Comentario en torno al libro Awqa Pacha de José Luis Saavedra

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Jacqueline Exeni Rodríguez

En primer lugar, un saludo fraternal al Dr. Saavedra y mi agradecimiento, desde el corazón, por darme la oportunidad de compartir mi apreciación por su libro Awqa Pacha. Asimismo, saludo a los señores Emilio Tancara, Oscar Coca, Fernando Untoja y señora Elizabeth Andia, y a todos los invitados y público en general.

Awqa Pacha, Tiempo Insurgente, es un trabajo que contribuye de manera sustancial y significativa a mi conocimiento preliminar sobre el Katarismo y todo lo relacionado a este saber que pensaba que sabía, pero desconocía en profundidad. Debo admitir que la lectura y apreciación personal, la hago desde el respeto y asombro, entendiendo que aquí encuentro un eslabón perdido de la realidad que me faltaba, así como las respuestas que no encontraba. En este sentido, Awqa Pacha descorre velos, me posiciona en un lugar nuevo, me desafía a dar un salto epistemológico de la dicotomía de las corrientes de derecha e izquierda, abre una dimensión social nueva. Es mi “Thakhi”, camino de vida personal y social. 
Voy a dividir esta apreciación en tres partes: una primera parte con la descripción de las contribuciones principales-esenciales del trabajo del Dr. Saavedra, otra parte con la exposición de lo más relevante del pensamiento de los dos intelectuales aymaras, el Lic. Vìctor Hugo Cárdenas y el Dr. Fernando Untoja Choque, con los cuales dialoga el libro; y por ùltimo algunas preocupaciones y constatación de cierre a modo de agenda de debate.
Saavedra marca una línea estratégica de análisis del pensamiento y las propuestas de dos intelectuales aymaras, V.H. Cárdenas y F. Untoja, y lo hace desde lo que él llama la “experiencia vivida”, evocando a Frantz Fanon, a partir de una técnica dialógica, como la fuente primordial para explicar el proceso de insurgencia de los intelectuales aymaras. Es pues éste un estudio que arroja muchas claves, pero principalmente, escudriña la obra intelectual aymara, sus implicancias y el impacto práctico en la proyección política de la realidad económico-social boliviana. Todo este esquema en el marco, que no camisa de fuerza, de la emancipación y liberación de las naciones andinas. En esta línea, Saavedra se define a sí mismo como un activo militante en el proceso de emancipación y liberación de las naciones andinas, proviene, dice él, de una comunidad quechua (Inka Laqaya), y por tanto, asume la autoridad de hijo del mundo andino, como lugar radical de su expresión. 
Lo que esta obra aporta principalmente es la comprensión integral, desde la vivencia testimonial, de las percepciones, discernimientos, interpretaciones, posturas, compromisos y aportes del quehacer intelectual aymara; y además marca una línea de acción que ya tiene lugar en la realidad. Si tan sólo fuera esa la aproximación, me animaría a afirmar que se ha cumplido el objetivo, pero la contribución de Saavedra excede lo académico, y revela la dimensión política y epistémica, las causas y causalidades históricas y culturales de lo aymara, y desenmascara el sistema de dominación colonial. En síntesis, la motivación principal de este trabajo es la insurgencia, desde el compromiso con la acción política, la construcción de referentes políticos de lucha y la reconstrucción de la sociedad abatida por el colonialismo aún imperante. 
Siendo que existe un colectivo importante de pensadores y productores de la corriente aymara, Saavedra se decide por privilegiar la obra teórica y política de solo dos intelectuales aymaras, y opta por ellos por el impacto social que causan en el quehacer público, por ser referentes de una fuerte corriente de opinión y gran influencia política. Es por tanto, el objetivo de la obra, contribuir a resolver las interrogantes de los aportes teóricos y políticos de dos exponentes destacados de la intelectualidad aymara. Este cometido implica no solo hacer una construcción académica, como dijimos anteriormente, sino también entender la dinámica de las luchas y movilizaciones sociales de las naciones andinas, y la lucha radical y sostenida contra el colonialismo y la colonialidad con el objetivo de abrir nuevos horizontes de emancipación, liberación y procesos de descolonización. Afirmo la intención del autor de abordar la producción intelectual aymara desde una óptica holística, integradora de lo social, lo político y lo cultural, que hace de este libro un aporte amplio y a todas luces, completo.
El abordaje metodológico de la obra intelectual de ambos pensadores, se estructura a partir del compromiso político y militante de sus posturas insurgentes. A decir de Saavedra: “una de las implicaciones más importantes, emerge de la experiencia del colonialismo, toma posición y compromiso en la praxis de cambio y transformación radical”. Es así que este trabajo se adscribe al camino abierto por los líderes anticolonialistas, como son Kwame Nkrumah, Patrice Lumumba, Frantz Fanon, Edward W. Said y Homi Bhabha, en virtud no sólo del aporte teórico sino también del compromiso político. ¿Cuáles habrían sido los paradigmas tomados de estos pensadores?
  • De Nkrumah, la concepción de la África Una y Unida, que obtiene su fuerza de la ciencia y la tecnología modernas y de la creencia africana tradicional de que el libre desarrollo de uno mismo está condicionado por el libre desarrollo de todos.
  • De Lumumba, un pensamiento apoyado en tres pilares fundamentales: la justicia, la independencia y la libertad. El congolés soñaba con un África unida en el desarrollo, con combatir la injusticia social y con la cooperación entre países para la educación. Devolver las riquezas del continente al pueblo africano, decía, era su más profundo sueño.
  • De Fanon, el abordaje lúcido y revelador de las relaciones de sujeción que, por su condición de raza, sufren los pueblos oprimidos, y cómo la interiorización de las formas extrañas de vida afecta y compromete sistemáticamente las formas de pensar, sentir, decir y hacer sus vidas. De Fanon pues se infiere la lógica del sometimiento, las razones del complejo proceso del ciclo de enajenación y las razones del «blanqueamiento cultural» que el dominado ejercita «voluntariamente» en la configuración de su subjetividad. Y lo más importante, la necesidad de construir la emancipación mediante la toma de una conciencia lúcida y crítica.
  • De Said, el planteamiento por alcanzar soluciones de compromiso, a través de todo tipo de iniciativas: desde las abstracciones puramente intelectuales hasta la toma de posiciones concretas, desde un activismo político decidido, hasta el simbolismo renovador en la creación de entidades culturales mixtas.
  • De Bhabha, abandonar los convencionales sistemas de clasificación humana de clase o género para acercarnos a otras realidades, lo que llama in-between (“espacios entre-medio”), donde aparecen nuevas identidades: ya no hay blancos y negros, latinos y americanos, sino híbridos que originan una “realidad Otra”. Es en ese espacio intersticial: “entre-medio”, que es donde se configura el espacio político. Pero para Bhabha el nuevo discurso debe construirse desde el campo de la diferencia cultural, no la diversidad cultural, que obliga a revisar pasado y presente, tradición y modernidad, tanto de dominados como de dominadores, y así poder establecer un auténtico debate crítico.
La apuesta del autor es pues por la deconstrucción de las identidades “fijas y estables” y por el potenciamiento de la agenda política e intelectual de las naciones aymara quechuas desde la interacción de diferentes historicidades, a decir de Saavedra: “formas distintas de percibir y organizar el tiempo y el espacio (pacha)”.
Este tercer espacio, lo entiende como “un lugar de encuentro”, donde confluyen, se encuentran, y se interrelacionan otros poderes socio-culturales, creando nuevas subjetividades que conllevan una re-definición de límites simbólicos, que no son estrictos ni limitantes, sino más bien más los entiende como una “espacialidad descentrada o dislocada”. Esta es la posición que asume Saavedra como estrategia metodológica, la deconstrucción de identidades estables y fijas, más allá de determinaciones étnicas y raciales, y por la reconstrucción de las identidades aymara quechuas, pero desde la insurgencia como proceso de y para subvertir los procesos de dominación moderno colonial. En este sentido, impulsa una línea de acción, que él llama de “rigurosa y lúcida intervención teórica y política” y lo hace desde los siguientes frentes:
o Reafirmar la necesidad estratégica de las políticas de identidad, pero desde un uso estratégico del esencialismo, para lo cual toma el pensamiento de Gayatri Chakravorty Spivak, quien utiliza la deconstrucción en un sentido político y en una doble dirección; por un lado para desenmascarar las estrategias del poder colonial y, por otro, para trazar, siguiendo su propia expresión, los itinerarios del silencio de los sujetos que han quedado fuera de la historia. No se trata, pues, de darle la vuelta al discurso colonial, lo cual no sería sino otra manera de reforzarlo, sino de mostrar sus ángulos ciegos, su propia opacidad, para permitir nuevas vías de negociación y de crítica.
  • Plantear la construcción de una agenda insurgente.
  • Posicionar-se en contra de las políticas de asimilación.
  • Proponer una perspectiva teórica, política y epistémica disruptiva respecto a la persistente matriz moderno-colonial. 
En este marco conceptual y, más propiamente, categorial conviene preguntar-se: ¿cuáles son las cualidades del intelectual aymara en los que Saavedra fija la atención? 
– Es un pensador esencialmente crítico y también militante político. 
– Aporta a la causa de la emancipación y liberación de las naciones andinas.
– Denota una lúcida conciencia significativa y significante.
– Integra en su ser y hacer el acceso a la educación formal con el ejercicio de un activo y comprometido militancia política. 
Desde estas cualidades éticas y políticas, y como él dice, desde la “sinceridad personal y honestidad intrínseca del sentimiento profundo” de los pensadores aymaras, Saavedra se adentra en su obra desde una perspectiva común: el pensamiento katarista. 
Para aproximarse a la comprensión de los procesos de formación de la intelectualidad aymara, Saavedra parte del diálogo reflexivo en profundidad con cada uno, pero no olvida y nos recuerda que “ellos forman parte intrínseca de una nación colonizada, y que, en consecuencia, soportan y resisten formas muy tenaces de colonización, colonialismo y colonialidad”. Es por tanto, el abordaje del complejo proceso de emancipación y liberación, desde el pensamiento propio de la intelectualidad aymara, en consecuencia del compromiso con las causas de la des-colonización y la de-colonialidad.
Las condiciones educativas, educación primaria rural, luego secundaria y finalmente superior, y la vivencia propia, hacen propicio el desarrollo de la llamada “intelligentsia aymara” que involucra una “visión pluri-dimensional de las causas de la opresión y explotación moderno/coloniales y una notable tendencia a integrar la dimensión histórica y cultural de la explotación socio-económica”. La dimensión política se alimenta de la revalorización de la propia historia distinta a la oficial y a la dialéctica campo-ciudad, la ciudad donde se forman, se educan, y el retorno a la comunidad de origen, vivencia que no permite su asimilación o mestización, muy por el contrario, revaloriza el respeto por la propia etnicidad. 
Así surge, en los años 70, una dirigencia aymara-quechua articulada por el Movimiento Katarista. Los lineamientos de lucha más importantes de este movimiento eran: a) la denuncia de la persistencia del colonialismo, y b) la proclamación de un Estado Plurinacional. En este marco, el posicionamiento teórico y político de la intelectualidad aymara, impulsa las siguientes líneas de acción:
– La superación del colonialismo y la colonialidad dominantes.
– La reconstitución político-territorial de las instituciones y organizaciones propias de las naciones andinas.
– El proceso de toma de conciencia sobre la necesidad de la organización y unidad de las naciones andinas. 
– El impulso del proceso de emancipación y liberación. 
– El acceso al poder con mayor representatividad y participación política, desde las propias formas organizativas andinas.
Lo más sobresaliente del aporte de Saavedra es pues la sistematización de la vasta propuesta katarista a partir del pensamiento de los intelectuales aymaras. Lo más relevante y esencial de cada intelectual aymara, se puede sintetizar como sigue: 
Víctor Hugo Cárdenas
Define a Cárdenas como un intelectual con una mentalidad crítica y para quien ser intelectual no es lo único, es sólo una herramienta. Cárdenas puede liberarse de esa camisa de fuerza y pensar fuera de ese constreñimiento, es decir en libertad.
La propuesta cardenista de carácter teórico y político es:
  • la lucha contra la persistencia y tenacidad del colonialismo interno,
  • la emergencia y consolidación del movimiento katarista, como la superación del indigenismo y el indianismo, por ser ambos reduccionistas.
  • la refundación del Estado Plurinacional
  • el desarrollo de una auténtica democracia intercultural a partir de la revalorización y restablecimiento de las prácticas y lógicas de la democracia consensual andina.
  • el hacer operativa la amplia gama de las representaciones socio-políticas y abrir múltiples vías de representación y participación en el sistema político. 
  • la complementariedad de dos dimensiones sociales: el fortalecimiento de la conciencia de clase y la identidad nacional cultural de los pueblos y naciones andinos.
  • la crítica constante a dos concepciones equivocadas (como él llama): 1) el marxismo, por el reduccionismo a la lucha de clases y el economicismo, 2) las corrientes indianistas que reducen las causas del problema a lo étnico. 
Así, Cárdenas sostiene que el katarismo ve a Bolivia de una nueva forma, “un nuevo proyecto político que trasciende al propio mundo aymara”. Es impulsor de un encuentro de los diversos sectores socio-culturales, plantea que se debe asumir esa diversidad y proyectarla como una fuerza que nos unifique y nos libere. 
Saavedra muestra, por tanto, de manera muy concreta, que el aporte más importante del pensamiento de Cárdenas, es desarrollar el proceso de emancipación y liberación en función de las diversas matrices socioculturales andinas y amazónicas y a partir de estas matrices asimilar lo mejor de otras culturas.

Fernando Untoja Choque

La vivencia personal con el racismo, discriminación y segregación lo conduce a trabajar el problema de la identidad, del ayllu y del retorno a uno mismo. La tesis doctoral suya “Retorno al Ayllu”, recoge toda su inquietud por entender el mundo y la vida sociocultural desde y a partir de la propia visión andina de la nación aymara. Es así que toma los principios y los modelos del Ayllu. En esta línea, se plantea tres interrogantes básicas, seguramente también en medio de otras:
¿Cuál ha sido la economía de la sociedad y el Estado Inka?

¿Cómo fue posible que todo el espacio andino haya vinculado los bienes y servicios sin necesidad de dinero?

¿De qué manera y quién o quiénes aseguraban la re-distribución del excedente?
Las respuestas, Untoja las encuentra en el modelo y los principios del Ayllu y sostiene que la dinámica del ayllu conduce a los hombres y mujeres andinas a producir, hacer comercio y volverse qamiris; esto es: hacer negocios, copar territorios y sublevarse contra el Estado moderno colonial. Los qamiris lideran lo que Untoja llama la re-actualización del Ayllu, cuya expansión económica no necesita del gobierno, ni del Estado. En este sentido, las naciones andinas configurarían una serie de relaciones económicas, políticas y culturales, por las cuales van potenciando económicamente a sus miembros.
De este entramado de relaciones y crecimiento económico, nace el planteamiento de la hegemonía kolla, por ser estos (los aymaras) demográficamente hegemónicos y por haber copado espacios de comercio en todos los departamentos de Bolivia y también más allá de las fronteras. Pero, la gran contradicción es que no tienen el predominio económico, político y cultural. 
¿Qué pasa entonces? Según Untoja, se cuenta con dos recursos: la pujanza de la clase media andina y la potencia y prosperidad sólida de los qamiris. Pero, faltan dos factores: competir en y para la producción filosófica, teórica y científica y combatir económica, comercial y mercantilmente con entidades financieras propias. Propone pues un “encuentro” para consolidar la hegemonía Kolla: los que están dedicados a la acumulación económica y los que están aplicados a la producción teórica e intelectual.
Untoja dice que el poder se habla desde la riqueza, la acumulación, ¿qué falta? Lo político, la conquista del poder. Si bien, la nación aymara ha empezado una reconquista territorial a partir de una expansión económica y cultural como estrategia, ¿qué está faltando? Untoja considera que hace falta una dirección político-organizativa.
Preocupaciones y una constatación de y para un cierre (temporal)
¿Cómo sobreviven los kataristas al río de la modernidad y la tecnología?

¿Cómo se configura una sociedad de qamiris sin caer en nuevas asimetrías sociales? 

Cómo se discurre lo público desde la perspectiva katarista?
La contribución teórica al ámbito de la ciencia social y política que realiza el Dr. José Luis Saavedra, expone de manera inconfundible la expresión rebelde y emancipadora del proyecto katarista. Una de las claves más importantes de este estudio es la demostración, desde el pensamiento de la intelectualidad aymara, de la distinción innegable que existe entre el proyecto katarista, legítimo y auténtico, y las políticas gubernamentales que tienen como objetivo la continuidad de la dominación colonial de las naciones aymara quechuas. 
El proceso insurgente se concreta por tanto a partir de la reactualización de lógicas ancestrales de las prácticas políticas, económicas y sociales de estos pueblos. Esta dinámica conlleva así una energía contra-hegemónica al Estado boliviano. Por todo esto, el proyecto katarista avanza trascendiendo las coyunturas políticas y los gobiernos de turno, en la búsqueda de la concreción de su correspondiente destino político, social y cultural y en virtud de la propia hegemonía histórica, política y territorial.

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