vida privada.
De momento, las principales sospechas recaen sobre el gobierno de Nayib Bukele, por una serie de razones. La primera, la empresa israelí Grupo NSO ha afirmado en varias ocasiones que solo vende el Pegasus a gobiernos. En segundo lugar, los periodos más intensos de intervenciones fueron aquellos en los que el medio publicó investigaciones que incomodaban al Gobierno, como la del pacto entre este y las pandillas o las negociaciones secretas de los hermanos Bukele para introducir el bitcoin como moneda nacional. Además, el presidente Bukele mantiene una relación complicada con el medio desde que tomó el poder en 2019.
Blanco, en botella y sabe a leche: me cuesta imaginarme que las intervenciones provengan de un actor diferente al Estado salvadoreño
«Blanco, en botella y sabe a leche: me cuesta imaginarme que las intervenciones provengan de un actor diferente al Estado salvadoreño. A las organizaciones internacionales expertas que dirigieron el análisis de nuestros aparatos también les cuesta concluir algo diferente», escribió Óscar Martínez, periodista y jefe de redacción de ‘El Faro’, en un artículo de opinión en ‘El País’.
Por su parte, la oficina de comunicación del mandatario aseguró a la agencia Reuters que «el Gobierno de El Salvador no es cliente de NSO Group Technologies». Desde la oficina, llegaron a insinuar que también altos funcionarios del Ejecutivo podrían haber sido hackeados.
¿Qué diferencia al espionaje con Pegasus de un pinchazo corriente a un teléfono?
Pegasus es un sistema de espionaje propiedad de la empresa israelí Grupo NSO, cuyo fin es, supuestamente, la vigilancia de grupos terroristas. Pero en el caso de El Salvador, ha sido utilizado para sustraer información privada de civiles.
No es la primera vez que pasa: en un informe publicado en 2020, Citizen Lab concluyó que el Estado salvadoreño adquirió un sistema de vigilancia a la compañía Circles, afiliada a NSO Group, que fue utilizado en el país desde 2017 -con Salvador Sánchez Cerén como presidente con el partido FMLN- hasta la misma fecha de publicación del informe.
Pero, a diferencia del prototipo de Circles, con el que se puede monitorear el teléfono o escuchar llamadas sin hackearlo, el sistema Pegasus va mucho más allá. Según Citizen Lab, con Pegasus el espía puede hacer lo mismo que el dueño del terminal, como leer mensajes y chats -también los encriptados como Whatsapp-, ver fotos y mandarlas, escuchar llamadas y notas de voz, etc.
Además, también tiene la capacidad de hacer cosas que ni el propio usuario puede: robar credenciales de ingreso de todo tipo de cuentas -como la del banco- o encender el micrófono para escuchar conversaciones.
“Pegasus convierte a tu teléfono en tu propio enemigo y toma todo tu mundo personal que está en el dispositivo y lo pone en la mesa, frente a alguien que quiere hacerte daño, que quiere lastimarte”, dijo Scott-Railton, investigador de Citizen Lab, a la revista GatoEncerrado, afectada por el espionaje.
En noviembre de 2021, Apple mandó un correo electrónico a 14 miembros de ‘El Faro’, junto a dos opositores políticos y otros dos activistas, donde les advertía que estaban en riesgo de espionaje de «atacantes patrocinados por El Estado». El mismo día, la empresa estadounidense interpuso una demanda contra el Grupo NSO, por acceder sin autorización a dispositivos móviles de Apple.
También se ha probado que países como México, Arabia Saudí, Hungría, India, Azerbaiyán o Marruecos utilizaron Pegasus para espiar a periodistas, activistas u opositores.
Las desavenencias entre ‘El Faro’ y el Gobierno de Bukele
Los roces entre el Gobierno de Nayib Bukele y ‘El Faro’ son un secreto a voces. Desde que llegó a la presidencia en 2019, las disputas entre el gobernante y los medios de comunicación independientes han sido constantes.
En un artículo de opinión en ‘The New York Times’, el periodista salvadoreño Óscar Martínez, de ‘El Faro’, dijo que «a Bukele le estorba la democracia» y lo tachó de autoritario. Una afirmación en base a polémicas políticas aplicadas por el presidente durante la pandemia, como la publicación de decretos a través de su cuenta de Twitter o el ejercicio de vigilancia del Ejército hacia aquellos que supuestamente «violaron» la cuarentena del Covid-19.
Tras arremeter en su contra en repetidas ocasiones, las tensiones llegaron a un punto álgido cuando denegaron el acceso a la Casa Presidencial de El Salvador a periodistas de ‘El Faro’ y la ‘Revista Factum’ en septiembre del año pasado.
Episodios que fueron condenados por la comunidad internacional, con incluso una carta de un grupo de congresistas estadounidenses que pedía «respeto» a los periodistas en El Salvador. Críticas que el mandatario o bien ha ignorado, o ha tratado con desdén y ni siquiera ha comentado.
En lo que el periódico digital señala como una estrategia de «asfixia económica», en julio Hacienda comenzó auditorías contra ‘El Faro’ y en septiembre Bukele anunció que el organismo público estaba investigando al medio por supuesto «lavado de dinero y evasión de impuestos».
Otro punto crítico de su relación con ‘El Faro’ data del 7 de julio, cuando El Salvador expulsó a Daniel Lizárraga, editor del medio de comunicación, con una notificación que especificaba que tenía 5 días para salir del país. En base a esta decisión, el Gobierno aseguró que las autoridades de migración no habían conseguido probar que Lizárraga era periodista, a pesar de su amplia trayectoria como tal. Algo que desde la redacción periodística tacharon de «persecución».
Justo Lizárraga, natural de México, es el único de los periodistas afectados que se ha visto afectado por espionaje por segunda vez. La primera fue durante el mandato de Enrique Peña Nieto en México, cuando el reportero investigaba un entramado de corrupción que comprometía a Angélica Rivera, mujer del expresidente.
No obstante, Óscar Martínez, jefe de redacción, fue el más afectado con un total de 42 intervenciones. Tras este, Carlos Martínez, con 28 pinchazos, uno de ellos detectado por Citizen Lab mientras el reportero investigaba la relación del gobierno salvadoreño con las pandillas. Carlos Dada, director de ‘El Faro’, estuvo expuesto a 12 pinchazos durante 167 días.
Tras la publicación de este entramado de espionaje, el medio de comunicación avisó a sus fuentes sobre la posible filtración de sus datos y sobre hipotéticas persecuciones por su colaboración.
«Nuestras fuentes han decidido confiar en ‘El Faro’ pese a los riesgos que sabían que eso implicaba y las consecuencias a las que se exponían. A todas ellas: gracias. Seguiremos desarrollando estrategias para ofrecer más y mejores garantías para quienes confían en nosotros», comunicó ‘El Faro’ a los afectados a través de una editorial publicada este jueves.
Este descubrimiento supone una gran violación de la privacidad de los periodistas afectados, que puede llevar consigo consecuencias psicológicas, ya que el acceso ilegal ha sido también a su vida personal. Razón por la que varias organizaciones por el derecho a la información y la integridad de los informadores han denunciado lo sucedido.
«No, no es fácil sabernos espiados. No lo es, pero se sobrevive. Seguimos haciendo periodismo gracias a gente valiente. Eso ningún programa de espionaje nos lo quitará», apuntó a través de redes sociales la periodista Julia Gavarrete.
Desde ‘El Faro’ han prometido seguirán haciendo periodismo pese a los intentos de amedrentar. En palabras de Martínez, «no vamos a parar. Somos periodistas, entendemos la importancia del periodismo en este momento y haremos periodismo». Una promesa a todas las salvadoreñas y salvadoreños.