- El crecimiento poblacional tan espectacularmente alto en algunos grandes países que hasta hace poco eran considerados pobres, ligado a la urbanización impenitente de esas sociedades y muchas veces, ligado también, a un régimen político y laboral con escasos derechos, impulsa la aparición de mercados internos potentes con dos características: mano de obra masiva y barata y al mismo tiempo, consumo masivo, extenso e intenso.O sea, muchos nacen, muchos producen y muchos consumen en el mercado: y hacen todo eso, aunque sea sin derechos. Pues bien, ese proceso sociológico (esa “fórmula” del capitalismo y la política reciente) se ha revelado como el motor más eficiente e importante del crecimiento económico y consecuentemente, del encumbramiento de las nuevas potencias mundiales. Y esto, compañeros, es la base del nuevo orden mundial. Bienvenidos.
La fórmula de esas nuevas superpotencias es esta: Si tienes mil millones de habitantes y 600 millones de ellos viven la vida de los que producen y consumen mucho, ¿qué importancia tienen los 400 millones que quedan excluidos? Recordemos que en esas sociedades no hay democracia ni libertades y así, son escenarios donde nadie jode el orden público, ni frena el proceso productivo. O sea, son sociedades donde puedes excluir, abusar y explotar a tus anchas. Además, todo indica que aquellos excluidos -al fin y al cabo- se irán incluyendo en futuras generaciones; por lo menos, hasta un cierto nivel. Es el nuevo camino al éxito: Miles de millones produciendo, consumiendo y viviendo bajo tiranías. Tomen asiento, este es el siglo XXI.
- La democracia liberal y los valores republicanos, en dos generaciones más, no tendrán ninguna importancia en la agenda política de la humanidad: por ejemplo, en la agenda interna de las principales potencias mundiales, o en la agenda internacional. Las democracias liberales (potencias mundiales o no) serán islas exóticas, expuestas en lo interno a la tentación tiránica y expuestas en lo externo a las agresiones de las potencias tiránicas. No será una lucha entre el bien y el mal. Será una lucha entre los débiles (las democracias liberales) y los fuertes (las nuevas potencias tiránicas y sus aliados).
Los valores y las instituciones liberales y republicanos serán percibidos (en general) con nostalgia por algunos, con indiferencia por la mayoría, con sorna por los intelectuales o con curiosidad académica por los estudiosos. En suma, serán percibidos como se percibía en la vida diaria del castillo medieval, a la República Romana.
Y es que (como vimos) la mayoría de las mencionadas nuevas potencias -y sus áreas de influencia- será gobernada por algún tipo de dictadura o de democracia ridícula, donde se habrá desarrollado una hegemonía cultural consagrada a la producción eficiente, al consumo masivo y a la obediencia rutinaria ante la tiranía, o directamente, ante el tirano. De hecho, la discusión o la preocupación sobre la libertad, en dos generaciones más, será exactamente como es hoy en día la discusión y la preocupación sobre una posible invasión extraterrestre: una cuestión entre nula y absurda.
Por su parte, las grandes potencias que en dos generaciones más conserven la democracia liberal (EEUU o Alemania) se comportarán con timidez ante este nuevo orden mundial: serán democracias acomplejadas y silenciosas y, en cuanto puedan, harán lo siguiente en materia de libertad: en lo interno -a fin de ser competitivas y de defenderse ante las fuerzas del nuevo orden- irán disminuyendo el chorro de derechos y libertades que venían sembrando desde la segunda guerra mundial en sus propias sociedades; y en lo externo, procurarán ser amigos antes que enemigos del pelotón de potencias tiránicas y por eso, dejarán de impulsar la libertad, la democracia y sus valores en terceros países. Los nexos con sus áreas exteriores de influencia, estarán pensados en función al mercado y no a la política.
- En países pequeños y de instituciones frágiles, como Bolivia, todo eso significa casi un cheque en blanco para instalar gobiernos autoritarios. Por tanto, los compañeros autoritarios bolivianos, alégrense porque mañana toca tiranía, drogas y racanrrol. En fin.-
El hombre como animal tiránico
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