Bonos y votos

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Andrés
Gómez Vela
Honorio
recuerda que la primera vez que su padre recibió dinero del Estado, de forma
directa, fue el Bonosol ($us250 al año) en 1997, durante el gobierno neoliberal
del MNR. Don Leandro cumplió el mes pasado 85 años. Su esposa, doña Alejandrina,
celebrará 69 en enero. Ambos hoy reciben mensualmente la llamada Renta Dignidad,
que consiste en Bs140 mes para cada persona mayor de 60 años.  
Honorio
tiene dos hijos, quienes ya van a la escuela, y su esposa Victoria está embarazada
otra vez, lo que significa que viene el tercero. A ella el Estado le paga el
bono Juana Azurduy, que se traduce en Bs200 por las cuatro revisiones
prenatales (Bs50 por cada una), Bs120 por el parto y Bs125 por cada control
médico que tenga el niño hasta que cumpla dos años. Por si faltara dinero a
algún miembro de la familia, sus niños reciben desde hace dos años el bono
Juancito Pinto (Bs200 anuales cada niño). Es decir, el Estado entrega a esta
familia de manera directa alrededor de Bs4.580 al año.
¿Hay
algo para Honorio? Claro, el año pasado se benefició con una vivienda
financiada por el Estado, él sólo puso la mano de obra. Además, recibió una
bomba de agua, un molino y un tractor para su comunidad y tiene la posibilidad
de acceder al seguro agrícola si golpea una granizada o una helada sus
sembradíos. En resumen, como nunca antes, todos los miembros de esta familia
que vive entre el área rural y una población suburbana se benefician con
recursos del Estado.
El
Estado, que había excluido a gente como Honorio durante siglos, hoy es su
principal benefactor. Él mismo se considera ahora Estado o parte de él. Este
viaje histórico comenzó en cierto modo con sus abuelos en Abril de 1952, (con la Revolución Nacional)
cuando quedó “constatado” que la tierra, el voto, el país también eran suyos,
pero no el Estado, por lo que lo resistieron y declararon su enemigo
ideológico, político y cultural durante años. La larga lucha prosiguió en el
Estado Neoliberal, donde, finalmente, se convencieron que la democracia liberal
sirve para tomar el poder.
Dadas
estas circunstancias, ¿cómo actuará esta familia en las elecciones nacionales
de 2014? ¿Cuántas familias como ésta hay en el país? ¿Quién será su candidato
preferido? La primera respuesta está en la punta de la lengua: votarán por el
MAS y su candidato Evo Morales, aunque en política nada está cerrado ni
definido hasta el último voto.
¿Tiene
los mismos beneficios una familia de clase media que vive en una ciudad?
Probablemente familiares de la tercera edad y niños y niñas reciban los bonos
correspondientes, pero a papá y mamá no les llegue nada en directo. Sin embargo,
reciben algunas cosas indirectas que los toman como obligación de cualquier
gobierno, por tanto no retribuible, lo que significa que a la hora de votar
opten por candidatos y partidos diferentes.
¿Cuál
la causa para que esta familia no razone igual que la primera? Sus valores.
Éstos lo inducen a comprender la democracia como espacio de convivencia, respeto
a la Constitución,
alternancia en el poder, transparencia, interculturalidad real, justicia,
pluralismo. No es que la primera familia no tenga valores, sencillamente, ella
está estrenando la democracia económica, social, cultural y se declara
satisfecha por ahora.
En
cambio, la segunda huele en el régimen benefactor de la primera el peligro de
totalitarismo, arbitrariedad, uniformización de pensamiento, control aplastante
de los poderes, abuso de poder, hipocresía, vinculación indirecta de sus bases con
la ilegalidad (narcotráfico, contrabando, evasión impositiva), incoherencia
entre lo que dice y hace.
En
medio de estas dos familias hay otra que, definitivamente, se siente desplazada
por el Estado Plurinacional y sufre en carne propia lo que antes sufrían los
miembros de la primera: exclusión.
Por
esos espacios donde viven Honorio y los suyos y los otros circulan bonos y
votos. En unos pesará el candidato, los beneficios directos; en otros, el
programa, valores e instituciones de la democracia.

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