Delincuentes de Cuello Azul

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Se dice que los delincuentes, personas que van contra la norma, pertenecen a un grupo muy selecto de personas incomprendidas: tanto por sus acciones como por sus palabras. En las siguientes líneas anticipo que yo no trataré de comprenderlos, es más, ni siquiera intentaré hacerlo por miedo a convertirme en uno de ellos.


Rudy Guarachi Cota es estudiante de Ciencias Sociales.
(Twitter: @rudevnebo)
Empecemos…
El hombre siempre ha sido un “ser social”; inquieto, alborotado, agitado, activo y sediento de sabiduría o como se lo describe en el Derecho Internacional; “cosmopolita” (persona que viaja mucho). Producto de esta cualidad inherente a sí mismo, el hombre ha ido construyendo ideas, hipótesis y teorías que le han permitido lograr aportes a las diferentes ramas de la filosofía a través de conceptos y leyes científicas.
En tal sentido, entre el siglo IX y XX nace en Europa una ciencia que para esos tiempos era considerada “cosa de locos”, pues efectivamente, el examinar a delincuentes desde una óptica médica y antropológica había obligado a Cesare Lombroso, precursor de esta ciencia, a degollar y mutilar muchos cadáveres de presumibles delincuentes para dar una respuesta más que necesaria a una interrogante: ¿Qué obliga a ciertas personas a delinquir (ir en contra de la norma establecida)?
Es de esta forma que nace la Criminología, entendida como aquella ciencia que estudia las causas del delito.
En 1939 el criminólogo Edwin Sutherland, lanza desde sus investigaciones al igual que otros autores, una clasificación de los diferentes tipos de delincuentes habidos y por haber, entre ellas: el delincuente de Cuello Blanco. Este tipo de delincuente debe ser inevitablemente relacionado con temas económicos, pues este se caracteriza directa o indirectamente a conductas de corrupción (que se descompone o pierde su pureza).
Haciendo una simple analogía del actual Gobierno central y sus queridos “azulejos” (piezas decorativas) con el tipo criminal que enunciamos anteriormente, podríamos cuestionar lo siguiente:
¿Los actuales operadores de Gobierno involucrados en casos de corrupción son delincuentes?
Sí lo son, debido a que el delincuente de Cuello Blanco engloba a aquellas personas que sin tener la necesidad de enriquecerse (al contrario de un delincuente que roba para comer) o la necesidad (dentro de un imaginario individualista) de alcanzar el poder político; cometen delitos. Y la cosa se agrava un poco más, debido a que los actuales operadores de Gobierno si bien no tiene la necesidad de delinquir, irónicamente, lo hacen (siendo ellos mismos conscientes de tener el dinero y el poder). 
Lo explicó de esta forma. Un operador de Gobierno involucrado en actos de corrupción, al contar con la calidad de funcionario público, inevitablemente ya ha adquirido una condición económica de estabilidad (al contrario de un comerciante que vive del día) y un nivel de gobernabilidad que muy pocos tienen, es decir, que si este individuo comete delitos económicos (en estas condiciones) es por la simple y mera ambición. Infringe la norma, repito, siendo consciente de tener dinero y poder sin necesitarlo.
Como ya se había advertido, la Criminología es la ciencia que estudia las causas del delito, se puede afirmar en una misma lógica, que no se ha logrado encontrar una respuesta simple y concreta, sin recurrir al debate previo, sobre las verdaderas causas que dan lugar al delincuente. Si el delito continúa existiendo es porque simplemente las personas continúan yendo contra la norma, siendo guiadas en muchos casos por su ambición y codicia.
Al respecto, Edgar Allan Poe en su obra “El dominio de Arnheim”, enuncia cuatro formas para alcanzar la felicidad; la primera se relaciona con el ejercicio al aire libre, donde envidia a los campesinos por tener una calidad de vida privilegiada; la segunda refiere a encontrar el verdadero amor en otra persona; la tercera se relacionaba a la búsqueda de algo, aludiendo a los científicos y aventureros; y la cuarta sostiene que el crear un “sentimiento contrario a la ambición” podría permitirnos alcanzar una verdadera felicidad.
En todo caso, podría afirmar que los actuales operadores de Gobierno involucrados en casos de corrupción, que además se identifican con un color político característico, son delincuentes de Cuello Azul y que tristemente estarían limitados (en cierto nivel) de alcanzar la felicidad desde el punto de vista literario.

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