Líderes de organizaciones campesinas productoras de cacao orgánico de la Amazonía colombiana, que cambiaron los cultivos de coca por este fruto, firmaron un acuerdo comercial con una empresa alemana.
Dejaron atrás violencia, fumigaciones, incertidumbre y guerra, y su apuesta les llevó a labrarse un camino con el que están recogiendo frutos. Productores de cacao orgánico de los alrededores del Parque Nacional Natural Alto Fragua Indi Wasi, en el departamento de Caquetá de la Amazonía colombiana, firmaron un acuerdo con una empresa alemana de chocolate gourmet.
«Vimos que seguir apostándole a una planta que genera violencia, guerra, destrucción del núcleo familiar, nos generaba incertidumbre y decidimos buscar una alternativa que nos generara más estabilidad económica y que causara menos impacto al medio ambiente», explica a DW Berley Sánchez de la Asociación Orgánica Agrícola de Cacaoteros del Municipio de San José del Fragua (Asoacasan).
Sánchez representa a 62 productores, de los que entre un 80 y un 90 por ciento, cultivaban coca. Se trata de una situación que ha vivido en su propia piel. «Iba a jornalear esos cultivos y la plata que ganaba la ahorraba y pagaba la universidad», detalla el graduado en Ingeniería Agroecológica de la Universidad de la Amazonía.
«Al terminar la universidad, estuve hablando con mi padre y, con muchos más vecinos, vimos que eso no era rentable para nosotros», recuerda. «Si se hace un balance entre el valor de la coca y los problemas a nivel social y a nivel ambiental que trae, la coca nunca puede pagar eso», recalca.
En cambio, «el cacao es un cultivo que permite la protección del suelo, hábitats para el desarrollo de algunas especies, corredores biológicos para que animales puedan desplazarse de un bosque a otro y recuperar suelos degradados», destaca Sánchez.
El poder de las alianzas
Creada en 2008, la asociación no pudo empezar a desempeñarse totalmente hasta una década más tarde, en el marco del proceso del Acuerdo de Paz y su acogida al Programa Nacional Integral de Substitución de Cultivos Ilícitos (PNIS). «Antes, la zona era muy compleja para el ingreso de organizaciones, apoyos o alianzas, porque había actores que tenían autoridad en el territorio, como guerrillas y grupos de incidencia de narcotráfico», lamenta este ingeniero colombiano.
Berley Sánchez, de Asoacasan, con una exposición para dar a conocer su trabajo con el cacao, en Alemania.
La desmilitarización facilitó la entrada de diversas instituciones de cooperación internacional como GIZ (Alemania) y USAID (Estados Unidos), además de organizaciones ambientales locales, como WWF Colombia, explica el representante de Asoacasan.
«Veníamos trabajando con familias, a nivel individual, pero vimos la necesidad de empezar a trabajar a nivel colectivo, con un enfoque diferente del trabajo de conservación”, explica a DW Beth Sua Carvajal, Oficial de Gobernanza y Desarrollo Social y Comunitario de WWF Colombia.
Teniendo en cuenta la reorientación del cultivo y su ubicación, se seleccionaron la Asociación de Productores Agroforestales Alternativos de Belén de los Andaquíes (Asproabelén) y Asoacasan para formar parte del proyecto de Áreas Protegidas y Paz, apoyado por el Ministerio de Medio Ambiente de Alemania, en alianza con Parques Nacionales Naturales de Colombia.
«Conservación incluyente»
Centrado en seis áreas protegidas, su objetivo es «apoyar la gestión de áreas protegidas y sus zonas de influencia para contribuir a evitar la deforestación y degradación de estas áreas de importancia ecológica a través de la gestión de conflictos socioambientales que se puedan presentar», dice la también coordinadora de este proyecto para WWF.
«Trabajamos con este enfoque de conservación incluyente», explica Sua Carvajal destacando la gran riqueza de especies que albergan ecosistemas alrededor del Parque Nacional Alto Fragua Indi Wasi, entre ellas el armadillo, el oso perezoso, el tigrillo y el jaguar, así como las fuentes hídricas que se encuentran en esta zona: Cuencas Pescado, Fragua Chorroso, Sarabando y Yurayaco.
«Un precio justo»
El proyecto apuntó a la obtención de la certificación de cacao orgánico así como a fortalecer una alianza comercial que ya estaba en marcha con la empresa alemana Confisserie Dengel. «Estuvimos hace dos semanas en Alemania con los representantes de las dos asociaciones, formalizando este acuerdo comercial y facilitando este encuentro directo entre los campesinos y los clientes», detalla Sua Carvajal.
Los beneficios para los campesinos: «cooperación a largo plazo, precios fijos, cantidad fija de compra, un poco de seguridad a nivel económico a largo plazo, pago directo y un mejor precio», asegura a DW Uwe Dengel, propietario de Confiserie Dengel. Se trata de una estrategia de la compañía, dice, que también abona este tipo de tarifas para la leche y el azúcar, a productores de Alemania y Paraguay: «Aunque para nosotros es más caro, pagamos un precio justo».
DW