El Ministerio de Energía señaló que en el trascurso de cuatro años, a medida que aumente la producción, se buscará exportar a Chile todo el año.
¿Nuevo mapa del gas?
La influencia de Vaca Muerta también podría cambiar las rutas sudamericanas del gas de forma indirecta, aseguran algunos.
Según la empresa de análisis geopolítico Stratfor, la presión argentina, sumada a la brasileña, podría obligar a Bolivia a «normalizar relaciones con Chile», país con el que mantiene una disputa por una salida al mar.
Gracias a ese diferendo Chile no puede recibir gas de su vecino del norte. La Paz incluso prohíbe a Argentina enviarle el excedente de gas boliviano que le sobra en verano.
Esta nueva situación —según Stratfor— no solo convertirá a Chile en un posible nuevo mercado de Bolivia sino que obligará al gobierno de Evo Morales a negociar con las autoridades chilenas para poder tener acceso a los puertos del Pacífico.
Bolivia «necesita (estos puertos) para poder exportar su gas más allá de Brasil y Argentina», señala la empresa en un informe.
BBC Mundo intentó consultar a voceros del Ministerio de Energía de Bolivia pero no obtuvo una respuesta.
YPFB, la petrolera estatal boliviana, tampoco hizo declaraciones.
No obstante, algunos analistas creen que es prematuro hablar de estos cambios.
El consultor en temas de energía Eduardo Barreiro le dijo a BBC Mundo que si bien es cierto que Vaca Muerta está produciendo más, Argentina aún está lejos de ser una amenaza para Bolivia, el líder sudamericano del gas.
«A pesar de que está creciendo la producción de gas no convencional en Argentina, gracias a Vaca Muerta, las reservas de gas convencional están bajando como consecuencia de la falta de exploración», advirtió el experto argentino.
El resultado es que la producción total de gas casi no ha aumentado desde 2015, cuando asumió Macri.
Si bien el gobierno argentino estima que la situación mejorará y que para 2021-22 se producirán 140 millones de metros cúbicos de gas por día (18 millones más que hoy, o sea, un 15% de aumento), eso no alcanzaría para suplir la demanda local en invierno, que puede alcanzar los 170-180 millones de metros cúbicos.
Barreiro considera que las autoridades argentinas son «optimistas» si creen que pueden reducir mucho sus importaciones de Bolivia.
Para ello, afirma, necesitarían poder aumentar fuertemente las inversiones en Vaca Muerta, que hoy alcanzan aproximadamente los US$4.500 millones al año.
Muchos expertos estiman que para poder recuperar el autoabastecimiento de gas para 2021-22 las inversiones deberían ser el doble.
Solo así se podría generar la cantidad necesaria de gas de Vaca Muerta, que hoy aporta menos del 25,9% de todo el gas que se usa en el país.
Pero esto requeriría inversión extranjera, que no está llegando en la cantidad que se necesita.
Hoy la inversión fuerte en Vaca Muerta viene de YPF —unos US$ 2100 millones— y si bien empresas como Total, Exxon y Shell han prometido inversiones, por ahora muchos de los proyectos son pilotos, en donde la inversión se mide en cientos de millones de dólares, no en miles de millones, explicó Barreiro.
Gasoducto
Otra cosa que podría complicar el deseo argentino de reducir su dependencia del gas boliviano es el flamante Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA).
Se trata de una costosa infraestructura que tardó diez años en construirse y se hizo, justamente, para facilitar el envío de gas desde Bolivia hasta el noreste argentino, donde residen unas 3,5 millones de personas.
Por otra parte, a la hora de negociar, Bolivia tiene un importante as en su manga: su gas sigue siendo el más barato de la región.
Eso, dicen muchos analistas, garantiza que el país andino siga siendo el rey del gas por un tiempo más.
Al menos hasta que el potencial de Vaca Muerta —que, nadie duda, es enorme— se convierta en algo más que eso: un potencial.